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Disertación acerca de la índole, importancia y uso de los refranes

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época
DISERTACION
ACERCA
DE LA INDOLE, IMPORTANCIA Y USO DE LOS REFRANES, ETC.

§ I.

Diversos nombres con que designa nuestra lengua la variedad de Dichos.—Etimología.


Al proponernos dar á luz el Refranero Español, nos creemos ante todo en el deber indeclinable de señalar justos límites á la significacion de las diversas palabras que representan en concreto la idea revelada en abstracto por la voz Dicho, esto es, aquella expresion sucinta de uso más ó ménos comun, casi siempre doctrinaí ó sentenciosa, célebre, y por lo regular aguda, con novedad en su aplicacion, antigüedad en su orígen, y aprobacion en su uso: tarea, por cierto, de mayor compromiso que lucimiento, tanto más cuanto que poco se han ocupado en el particular nuestros filólogos, y para eso incurriendo en confusiones y contradicciones mil.

Ahora bien, el Dicho, ó es vulgar ó nó: si lo primero, toma el nombre de Refran; si lo segundo, el de Adagio ó Proverbio. Entran por lo regular en el refran, como cualidades distintivas, el chiste y la jocosidad, alguna vez la chocarrería, y nó pocas el simple sonsonete; en el adagio, la madurez y gravedad propias de la moral sentenciosa; y en el proverbio la naturalidad y sencillez peculiares al relato de algun suceso acaecido en tiempo anterior. En una palabra, el refran es por lo regular festivo; el adagio, doctrinal; el proverbio, histórico. Así pues, hablando en todo rigor,

Por un perro que maté me pusieron mataperros;
Quien no castiga culito no castiga culazo; y
Horozco, no te conozco,
son dichos que pertenecen á la clase de refranes;
Ninguno puede servir á dos señores;
Haz bien, y no cales á quién; y
Come poco, cena más, duerme en alto y vivirás,
á la de adagios; y
No es por el huevo, sino por el fuero;
Villanos te maten, Alfonso; y
Marta la piadosa,
á la de proverbios. En todas tres clases reina igualmente el sentido literal que el metafórico ó parabólico, siendo, empero, aquél más propio del refran y adagio, y éste, del proverbio. Sin embargo, cumple á nuestro intento decir que, á pesar de la distincion que acabamos de establecer, el uso comun, así de los doctos como del vulgo, se desentiende frecuentemente de ella, siendo una prueba latiente de esta verdad la práctica adoptada por nuestra Academia de la Lengua al calificar indistintamente de refran á todo dicho que define, pues muy contada vez emplea la palabra proverbio en medio del caudal tan rico que de este linaje de frases hace gala en las columnas de su Diccionario, y nunca la de adagio. Asimismo debemos advertir aquí que los dichos sentenciosos compuestos por algun escritor, se han producido en nuestra lengua, á imitacion de los de Salomon, con el dictado de Proverbios, y nó con el de Adagios; título que nos parece sería más adecuado á su objeto y más conforme con su etimología, como verémos más adelante.

Sea lo que quiera, esta ciencia natural, hija del transcurso de los tiempos y de la más constante observacion divertida á cuantos fenómenos se resuelven al lado del hombre en el órden intelectual, religioso y material, segun tendrémos ocasion de demostrarlo en su lugar, se ha conocido sucesivamente con los nombres de Evangelios chicos ó abreviados, Filosofía vulgar y Sabiduría de las naciones, atento al cúmulo considerable de verdades prácticas que en sí atesora la totalidad de dichas sentencias, y á la fórmula breve y gráfica con que de ordinario son enunciadas.

