Discurso de Cristina Fernández por la implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
Estoy segura que cuando el 18 de marzo, en este mismo lugar, presentábamos el anteproyecto de Ley de Medios Audiovisuales y lanzábamos, además, una novedosa forma de participación popular en materia de construcción legislativa, como era la de recorrer con foros a lo largo y a lo ancho del país para que realmente lo que esa coalición democrática y lo que tantos otros trabajadores en la ciencia de la comunicación habían soñado fuera un proyecto colectivo, muchos pensaron que era tal vez un ejercicio político o tomarnos tiempo para negociar quién sabe qué cosas.
Sería que tal vez se creía que la política debía ser solamente eso, aceptar la realidad tal cual era y no intentar modificarla o transformarla, yo creo que la política es esencialmente la voluntad de todos y cada uno de nosotros, que en conjunto hacemos lo colectivo para precisamente modificar esa realidad que nos circunda.
Y quiero decirles algo, en estos más de 6 años de este proyecto político, que comenzó el 25 de mayo del año 2003, se han tomado muchas decisiones, se han adoptado políticas muy fuertes, impensables también en materia económica, en materia social; durante mi gestión también el tema de transferir nuevamente a la administración estatal los recursos de los trabajadores argentinos, pero déjenme decirles que hay dos decisiones, que hay dos leyes también que no fueron de la autoría ni del anterior Presidente ni de esta Presidenta: una fue la Ley de Anulación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que se la debemos a esas mujeres de pañuelos blancos, que están allí. Esa ley es de ustedes, nosotros fuimos simplemente los instrumentos políticos que llevaron adelante esa decisión empecinada, terca que ustedes tuvieron desde 1976, que era castigo y cárcel a los genocidas. Y esta otra que hoy estamos sacando los primeros decretos reglamentarios, esta Ley de Medios Audiovisuales que es de ustedes, de la coalición democrática, de las organizaciones libres del pueblo, de los hombres y mujeres, actores, periodistas, trabajadores de la ciencia de la comunicación, de las universidades, que incansablemente lucharon durante todos estos años para llegar a este resultado.
Yo quiero agradecerles también a los periodistas, a los hombres y mujeres que se dedican a la noble profesión de periodistas y que siempre fueron críticos - son y serán críticos - pero supieron separar lo que era esto, un instrumento de la democracia y que excedía largamente la pertenencia a un gobierno o a un sector político y apoyaron decidida y combativamente esta norma.
Quiero agradecerles también a los partidos políticos de la oposición, que mantuviern, mantienen y mantendrán diferencias con nosotros, pero supimos construir, desde las diferencias, los consensos necesarios para que hoy este instrumento fuera aprobado por mayorías nunca vistas en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores.
Tengan en cuenta, no más, que la ley que sancionó la transferencia al sector privado de los recursos de los trabajadores fue aprobada por la diferencia de un voto, nunca escuché cuestionar a nadie, durante el imperio del neoliberalismo en la Argentina, tan exigua diferencia. Sin embargo, seguramente nos hubiera cargado toda la vida, si apenas hubiéramos tenido uno o dos votos de diferencia. Pero allí estuvo la voluntad de todos los que creemos que es necesario vivir en una sociedad más democrática para poder construir esta ley que hoy estamos celebrando.
Creo que esto que hemos logrado ha sido más que la sanción de una ley: ha sido dar más que una profunda batalla cultural que había instalado que no era posible resistir la presión mediática de los grandes monopolios para poder llevar adelante esto. Y yo siempre he dicho que no creo en el voluntarismo, pero sí creo en la voluntad política de una sociedad y de sus representantes democráticamente elegidos para intentar esos cambios. Y aquí estamos, en esta batalla cultural también han quedado al descubierto, se han caído algunos mitos, como por ejemplo el de la libertad de prensa independiente. Hemos visto que en determinados medios de comunicación solamente se escuchaban las voces contrarias a la ley, y es por eso que este instrumento va a servir precisamente para que todas las voces - las que nos gusta escuchar y las que no nos gustan también - tengan la posibilidad de expresarse libremente.
Por eso construimos esto que más que una ley, es eso: una construcción colectiva y federal, en donde poder verse reflejados todos y cada uno de los sectores: los pueblos originarios, actores, directores de cine, periodistas, intelectuales, organizaciones de derechos humanos, movimientos de cooperativas, todos aquellos que integraron la coalición democrática, que allá por abril del 2008 me fueron a ver, a la Casa de Gobierno, no sin cierto escepticismo. Me lo tenés que confesar seguramente, me miraban y decían uuuh: "¿esta se animará?" porque ahí habían pasado muchas cosas en el país. Pero quiero decirles que nunca donde estuve sentada fue para ir a calentar sillas, nunca, nunca. En cada silla que me senté por mandato popular, con errores, con aciertos, pero por sobre todas las cosas con una profunda honestidad intelectual y con convicciones expresé lo que creo y lo que siento. Que también admito, todo el mundo puede tener derecho también a no estar de acuerdo, pero yo tengo el deber de expresar lo que creo y lo que siento, porque esa es la forma que entiendo de hacer política desde muy joven.
