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Compendio de Literatura Argentina: 11

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


CAPÍTULO VII


JOSÉ MÁRMOL


A los poetas hasta aquí citados, excedió, en reputación popular durante su tiempo, y aún puede decirse que todavía la conserva, un ingenio romántico, muy desaliñado y muy inculto, lleno de pecados contra la pureza de la lengua, de expresiones impropias y de imágenes incoherentes; pero versificador sonoro, viril y robusto, superior á todos sus contemporáneos en la invectiva política, porque tenía el alma más apasionada que todos ellos, y dotado al mismo tiempo de grandes condiciones para la descripción que pudiéramos llamar lírica, para reflejar la impresión de la naturaleza, no en el detalle sino en grandes masas. Tal es José Mármol, nacido en Buenos Aires el 4 de Diciembre de 1818.

Arrastrado por las tendencias literarias de su época, fué romántico; pero su procedencia romántica fué esencialmente española, así como Echeverría lo había sido de origen francés. Pero por mucha que fuese la afinidad de Mármol con el romanticismo español, éste se vió reducido en su admiración y entusiasmo á un solo modelo, á Zorrilla, cuyos procedimientos de versificación trata de imitar, procurando también emular su vena opulenta y desbordada, lo que consiguió en parte, pues muchas veces deja traslucir en sus composiciones, la riqueza y colorido del modelo.

En general, en la poesía de Mármol domina un tinte de melancolía que ignata en el corazón del hombre, se refleja en la lira del poeta. Sus versos fluyen con naturalidad, aun en los momentos en que la pasión parece sofocar la inteligencia. Maneja con igual dominio todos los géneros y formas poéticas, pasando con gran facilidad de lo festivo á lo dramático, ó del tema filosófico al amoroso: abarca con su poderosa imaginación desde la novia, á la que canta con los más delicados trinos del ruiseñor, hasta el tirano, al que hace oír sus rugidos de león pronto para desgarrarlo, sin resentirse su robusta inspiración, ni en los extremos, ni en los medios de esta vasta escala en la que es digno de seguirlo por la propiedad con que adapta el carácter al género y la voz al tema.

Perseguido y envuelto en las desgracias de su patria, vive en el destierro, ya cantando tristemente las desdichas de su suelo, ya enviando aceradas flechas contra sus opresores. Es el Byron americano, llorando á su Buenos Aires entre los lúgubres tintes del ostracismo.

Sus poesías, como él lo ha dicho, pertenecen al reino de la musa de la libertad, que triste, pensarosa y melancólica como la suerte de la patria, al son de cuyas cadenas se inspiraba; proscripto y desgraciado como ella, ha puesto también sobre las sienes de la patria, la corona de su época, salpicada de lágrimas y manchada de sangre; pertenecen á esos suspiros del corazón enviados desde el extrangero hasta las playas argentinas en el ala del céfiro, ó en el rayo tierno y melancólico de la luna; á esas armonías del sentimiento con que la poesía llora las desgracias de la patria, y vive esperanzada en su porvenir, durante la larga noche de la esclavitud.

En sus versos políticos, en sus inspiraciones contra Rosas, hay un arranque, un brío, un odio tan sincero, una tan extraña ferocidad de pensamiento, que, si á veces choca por lo monstruoso, otras veces se agiganta hasta llegar á lo sublime de la invectiva. ¿En qué escritos se han reunido más hipérboles desaforadas de venganza y exterminio, más estrépito de tumulto y de batalla, más inflamada sarta de denuestos y maldiciones, capaces de embriagar el espíritu del lector más sereno y pacífico, haciéndole momentáneamente, participar de la exaltación del poeta, que en los siguientes versos?


A Rosas — 25 de Mayo de 1843.
....................
Prestadme, tempestades, vuestro rugir violento
Cuando revienta el trueno bramando el aquilón
Cascadas y torrentes, prestadme vuestro acento
Para arrojarle eterna, tremenda maldición....
Sí, Rosas, te maldigo! Jamás dentro mis venas
La hiel de la venganza mis horas agitó:
Como hombre te perdono mi cárcel y cadenas;
Pero como argentino las de mi patria, no.
A Rosas — 25 de Mayo de 1850.


