(Quien de razón ni de experiencia larga
no hiciere estima o pierde la memoria,
y de estos reinos el gobierno encarga
a un tierno niño, eclipsará su gloria.
Si es la corona tan pesada carga
que al fin la llama la romana historia
un muro en la cabeza, no está el muro
en la de un niño rey firme y seguro.)
DIONÍS:
Don Egas...
EGAS:
Don Dionís...
DIONÍS:
Pues, don Düarte,
¿qué forzosa ocasión os trae confuso?
DUARTE:
No quisiera ser voto o tener parte
en quien a un niño la corona puso.
Llama Platón, como prudente, al arte
de gobernar por experiencia y uso,
el arte de las artes, y no puede
ser un niño tan docto que la herede.
DIONÍS:
Esa misma razón me trae suspenso,
si me vine enfadado de la sala,
pues tan pequeño príncipe, no pienso
que a la grandeza de este reino iguala;
y por enigma del cuidado inmenso
del gobierno real pinta y señala
el griego un instrumento no templado,
que es más difícil gobernar su estado.
EGAS:
El infante don Pedro, del rey muerto
hermano valeroso, aunque segundo,
tiene este reino, confïado y cierto
que puede y sabe gobernar el mundo.
Llegue esta nave a tan seguro puerto,
pues en el golfo de este mar profundo
la dejó nuestro rey; que no es mi voto
que sea un niño su real piloto.