No tardaron en conocer los hombres aplicados á las ciencias, á las letras y á las artes, que los principios esenciales y constitutivos de aquéllas, no tenían necesidad de ser expresados para su inteligencia mediante largas disertaciones, ántes al contrario, que esas disertaciones no eran más ni ménos que el desarrollo ó desenvolvimiento de una sentencia, verdadero gérmen que en sí llevaba aquel principio de fecundidad; y comprendiendo, por otra parte, que no á todos es dado el poseer vasto talento, como asimismo que aun el ingenio más perspicaz necesita ser auxiliado en su memoria por medio de un compendio ó prontuario en que se resuman con la mayor concision las verdades capitales sobre que se basa cualquier ramo del saber humano, obraron de un modo análogo al que pone en práctica la farmacia cuando, apoderándose de una porcion de simples, en lugar de administrarlos únos en pos de otros y en gran cantidad para combatir una afeccion dada, extrae su quinta esencia con el objeto de propinarlos reducidos á pequeñas dósis en dorada píldora, y á fin de obtener más pronto y eficaz resultado. Pero, orgullosa la ciencia al contemplar su más elevado orígen; nacida en las aulas; alimentada con los libros, y fortalecida con los experimentos facultativos, desdeñó el aplicar á las sentencias emanadas de su seno el nombre popular de refranes, ó el más culto de proverbios ó adagios; y así, las denominó sucesiva y arbitrariamente, axiomas, máximas, ó aforismos.

Las ocurrencias célebres de personas ilustres por cualquier concepto, ó constituidas en elevada posicion, recibieron igualmente un dictado particular provenido del griego: el de apotegmas; pero de éstos no nos incumbe tratar en nuestro Refranero, así porque realizando un hecho dentro de una esfera limitada, se relacionan más particularmente con la vida de un individuo, y se sustraen por tanto á la jurisdiccion de la multitud, cuanto porque suelen carecer dichas ocurrencias del laconismo que distingue al Refran. Con todo, alguno que otro de esos apotegmas ha pasado con el tiempo al dominio del vulgo, por encontrarle éste oportuna aplicacion, y en su consecuencia lo ha registrado ya en los anales de su Filosofía.

Por lo que atañe á la etimología de estas palabras, si difícil nos ha sido trazar los linderos de la heredad de cada una, no nos será más fácil ciertamente el averiguar su abolengo. Parécenos, empero, que siendo la mayor parte de los proverbios en su uso una aplicacion nueva de un principio antiguo, ó, valiéndonos de otros términos, la sustitucion actual de un dicho notable, proferido anteriormente en iguales ó parecidas circunstancias, á cualquier expresion comun y trivial que en el momento se nos ocurriera naturalmente, se resuelve dicho término en la frase latina verbum pro verbo, esto es, una palabra ó frase empleada en lugar de ótra, un verbo por otro verbo. Hácenos doble fuerza para discurrir así, el ver que tambien usaban los romanos la voz Proloquium, de donde nuestro proloquio, aunque poco usado entre nosotros, como si dijéramos igualmente eloquium pro eloquio, un modo de hablar por otro, eloquio pro eloquio, que dirían antiguamente nuestros padres.

Tocante á la etimología de adagio (adagium), parece lo más puesto en razon que se deriva de ad agendum, pues nos estimula á obrar aquello que nos enseña.

Por lo que respecta á la palabra refran, juzgamos que tomó esta denominacion en Castilla, ó porque se dice ó refiere aludiendo á algun caso particular, fábula ú ocurrencia, de donde por dicho aprobado y célebre quedó en poder del uso comun; ó ya porque la multitud lo repite ó refiere frecuentemente en sus conversaciones. Asimismo, en atencion á decirlos repetidas veces, tomaron el nombre de Dichos. Y aquí es de notar, que teniendo la lengua francesa, nuestra hermana, la palabra refrain, no signifique ésta refran, sino estribillo. Bien es verdad que hasta cierta altura el refran participa algo de la índole propia del estribillo: sin embargo, aplicada entre nosotros semejante palabra de un modo concreto al asunto de los refranes, recaería más bien sobre la repeticion de uno mismo, que nó sobre el uso frecuente de todos ellos sin distincion. Como quiera que sea, no nos parece aventurado decir que el no significar en frances la palabra refrain lo mismo que nuestra voz refran, es acaso debido á que los naturales de aquel país no son, ni con mucho, tan pródigos en el uso de los refranes en sus conversaciones como nosotros.

En el lenguaje de nuestros antepasados, venerable por su antigüedad, se usó la voz retraer, como equivalente á refran, segun lo acredita el siguiente ejemplo del Arcipreste de Hita, que escribió a principios del siglo XIV:

Verdad es lo que dicen los antiguos retraeres:
Quien en l'arenal siembra non trilla pegujares.