Y porque no fui, en este caso, a calentar el sillón de Rivadavia es que voy a dar todas las batallas que tengamos que dar para combatir la pobreza, la desigualdad, para luchar por la redistribución del ingreso, porque estoy convencida que lo importante de la función que me ha sido conferida por el voto popular es hacer honor a esos que depositaron su confianza y su fe en que las cosas deben ser cambiadas. Muchas veces hay dificultades, contramarchas, idas y vueltas, pero lo importante es saber - y quiero decírselos de corazón - que en todos y cada uno de los momentos difíciles, tal vez como a ningún presidente en estos dos años me han tocado vivir, cada una
de las decisiones que he tomado la tomé con la convicción de que estaba haciendo lo mejor para todos los hombres y mujeres que viven aquí en mi patria. ¿Saben por qué? Porque yo no creo en esa división maniquea que nos quieren imponer de buenos y malos, en esa división de partidos o de pertenencias, fundamentalmente divisoria muchas veces del campo nacional y popular, que tan bien han sabido aprovechar los sectores minoritarios pero sumamente poderosos.
Y como tenemos algunos palos en el lomo, y tenemos historias terribles que hemos vivido en la Argentina, yo quiero contribuir a seguir construyendo consensos. Por eso decía hace unos días en este mismo lugar que vamos también a lanzar una reforma política, y vamos a buscar también consenso entre todas las fuerzas políticas para la democratización de los partidos políticos. Que nadie se haga los rulos ni nadie busque argumentos o quiera ver abajo del agua, no voy a inventar nada, vamos a impulsar -quiero adelantarlo aquí- un sistema como el que ya rige por ejemplo en la provincia de Santa Fe, que permite que la sociedad elija a sus candidatos en elecciones primarias para luego ir en generales a elegir presidente, vicepresidente, senadores y diputados nacionales.
Es necesario que todos los ciudadanos participen en la elección de quienes nos van a representar, para que todos, absolutamente todos, tomemos no solamente el ejercicio de la responsabilidad de los dirigentes sino también de la responsabilidad de la sociedad cuando emite su voto y elige a quienes la representan, para que nunca nadie más pueda hacerse el distraído, porque necesitamos una sociedad comprometida con la democracia y comprometida con la política con mayúscula para poder abordar las grandes transformaciones que nuestro país necesita.
Quiero decirles también que se ha caído el mito en cuanto a que no podíamos construir consenso. Más de 200 modificaciones se hicieron en los foros y se hicieron en la cámara, no las vivimos como concesiones, las vivimos como construcciones, que son dos cosas absolutamente diferentes. Una es la concepción hacia el concepto de que algo tengo que darte para que te quedes conforme, la construcción es la convicción profunda de que si podemos ponernos de acuerdo en esto vamos a poder ponernos de acuerdo en muchas cosas más; el consenso es algo que se construye todos los días.
Pero para poder construir ese consenso necesitamos también que cada uno de los partidos políticos que tienen representación popular en las cámaras haga honor a lo que han sido sus plataformas, sus ideas y sus principios de toda la vida, porque también desde allí, desde la coherencia con las historias, con las doctrinas y con los principios, es posible construir una Argentina que vuelva a creer que es la política el real instrumento para cambiar la realidad. Y esto depende de nosotros, de los hombres y mujeres que tenemos responsabilidades institucionales. No puede ser que un día digamos una cosa y dentro de un año digamos absolutamente lo contrario, o que firmemos proyectos en un sentido y luego los neguemos a la hora de construir consensos y emitir nuestros votos. Es necesario rever esa feria de vanidades y muchas veces egoísmos personales para poder construir un país mejor.
Quiero decirles a todos que esta Presidenta no guarda rencor a nadie, al contrario, quiero seguir construyendo con todos y cuanto más gente sumemos a esta convicción democrática, a esta convicción de que hay que construir de esta manera una Argentina diferente, vamos a estar haciendo honor a tantos argentinos y argentinas que dieron su vida, y que ni siquiera sabemos adónde están, para construir una Argentina mejor.
En nombre de ellos, en nombre de ustedes y en nombre de todos los argentinos quiero convocarlos a seguir construyendo consensos como este que hoy estamos celebrando y que precisamente es la clausura de otra etapa de la dictadura. Es como que fuéramos clausurando etapas.
Y nos falta tal vez la más importante, la de la lucha por la redistribución del ingreso, que se empezó a modificar dramáticamente en 1976. Para ello también necesitamos el esfuerzo de todos ustedes y de muchos más que hoy todavía no están aquí pero que estoy segura van a comprender en algún momento de qué se trata y sin renunciar a identidades y pertenencias nos vamos a estrechar en un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todos y felicitaciones por haber persistido durante tantos años, durante tanto tiempo para lograr esto que es de ustedes, del pueblo argentino. Muchas gracias.