Si errares, y yo la pongo,
tirarela al Sol, y el Sol,
con su diestra mano de oro,
la tomará y volverá
a la tierra tan furioso
que, como rayo, la clave
en ese español y, roto
su pecho, en su sangre escriba:
«Rengo soy; rayo me nombro».
TALGUENO:
Para que sino que yo
tire aquesta tras vosotros
y en el cabo de la flecha
que hiriere su pecho un poco
dé tal golpe con la mía
que pasen de un cabo a otro
juntas y en sangre teñidas
las plumas, donde en un tronco
escriban: «Soy de Talgueno».
OROMPELLO:
De veros hablar me corro.
No dejéis nada a Orompello,
pues yo he de hacer más que todos,
que si se arrima a algún muro
ese general tan mozo,
tengo de pasarle el pecho
con golpe tan espantoso
que, dando el hierro en el muro,
vuelva la flecha a nosotros
porque en la sangre que traiga
diga: «Este tiro famoso
es del brazo de Orompello».