Llamóseles tambien palabras ó verbos, como si dijéramos, dicho ó expresion por excelencia; ensiemplos, por el ejemplo que ponían á la vista para su imitacion; castigos y castigamientos, á causa de la correccion ó enseñanza que en sí encerráran; fabliellas, en atencion á ser la moraleja de alguna fábula ó apólogo; y, últimamente, brocárdicos, importando tal vez esa denominacion del frances brocard, en cuyo idioma significa en la actualidad, pulla ó dicho chistoso y picante, y antiguamente aforismo de jurispru dencia, nombre originado, segun las mayores probabilidades, de Burchardo, obispo de Worms, ó Vormacia, célebre escritor del siglo XI y preceptor de Conrado el Sálico, quien se dedicó á escribir para instruccion de sus diocesanos sobre materias eclesiásticas y jurídicas bajo la forma de sentencias, dando por resultado una obra en folio intitulada Recopilacion de Canones, en veinte libros, que vió la luz pública el año de 1349, hoy enteramente olvidada.

§ II.

Fuentes de donde brotan los Dichos.

Inagotable es el manantial á que deben su sér los Dichos de todos los pueblos. Dejamos apuntado arriba que esta ciencia es hija del transcurso de los tiempos, y de la más constante observacion divertida á cuantos fenómenos se resuelven al lado del hombre en el terreno moral, intelectual y material; ahora nos cumple probarlo, recorriendo al efecto unas cuantas regiones de las muchas ea que se subdividen estos tres terrenos, y así se hará más palpable que, semejante á la flor que lo mismo brota espontáneamente en el campo, que cultivada en el pensil por el jardinero, ó ya regada en la maceta por la blanca mano de la apuesta doncella, exhalando siempre perfumado aroma, de igual manera nace el Dicho de boca del rústico, del sabio y del niño, siempre ostentando do nosura, lozanía y esbelleza.

Los Libros Sagrados nos saldrán fiadores, en primer término, del supuesto que acabamos de sentar, así por la veneracion que se merecen, cuanto por la antigüedad á que se remontan. Dejando á un lado El Génesis, Los Números, Los Reyes, etc., con sólo fijar nuestra atencion, por lo que respecta al Antiguo Testamento, en El Libro de los Proverbios, arsenal abundantísimo, rico minero de máximas y sentencias las más provechosas al bienestar moral, social y aun material del hombre, y, tocante al Nuevo, en Los Santos Evangelios y Epistolas de San Pablo, tenemos materia más que suficiente para acreditar el abolengo de que

El temor de Dios es el principio de la sabiduría; (Proverb. I, 7.)

La mujer hacendosa, corona cs de su marido; (Ibid. XII, 4.)

Mejor es un bocado de pan seco con gozo, que una casa llena de reses con pendencias[1]; (Ibid. XVII, 1.)

Mejor es el buen nombre que muchas riquezas; (Ibid. XXII, 1.),

Ninguno puede servir á dos señores; (Mat. VI, 24.)

Quien abrojos siembra, espinas coge; (Id. VII, 16.)

Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja, que no que se salve un rico; (Id. XIX, 24.) A Dios lo que es de Dios, y al César lo que del César; (Id. XXII, 21.) Vemos la paja en el ojo ajeno, y no la viga de lagar en el nuestro ; El que (Id. VII, 3.) al altar sirre, del altar tiene que comer; y, últimamente, de (S. Pablo. 1. á los Corintios, IX, 13.) Mejor es casarse que abrasarse.

(Ibid. VII, 9.) Complemento forzoso de aquéllos son los escritos de los PP. de la Iglesia y de los Maestros de la Teología, y en sus páginas abundan sentencias del mayor interes; v. gr.: Todo lo vence el amor.

(S. Jerónimo.) Ninguno puede ser juez en causa propia.

(S. Cipriano.) Por eso vale el oro mucho, porque escasea.

(S. Agustin.

Quien no es bueno para sí, cómo lo será para ótro?

(S. Bernardo.) La caridad bien ordenada empieza por úno mismo.

Quien quita la ocasion quita el pecado.

