Compendio de la filosofía: 24
CAPÍTULO XII.
[editar]Y en primer lugar considerada la accion en abstracto, parece que todos van de acuerdo en decir que pueda ella ser indiferente; esto es, ni honesta ni deshonesta. De hecho, ¿quien dirá que la accion del pasear, desnuda y abstraida de todas sus circunstancias, sea honesta? ¿Y por esto se dirá que sea deshonesta ? A la verdad el pasearse, si se le despoja de todas sus circunstancias, nada tiene por donde pueda decirse, ó conforme á las reglas de la honestidad, ó disconforme; y así es, ó parece indiferente. Mas si despues se considera la accion, en quien la hace, segun todas las circunstancias, hay gran dificultad en si pueda ser indiferente; y aunque los Filósofos hayan escrito poco de esto, lo han tratado sin embargo muy sutilmente los Teólogos Christianos, los quales siguiendo los principios altísimos de aquella su divina Filosofía, se han dividido en contrarias opiniones. Los mas sutiles, pareciéndoles que toda accion referida á Dios sea honesta y buena, y referida á otro fin deshonesta y mala, sostienen juiciosamente, que ninguna accion pueda ser indiferente. Mas estos siguen sus principios. Nosotros no aspiramos ahora á la sublimidad de la Teología.
Por esto siguiendo las huellas que nos dexó Aristóteles, sin ser conducido mas que de la razon humana, dirémos que puede darse muy bien alguna accion indiferente. Lo qual probarémos en esta forma. Componiéndose la felicidad de muchas partes, de las virtudes, de los placeres, de las comodidades, y pudiendo hacerse alguna cosa por fin de virtud, puede tambien alguna ser hecha por fin de placer y de comodidad, como quando uno toma la medicina no por otra cosa que por recobrar la salud, el qual piensa entónces á la comodidad, y no á la virtud. Esto supuesto, la tal accion no es ni honesta, ni deshonesta: no es honesta, pues no se hace por fin de honestidad: ni es tampoco deshonesta, porque ¿quien dirá que es cosa deshonesta el querer estar sano? Luego no siendo ni honesta, ni deshonesta, será indiferente.
Aquí preguntará alguno, si sea digno de alabanza el que toma la medicina por el fin solo de la salud, pareciendo en la realidad que lo sea, pues hace una accion razonable. ¿No es á la verdad razonable cosa el procurar la salud? Y si esto es de alabarse, ¿como dirémos que no sea una accion honesta y virtuosa?
Respondo: el que toma la medicina hace una cosa buena, y obedece á la razon; mas no lo hace por obedecerla, lo hace por estar sano, y mas bien piensa á sí mismo, que á la razon. Por esto hace una cosa buena; mas no la hace honestamente, no haciéndola por fin de honestidad. Por lo qual ni se opone á la virtud, ni la sigue. Y de aquí es que él no es digno ni de reprehenderse, ni de alabarse; puesto que se reprehenden los que hacen las acciones deshonestas, y se alaban los que hacen las honestas, y él no hace ni lo uno, ni lo otro. A no ser que quisiésemos extender la alabanza, como hacen los Poetas, y los Oradores, á todas las cosas buenas, aun comprehendiendo aquellas que no consisten en virtud, como son la belleza, la salud, y otras semejantes. En este caso alabaremos nosotros la accion de aquel que toma el medicamento, mas bien como buena y conducente á la natural felicidad, que como honesta; y en este sentido son alabadas tambien las riquezas, la nobleza, la hermosura, y todos los otros bienes que no pertenecen á la virtud.