Adiós a la Macagua

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Adiós a la Macagua
de María de Santa Cruz
Album poético-fotográfico de las escritoras cubanas (1868)


A MI HERMANA ELENA.




 Admite en este romance
En vez de versos el alma,
Y un suspiro y un recuerdo
Y mi adios á la Macagua.
Adios dulce como triste,
Cual toda dicha pasada;
Adios triste, porque entónces
Me despedí como ingrata;
Adios dulce, porque enjugas
Tú mis lágrimas amargas.

 Es de noche.— Entre las sombras
Triste el pensamiento vaga
En dulces melancolias
Y en ilusiones doradas.
La hermosa luna aparece
En trono de nubes blancas,
Y allá á lo lejos se oculta
Entre las nubes opacas.
La brisa murmuradora

Mis mejillas tierna halaga,
O jugando con las flores
Se mece entre verdes ramas;
Y yo triste y conmovida
Oigo el rumor de las auras,
El cielo miro, las flores,
Y la bóveda azulada;
Y un recuerdo por mi mente
Como un relámpago pasa,
Un recuerdo de otros tiempos
Encerrado aquí en el alma.
¿Por qué recuerdo tan triste?
Como esa noche estrellada
Así fueron tan hermosas
Las noches de la Macagua.
Esa fué su despedida,
Aun así pienso mirarla.
La luna pálida y bella
Rodaba entre nubes blancas,
Que á mis ojos parecian
Mil palomas en bandadas.
Bellas flores su perfume
Me regalaban ufanas,
El cefirillo un suspiro,
La luna rayos de plata.
Un jobo coposo y alto
En nuestro huerto se alzaba,
Y verdes enredaderas
A su tronco se abrazaban.
La olorosa madreselva
Adornó sus secas ramas
Con ramilletes de flores
Y follage de esmeralda.
Y los ojos del poeta
Y otras flores enlazadas
Formaban del alto jobo
Una gigante enramada.
La enramada al verme triste

Tiernamente suspiraba,
Y parece que decia:
==«Adios, adios, niña amada.»==
Y el campo ¡con qué tristeza
Su despedida me daba!
La fresca brisa amorosa
Besaba las verdes cañas,
Y acariciando mi frente
Parece que murmuraba:
==«Abandonas estos campos
Y te vas alborozada,
Olvidando á los amigos
De la infancia, niña ingrata.
¿Piensas tú que en las ciudades
Cual lo pinta tu esperanza,
Encontrarás corazones
Mas firmes? ¡Ilusion vana!
La amistad fiel y sencilla
Vive siempre desterrada
De la ciudad; vive solo
En los valles y montañas.
Mas no escuchas mis suspiros,
Abandonas tus cascadas,
Tus palmeras y tus bosques....
Adios, adios, niña ingrata.»==
Los grupos de verdes mangos
A lo lejos divisaba
Que tiernos me despedian
Doblando sus copas altas,
Y mas lejos todavia,
Miraba las guardarayas,
Y los güines y penachos
Que coronaban las cañas.
¡Cómo mirando los güines
Les hallaba semejanza,
A los indios ó guerreros
De las edades pasadas!
La luna ¡con qué tristeza

Parece que me miraba!
De los árboles frondosos
Penetrando por las ramas
Envió á mi abatida frente
Un rayo de luz plateada.
Y==«parte, me dijo entónces,
Pero pierde la esperanza
De volver á ver, Maria,
Estos campos de esmeralda.
Me verás en todas partes,
Pero nunca niña amada,
Me encontrarás tan hermosa,
Como aquí me contemplabas.
Adios por siempre Maria,
Las noches de la Macagua;
Adios, adios, para siempre,
Para siempre niña ingrata.»==
 Adios bosques y palmeras,
Adios bellas guardarayas,
Adios altos algarrobos,
A cuyo tronco abrazada
Ví nuestros campos un dia
Presa de terribles llamas;
Allí levanté á la Vírgen
Mi fervorosa pleg iria
Viendo el voraz elemento
Reducirlos á la llama.
Adios paisage que al Norte
Pintoresco te levantas,
Cuyas fábricas risueñas
Divisaba en lontananza
Entre el humo de sus torres
Y entre un mar de verdes cañas.
Y ¡adios hogar, hogar mio;
Que tan hermoso te alzabas!
¡Con qué natural belleza
Circundaban tus barandas
Las rosas y cambusteras

En caprichosas guirnaldas!
Tú eres mi cesto de flores,
¡O pacífica morada!
Y yo, la elegre paloma
Que en las flores me posaba.
Si allí muy queridas prendas
Me arrebataron las Parcas,
Allí las luces primeras
Vieron otras prendas caras.
Adios pobres labradores,
A quienes la suerte infausta
Miró con sañudo rostro
Cual hijos de la desgracia;
A quienes mi padre un dia,
(Memoria querida y santa)
Consoló con voz afable
En pura uncion empapada.
Adios, todos mis recuerdos,
Adios, huertos y enramadas,
Adios violas y jazmines,
Y lirios y rosas blancas;
Adios, luna. Donde quiera
Miraré tu faz nublada,
Hallaré tus rayos tristes
Y tristes tus nubes blancas,
Y esclamaré adolorida:
¡Con qué pesar me mirabas!
¡Con qué dolor me decias:
==«Adios, adios, niña ingrata!»==
No soy tan ingrata, luna,
Pues siempre llevo en el alma,
Con su luna y sus estrellas,
Las noches de la Macagua.