Rosas! Rosas! un genio sin segundo
Formó á su antojo tu destino extraño,
Después de Satanás, nadie en el mundo,
Cual tú, hizo menos bién ni tanto daño.
Abortado de un crímen, has querido
Que se hermanen tus obras con tu orígen
Y, jamás del delito arrepentido,
Sólo las horas de quietud te afligen.
........................................
Tu reino es el imperio de la muerte.
Tu grandeza el terror por tus delitos;
Y tu ambición, tu libertad, tu suerte.
Abrir sepulcros y formar proscritos.
Gaucho salvaje de la pampa ruda.
Eso no es gloria, ni valor, ni vida,
Eso sólo es matar porque desnuda
Te dieron una espada fratricida.




Es difícil que se hayan escrito versos más violentos contra persona alguna, como no sean los famosos yambos de Arquiloco é Hiponacte, cuya lectura hacía ahorcarse a las gentes aludidas. Salvo la diferencia entre el puñal y la pluma, hay casos en que el poeta se coloca á la altura del tirano á quien combate y así como Rosas tiene en la historia su salvaje y siniestra grandeza, tienen también los versos de Mármol cierta poesía bárbara y desgreñada que los hace inolvidables.

Pero Mármol tiene en su lira otra cuerda más suave y candenciosa, sin la cual su estro hubiera degenerado fácilmente en convulsión epiléptica.

Bullen entre sus Armonías, composiciones de verdadera inspiración, como la titulada Cristóbal Colón.

...................................
Si no te han dado monumento humano.
Si no hay Colombia en tu brillante historia
¿Qué importa? ¡eh! tu nombre es el océano,
Y el Andes la columna de tu gloria.
Qué navegante tocará las olas
Donde se pierde la polar estrella,
Sin divisar en las llanuras solas
Tu navío, tus ojos y tu huella?
...................................
...................................
Vuelve después á tu mansión de gloria
A respirar la eternidad de tu alma,
Mientras queda en el mundo á tu memoria
Sobre el Andes eterno, eterna palma!


En esta composición ha unido Mármol á la idea brillante, la soberbia estructura de la forma.

En las composiciones sobre temas más ligeros encanta la sencillez y naturalidad de sus versos. Están impregnadas de este espíritu voluptuoso y ligero entre otras, el Canto del Poeta, Amor, Sueños, Adiós, Ayer y hoy, Adiós á Montevideo y A Teresa.

Hay en las Armonías de Mármol otras poesías de carácter más filosófico, como cuando libre de preocupaciones y elementos extraños, compone su Recogimiento, en que se ve al hombre cansado y afligido, sintiendo

................que le abruma la existencia
Le pesa el corazón, le duele el alma,
Y quiere, sólo, en magestuosa calma
Salir del mundo para hablar con Dios.


Su Desencanto nos presenta el espíritu del poeta triste en el destierro, y cansado por la esterilidad de sus esfuerzos, despertando á la realidad de la vida, porque

El canto del poeta es la armonía
Que del cisne la fábula revela:
Que comienza su canto en la agonía.
Y del dolor, cantando, se consuela.
Mezcla de sombra y luz, sueña la gloria,
Sueña mundos de dichas y de amores,
Y luego al despertar toca la escoria
De este prosaico mundo de dolores.


Mármol sentía grandiosamente la naturaleza y gustaba de abismarse en la contemplación melancólica que infunde las noches tropicales. Por eso, sin duda alguna, sus Cantos del Peregrino, son lo mejor de su obra poética: el pensamiento es allí más elevado y más sereno, y hasta la forma se depura algo de los muchos defectos que afean sus otras composiciones.

Los cantos de este poema son cuadros descriptivos de la espléndida naturaleza de estas regiones, calificados en su conjunto por Gutiérrez, como «un himno en loor de la magnificencia del mediodía americano,» en el que además del suave lirismo con que conmueve y arrebata el espíritu, pinta con gallardía las escenas de estos países, y expresa con brillo y soltura de imágenes lo que siente su corazón, imprimiendo á todos sus versos un sello original y característico.

Torres Caicedo dice que estos Cantos llevan el sello de la América latina y los califica de ramillete de fragantes y magníficas flores.

Carlos (nombre del peregrino) es el Harold [1] de la patria y de la naturaleza, según Gutiérrez.

Pero mientras el héroe del poeta inglés, arrastra su melancolía entre sepulcros y recuerdos, el Peregrino solo baja la vista al suelo para admirar las flores ó mira las montañas para cantar su magestad, ó al zenit para entonar un himno á la luz en su hora de su mayor esplendor.

Después de ensalzar lo que ve, canta lo que siente y en esta sublime combinación está el secreto del lirismo de esas estrofas que seducen y arrebatan y que nacen de esos dos mundos de misterio, de esas dos fuentes de inagotable inspiración, el corazón y la naturaleza.

