Discurso de Cristina Fernández en el acto de conmemoración del 201° aniversario de la Revolución de Mayo

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Discurso de la Presidenta de la Nación Argentina, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, en el acto de conmemoración del 201° aniversario de la Revolución de Mayo en Resistencia, Chaco. 25 de mayo de 2011.



Gracias, muchas gracias.

Muy buenos días a todos y a todas: quiero en primer lugar, agradecer las palabras del querido Gobernador del Chaco, de Koki Capitanich, para con esta Presidenta, y también el caluroso recibimiento que en las calles he recibido por parte de todo el pueblo chaqueño. Muchas gracias de corazón.

Quiero -porque siento la profunda necesidad de hacerlo también- agradecer las palabras, en el Tedeum que acaba de finalizar, del señor Obispo de Resistencia, las palabras de afecto, de cariño y de reconocimiento a las mujeres argentinas, porque no lo tomé como un halago personal, no acostumbro a hacerlo, al contrario, creo que sus palabras simbolizaron el valor que la mujer argentina da a la vida. En ese reconocimiento, la Asignación Universal por Embarazo, y que a mí solamente como instrumento que soy, me tocó reconocer para todas las mujeres.

Quiero decirles que hoy no es un día fácil para esta Presidenta. Hace exactamente 8 años, sentada en mi banca de senadora junto a Jorge que también era senador por esta querida provincia, mirábamos jurar como Presidente de todos los argentinos a quien fuera mi compañero de toda la vida.

Yo sé que muchos legisladores que como yo estaban sentados en sus bancas, escucharon su mensaje, sus palabras, algunos tal vez creyendo, pero habían sucedido muchas cosas en la Argentina de esos años. Habíamos visto desde nuestras bancas jurar a muchos presidentes, en una semana, a cinco, y ese hombre desgarbado, que venía desde el Sur a comprometer su vida para llevar adelante las convicciones de miles y miles que 30 años antes en esa misma Plaza, se habían convocado para cambiar al país y cambiar la historia, eran las palabras de alguien que tenía profundos compromisos con su historia.

Yo no lo escuché como su esposa; lo escuché como su compañera de militancia de tantos años, y sentí que finalmente nuestro país, nuestro querido país de Argentina, iba a comenzar un camino diferente, un camino de realizaciones, de transformaciones, un camino donde los argentinos volvieran a recuperar la confianza de su país y el orgullo de ser argentinos.

Tuve la certeza de que iba a ser difícil, tuve la íntima convicción que nos iba a costar mucho -tal vez nunca imaginé cuánto- pero estoy segura que desde el lugar donde esté, está conforme con la vida que tuvo, está orgulloso de vivir la vida que vivió, porque tuvo la suerte de elegirla y porque tuvo la suerte de ver realizados los sueños de su juventud y de muchos y muchas que yo sé, él llevaba en su corazón y en su mente.

Estos años de realizaciones, estos años de transformaciones ubican hoy a la Argentina en un lugar inimaginable para nosotros mismos. Hace apenas 8 años atrás, en un mundo que se derrumba, en un mundo que durante mucho tiempo quiso inculcarnos el pensamiento único que la Argentina iba por un camino equivocado, que nos íbamos al precipicio, que estábamos desacertados en las políticas, hoy, a 8 años de ese día, y con todas las cosas terribles y maravillosas también, porque así es la vida, en la vida no es todo hermoso y todo feo, la vida se compone de momentos difíciles y momentos felices, lo importante es que los momentos felices sean lo suficientemente trascendentes para que nos hagan cambiar la vida de los millones de habitantes que tienen la esperanza depositada en quienes eligen en elecciones populares y democráticas, y yo siento, yo sentí junto a él hace exactamente un año, en otro 25 de Mayo maravilloso que fue el del Bicentenario, sentí con millones de argentinos volcados en las calles festejando y conmemorando junto a los presidentes de nuestra América del Sur, de nuestra casa, a la que definitivamente habíamos elegido como pertenencia y como identidad, recorriendo las calles de nuestra ciudad de Buenos Aires, Capital de todos los argentinos, que estábamos remontando una historia de divisiones, que no solamente teníamos para mostrar logros económicos o progresos sociales, o reformas políticas, sentí que estábamos logrando unificar la historia de un país que se había dividido desde su inicio y que merced a esas divisiones, habían venido los fracasos y las frustraciones.

Por eso, ese 25 de Mayo junto a él y junto al pueblo, quedará imborrable en mi memoria. Yo sólo le pido a Dios una cosa, que me de a mí y a todos los argentinos, la fortaleza, la entereza, la grandeza, la humildad y la solidaridad que todos tenemos que tener para poder construir un país diferente, una sociedad diferente.

Hoy, cuando venía en el trayecto, veía a miles y miles de jóvenes chaqueños con sus banderas, con su alegría, con esta juventud que ha irrumpido una vez más en la historia pero una historia diferente, en una historia donde no vienen a pelear por un lugar porque hay democracia, que irrumpen porque se siente convocada por un proyecto que gobierna el país, debo decirte Néstor, “que finalmente ese sueño que tenías ese 25 de Mayo cuando juraste como Presidente, se hizo realidad. No sé si lo habrás visto el día que te fuiste, pero estoy segura que desde algún lado de la historia lo estás viendo y lo están viendo también miles y millones de argentinos que soñaron con un país diferente”.

Gracias Chaco, gracias a todos por el cariño, por el afecto, por el compromiso. Tenemos Patria, argentinos. Estemos orgullosos de esa Patria y de esa historia que es la de todos.

Muchas gracias.