(Id.) (Teología.) Hasta el Catecismo de la Doctrina Cristiana ha dado márgen con alguna que otra de sus expresiones á la creacion de más de un refran. Sirvan de prueba: Qué quiere decir cristiano?

El quinto, no moler. Otros dicen: El onceno, no estorbar.

Contra siete vicios hay siete virtudes.

Doctores tiene la santa madre Iglesia que os sabrán responder.

Los oráculos del paganismo, los repentes agudos V respuestas picantes de los sabios de la antigüedadlos romances, poemas, cantares del pueblo, moles V divisas de la antigua caballería, emblemas, etc., deben ocupar el tercer puesto en el órden que hemos establecido.

Conócete á tí mismo. Este precepto de Chilon, uno de los siete sabios de Grecia, fué considerado por sus compatricios de origen tan superior, que, al decir de Plinio, lo esculpieron en letras de oro sobre el dintel del templo de Délfos, cual si fuera un oráculo emanado de la Divinidad misma[2].

Quien da priméro, da dos veces.

Di mentira, sacarás verdad.

(Seneca.) (Q. Curcio.)

Mujer, molino y huerta siempre quieren gran uso.

(Arcipreste de lita en su Ensiemplo de los dos perezosos que querian casar con una duenna.) Con lo que Sancho sana Domingo adolece.

(Rabi don Sem Tob. Proverbios morales, número 60.) Cosas tenedes, el Cid, que farán fablar las piedras.

(Romance antiguo que empieza: Cuidando Diego Laynes.) Mensajero sois, amigo, non mereceis culpa, non.

(Id. que empieza: Con cartas un mensajero.) Tanto el vencedor es más honrado Cuanto más el vencido es reputado.

A la guerra me lleva mi necesidad: si tuviera dineros no fuera en verdad.

(Cantar antiguo.) Ni del Papa beneficio, ni del Rey oficio.

(Ercilla, Araucana.) (Lema de las armas de Medina del Campo con referencia á sus antiguos privilegios de que no se proveian por Su Santidad las piezas eclesiásticas, como tampoco por el Rey los empleos de república.) Los poetas cómicos han engrosado considerablemente el vasto océano de los refranes, pues si bien muchos de éstos, que ya estaban en dominio del público, los han puesto á contribucion para sembrar sal y donaire en sus producciones teatrales, y algúnos hasta han sido empleados como título ó distintivo de sus comedias[3], no son pocos los que han creado por su parte mediante frases llenas de agudeza y gracejo, una vez cogidas por la multitud y repetidas de boca en boca por un pueblo admirador y entusiasta, y juez como nadie en el particular. Sirva de modelo por tódos, pues la cosecha abunda en nuestro terreno como en ningun otro país del mundo, el siguiente pasaje debido á la inimitable pluma de Moreto en su comedia El Lego del Cármen, jorn. 1. Un hombre se iba azotando, por la calle iba corriendo, y en cuanta taberna hallaba hacía estacion, y se estaba un cuarto de hora bebiendo.

Díjole úno: mirad que hoy beber tanto es desvario; y él respondió: Señor mio, mientras bebo no me doy.

No es menos deudora la literatura popular á los fabulistas de todas épocas.

Quien de ajeno se viste, en la calle le desnudan; El parto de los montes; Agrillas eran, dijo la zorra, y otros infinitos refranes, son debidos á la pluma del fecundo Esopo y de su digno imitador Fedro. De igual manera nuestro original Iriarte ha legado á la posteridad, entre otros: Quien haga aplicaciones, con su pan se lo coma; Sonó la flauta por casualidad; (Id. 8.a) (Fáb. 1. a) ¡Gracias al que nos trajo las gallinas!

Y nuestro popular Samaniego: En diez años de plazo que tenemos, el rey, el asno ó yo no morirémos?

Procure ser en todo lo posible (Id. 12.) (Fábula El Charlatan.) el que ha de reprender, irreprensible, (Id. Los dos Perros.) é infinitos ótros que se deslizan al guarismo.

