Por dos cosas, gran prïor,
he pasado por aquí.
La reina doña Leonor
parte a Castilla, y ansí
quiero que vuestro valor
la acompañe; aquésta es
la una.
ALFONSO:
Beso tus pies
por merced tan singular.
PEDRO:
En la villa de Tomar
está, juzgando, después
que murió el rey don Düarte,
los días que no se parte
por siglos largos, y importa,
pues es la jornada corta,
que sea luego.
ALFONSO:
El agradarte
tengo por ley; luego al punto
me partiré.
PEDRO:
También vengo
a cumplir del rey difunto
una obligación que tengo,
por ser de su amor trasunto.
El mismo día que murió,
el amor me declaró
que en el abril de su edad
tuvo aquí a cierta beldad,
cuyo nombre me encubrió,
diciéndome sólo el fruto
de dos hijos, con que amor
dio a su esperanza tributo,
y de quien vuestro valor
es encubridor astuto.
Deséolos conocer
si están en vuestro poder,
porque quedan a mi cargo.