Amor ciego,
cegadme a mí por no ver
tanta confusión y enredo.
Yo adoro a doña Felipa,
don Dionís se me anticipa,
y acobardándome el miedo
de no saber quién me dio
el ser que tan adelante
está honrándome el infante,
padezco entre un sí y un no.
¿Posible es que, sin saber
el infante mi linaje,
de este modo me aventaje?
No, temor, no puede ser.
Al rey que era noble dijo,
y mi honrado pensamiento
califica este argumento;
él sabe de quién soy hijo.
Proseguir mi dicha quiero,
y declaralla mi amor,
aunque mi competidor
me haya hecho su tercero,
que ha venido Sancha aquí
celosa, y podrá estorbar
mi dicha saliendo azar.
Amor, volved vos por mí.
Sale SANCHA
SANCHA:
Pues, mi señor cortesano,
todos estamos acá;
aunque no se dignará
de hablar un conde a un enano.
¿Qué te parece la traza
con que te he venido a ver?
¿Mas que debes de creer
que vengo a espantar la caza
de tu amor? Dame esa mano;
seguro la puedes dar,
que no me puedo casar
contigo, que eres mi hermano.