Por esto el Peregrino es el fiel reflejo de los más íntimos sentimientos del poeta, del desterrado, del patriota y del amante que medita sobre sí mismo ó se engolfa en la grandiosidad de la naturaleza americana.

Entre los «Cantos del Peregrino» se distinguen los dedicados A las nubes, A los trópicos y A América.

De este último son los siguientes versos:

América es la vírgen que sobre el mundo canta,
Profetizando al mundo su hermosa libertad.
.............................................
Quedad mundo europeo; ennoblecido padre
De tiempos que á perderse con el presente van;
Quedad, mientras la mano do América, mi madre,
Recoge vuestros hijos y les ofrece el pan.


Entre los recuerdos del peregrino se presenta á menudo el de la mujer amada, á la que llama María, y cuya sincera pasión

No era ese amor frenético y ardiente
Que arrebata la calma,
Más que del corazón, de los sentidos;
Era esa tierna abnegación del alma
Que ni siente placer ni dolor siente
Sino en el alma del objeto amado... Mármol hizo representar en Montevideo dos dramas, pero su éxito fué muy dudoso. El Poeta, en cinco actos, es muy prosaico por su estilo, y muy mediocre por lo excesivamente romántico de su argumento.

El Cruzado, aunque desprende luz y perfume de la vida de Oriente, como dice Cortez, es muy cansado por lo largo de sus diálogos y la falta de movimiento en sus escenas, no obstante ser más regular que el anterior.

Pero ni uno ni otro parecen ser dictados por aquella misma musa que tan inspirada se había manifestado en las composiciones líricas.

Mármol también fué novelista. Su Amalia es una de las obras más populares de la literatura argentina, porque siempre es leída con el vivo interés que nace de su carácter histórico.

Es una narración anecdótica de la tiranía de Rosas: la mayor parte de los personajes que intervienen en el sangriento drama que allí se desenvuelve son reales, y aun son de rigurosa exactitud muchos de los actos y palabras que se les atribuyen. Cuanto allí pasa es de tal manera sorprendente y maravilloso, que, á no tratarse de tiempos tan cercanos, y en que la invención es imposible, parecería aborto de una imaginación extraviada y delirante por el terror de la persecución y del martirio.

La novela está escrita en un estilo demasiado descuidado; adolece de galicismos y solecismos, y por otra parte la prosa de Mármol carece del nervio é inspiración de sus versos.

Su paso por los parlamentos argentinos marca la época más importante y sólida de su agitada vida, que dejó grabada con caracteres indelebles en los anales de la política del Plata. Fué un paladín constante de la libertad en los congresos de su patria, donde ocupó sucesivamente los sillones de diputado y senador, desde los cuales llamó la atención por sus notables cualidades de orador. Desempeñó también el cargo de director de la biblioteca nacional de Buenos Aires.

Mármol perteneció á esa generación de poetas y mártires que sucedió á la guerra de la Independencia. Formó en la fila de los que salvaron del naufragio la libertad y las letras argentinas, de esos proscritos que combatieron con la espada y con la pluma contra la tiranía. Entre las personalidades de esa generación, descuella la suya, rodeada de la triple aureola de patriota, de literato y de poeta.

Trovador de la libertad y del amor, ha llevado á todas partes su lira y su esperanza, y en todas ha cantado á las divinidades tutelares del hombre: viajero y peregrino, el mar, la pampa y las montañas prestaron á sus cantos sus grandiosos acentos, sus perfumes virginales y el espléndido colorido de la naturaleza americana.

Lástima grande que en lugar de esforzarse por presentar peregrinaciones y sueños descabellados, que no tenían más que una realidad poética muy discutida; lástima que en vez de trabajar por infundir existencia permanente á un orden de ideas y de sentimientos, llamados á desaparecer, no hubiera Mármol empleado sus facultades en edificar un monumento de sólidos cimientos, con los materiales que á su alcance tenía, únicos indudablemente, que en el terreno firme de su inteligencia pudieran haberle servido para levantar templos, donde el alma de la patria depositase los tesoros de su amor.

Murió el 12 de Agosto de 1871; sus últimas palabras sintetizan la actividad incansable de su espíritu, tan duramente puesto á prueba por las muchas dificultades con que tuvo que luchar, dificultades que no consiguieron doblar su carácter extraordinario, pues la vemos aún en los extertores de la agonía pedir ¡Vida!.... para trabajar, ¡Vida!.... para luchar, ¡Vida!.... para amar y defender á su patria.


  1. Poema de Lord Byron.