Cancionero (Petrarca)/¡Qué incauto fui, ay, triste, y me lastima

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¡Qué incauto fui, ay, triste, y me lastima
el día en el que Amor me hizo la herida,
pues paso a paso dueño de mi vida
se ha hecho y se ha encumbrado hasta la cima!

Jamás creí por fuerza de su lima
que un punto de firmeza sostenida
desfalleciese el alma endurecida;
pero esto alcanza quien por más se estima.

Es tarde ya a defensa de otra clase,
si no es probar que Amor un poco luego
este ruego mortal atienda o tase.

Que, pues ya no hay lugar, ya no le ruego
que con mesura el corazón me abrase,
mas que halle ella también parte en el fuego.