Heis de saber
que cada vez que a Marina
topo, y me topa ella a mí,
sin bastar pretina o cincha,
el diabro se me emberrincha
en el cuerpo.
SANCHA:
¿Cómo ansí?
TABACO:
¿Qué sé yo? Topéla ayer
par de la huente y topóme,
rempucéla, y rempuzóme,
miréla, y volvióme a ver;
comenzóse a descalzar
las chinelas, y tiréselas,
arrojómelas, y arrojéselas,
y tornómelas a arrojar.
Yo no sé si es enfición
aquésta o qué diabro se es,
que, en fin, vengo a que me des,
si sabes, una lición
de amalla, o de aborrecella;
que no falta cosa alguna
si echarnos de la tribuna,
para que apriete con ella.
SANCHA:
Tabaco, no es para bobos
esto de amar.
TABACO:
Ya lo veo;
pero si aqueste deseo
me hace en el alma corcovos,
¿qué he de hacer?
SANCHA:
Dalla a entender
que la quieres.
TABACO:
Ya imagino
que lo sabe; en el molino
nos topamos anteayer
y, parando la pollina,
la pellizqué so el sobaco.