Y haciendo insistencia sobre este particular, ¿quién duda que, á fuerza de repetirse y de andar de boca en boca tantas y tan bellas sentencias como encierran algunas fábulas en todos géneros de nuestros poetas contemporáneos, no lleguen á convertirse con el transcurso del tiempo en verdaderos refranes, adagios, ó proverbios? Nó; nadie osaría dudarlo: ántes por el contrario, á todos parecerá hoy muy natural que dentro de pocos años se citarán como tales los siguientes conceptos que, dejando á un lado por no incurrir en la nota de difuso los de otros varios fabulistas más ó ménos insignes de nuestros dias, copiamos del señor D. Juan Eugenio Hartzenbusch[4], honra de nuestra literatura.

Hueles á burro tú? Señal de serlo.

El gallo del moral.

(XXX.) No se agradece al pequeño Lo que se admira en el grande.

Es grande y noble Convertir en virtudes Imperfecciones.

(Fab. XI.) (XXXII.) Las dos seguidillas que componen la fábula vi, intitulada Bisca y amable, cuya moralidad sintetiza el pensamiento anterior, encierran tanta belleza, v están dotadas de tal naturalidad y candor, que no podemos resistir á la tentacion, por cierto nó del número de las pecaminosas, de trasladarlas á este lugar. No de otra manera nos sería dable, por otra parte, el comunicar tal cual realce á nuestro trabajo que de suyo no tiene, y el dar colorido, lozanía y vigor al cuerpo escuálido de nuestra obra, si no ingiriéramos de vez en cuando joyas de subido precio y de distintos artífices.

Dicen así: Porque tiene los ojos Bizcos y feos, No los alza Maria Nunca del suelo.

Dulce y humilde, Con los párpados bajos Las almas rinde.

Respirando su rostro Santa modestia, Con los ojos de Vénus Ménos valiera.

Es grande y noble Convertir en virtudes Imperfecciones.

Si intentaramos tomar nota ahora de todos los refranes y frases proverbiales que deben su origen á caractéres personales, ó á sucesos particulares y casos más ó ménos peregrinos y estupendos, necesitaríamos llenar un libro tal, que por su volúmen é interes merecería los honores de ser impreso por separado. Pero no pretendiendo remontar tan alto nuestro vuelo, así por faltarnos las fuerzas para ello, cuanto por no ser de esta ocasion, limitémonos á exponer el origen de los cuatro siguientes.

Sea el noble sevillano, caballero del hábito de Cristo, D. Jerónimo Carranza, el primero que nos suministre materia para comprobar los antecedentes que acabamos de exponer. Este sujeto, autor de una obra intitulada De la Filosofia de las armas, de su destreza, y de la agresion y defension christiana, impresa en Sanlúcar de Barrameda año de 1569, y que mereció ser elogiada en elegantes versos por Fernando de Herrera y Cristóbal Mosquera de Figueroa, fué tanto lo que sobresalió en el arte de la esgrima, que por su habilidad en el manejo de las armas y denuedo en acometer, se aplicó despues al que se halla en igualdad de circunstancias el dicho tan repetido hoy Envaine V.. seor Carranza.

Cuéntase en la Vida del V. P. Fernando de Contreras, escrita por el jesuita Gabriel de Aranda, que entre otros sermones que predicó aquel varon de Diospronunció úno en presencia de D. Alonso Manrique, cardenal arzobispo de la sede hispalense, en el cual, estableciendo un parangon entre S. Ildefonso, arzobispo de Toledo, y aquel Prelado, prefirió esta frase como resultado de su paralelo, que hoy se ha hecho vulgar: El, Alfonso. y vos. Alfonso, ¡ cuánto va de Alfonso á Alfonso!

Pasaba una tarde por el antiguo puente de Triana cierto fraile. y fue tanto lo que se obstino un frutero en que el religioso probara un melon que acababa de calar, y que segun él no era más ni menos que un terron de armica, que el bueno del padre no pudo sustraerse á sus reiteradas instancias. Mas como quiera que los efectos que produjo la fruta rastrera en el paladar del que la gustaba fuesen diametralmente opuestos á los voceados por el vendedor, a causa de que amargaba el cucumis melo de Linneo de puro pasado, fueron tantos y tales los gestos, ademanes y contorsiones que al escupir el fatal bocado hizo el religioso, que en són de acreditar á los circunstantes el chusco de! sevillano no podia sufrirse ya tanto dulzor, se puso a gritar una y otra vez con todos sus pulmones: Agua al padre, que se empalaga!....

