Descúbrese una cortina, y en un trono el niño REY coronado, con acompañamiento de caballeros portugueses. [Don PEDRO de rodillas]
PEDRO:
Sobrino amado, imagen de inocencia,
segundo Abel, y con mayor ventura:
rendido, humilde a vuestra real presencia,
la mano os pido de traición segura.
Tuvieron en mi pecho competencia
la honra y el amor, que al fin procura,
como le hicieron Dios, vencer de modo
que le conozcan poderoso en todo.
Y vosotros, leales caballeros,
si en prudencia, piedad y valor mío
fundáis vuestra esperanza, los primeros
seréis en imitar mi santo brío.
Dad, como siempre, indicios verdaderos
del generoso pecho en quien confío,
que, persuadidos que os importa tanto,
adoréis vuestro rey piadoso y santo.
Que yo, como prudente, como viejo,
y como valeroso y vuestro amigo,
os doy agora tan leal consejo,
y yo el primero le recibo y sigo.
Seguidme todos; que a mi sombra os dejo;
subid al trono de mi rey conmigo;
que en ir primero imito al elefante,
que el mayor en la edad suele ir delante.
Suena música, y sube don PEDRO a besar la mano al rey
Dadme, señor, como mi rey, la mano;
dadme, mi bien, como sobrino mío,
los amorosos brazos, pues los gano.
REY:
Por haber sido tan piadoso tío,
levante vuestra alteza el soberano
rostro, en cuyo valor tanto confío,
y déme a mí licencia que en silencio
descubra que le estimo y reverencio.