Es tradicion constante que aquellas mismas orillas del Guadalquivir presenciaron luengos años ha olro hecho, que originó una exclamacion vulgarizada actualmente, y, en verdad, hastante impia si se atiende a su esencia, pero disimulable en cuanto á la viveza y oportunidad de los naturales de la tierra de Maria Zantizima. Es el caso que la distraccion o descuido de uno de estos le hizo perder pié, y de sus resultas precipitarse por un barranco cuyo término era el rio; afortunadamente encuentra unas ramas en la mitad de su brusco camino; ásese á ellas, y logra salvar su vida, ó, por lo menos, librarse del infausio baño que le aguardaba. Todo el concurso exclamó en seguida, como era natural: Gracias a Dios, que ha escapado!.... Pero el, aún bajo la impresion del sobresalto, replicó sin detenerse: Gracias á rama, que la voluntad de Dios bien conocida estaba!....

De proposito no hemos querido salir de un mismo recinto, para acreditar mas terminantemente á qué número tau considerable no ascenderia el total de los dichos ó frases proverbiales que deben su orisen á esta especialidad.

Pues en el propio caso nos encontramos por lo que respecta á las cualidades caracteristicas o privativas de muchos pueblos y provincias, y de sus habitantes, dado que su totalidad se eleva á un guarismo no poco crecido. Y aqui diremos, aunque sea de pasada, la prevencion con que en muchas ocasiones debe oir el critico tales refranes, supuesto que gran parte de ellos carecen de verdad, como dictados por el espiritu de animosidad que preside a unos pueblos respecto de otros, ó ya por un excesivo amor propio que no encuentra bueno y digno de elogio más que lo suyo. Y si nó, dígasenos: ¿no hay en Córdoba, en Búrgos ni en Pamplona, hombres, mozos y cuchillos que respectivamente puedan desacreditar, á desemejanza del calzado de cabritilla fina, aquello de que Ni hombre cordobes, ni cuchillo pamplones, ni mozo burgales, ni zapato de baldés?

¿No existen á millares en Andalucía personas de uno y otro sexo, y pertenecientes á todas edades y condiciones, formales y probas como las que más? Pues sin embargo sostiene otro refran que Al andaluz hazle la cruz.

Si á pesar de consejo tan infundado nos decidimos á girar un paseo por Granada, allí resonará en nuestros oidos que A quien Dios quiso bien, en Granada le dió de comer; y si nos trasladamos luégo á Sevilla, oirémos decir otro tanto, pero con relacion á esta capital. En la misma localidad es sentencia inapeable que Quien no ha visto á Sevilla no ha visto maravilla; pero la ciudad de la Alhambra le disputará tal preeminencia encareciendo que Quien no ha visto á Granada no ha visto nada.

Y quiera Dios que lo diga muy bajo para que no se entere la corte de Portugal, porque de lo contrarioreplicará muy finchada que Quien no vido á Lisboa no vido cosa boa.

Y cuenta con que esto último es de lo más razonable que en el particular se puede oir; porque si bien es verdad que se puede ver mucho maravilloso y bueno sin necesidad de poner los piés en Sevilla, en Granada, ni en Lisboa, al fin y al cabo se trata de tres ciudades dignas de la mayor atencion, cada cual en su clase, por las muchas relevantes circunstancias que ostentan. Pero ¿qué dirémos cuando los encomios recaen sobre pueblos que ni siquiera figuran en el mapa? Entonces contestarémos que no en balde cuenta la Retórica en el número de sus figuras á la antifrasis, por medio de cuyas leyes se permite llamar deslenguado al que tiene sobra de lengua, y Juan Blanco á aquél cuya tez compite con el azabache.

La Historia suministra tambien por su parte porcion no pequeña de hechos más ó ménos notables y distinguidos que han pasado á la posteridad envueltos en el velo del proverbio.

Allá van leyes do quieren reyes;
No es por el huevo, sino por el fuero;
Soplará el ollero, y alborozarse ha Toledo ;
Pasar una noche toledana:

hé aquí cuatro refranes históricos que han tenido por cuna á la antigua corte de los visigodos. Juntense á éstos otros cuantos nacidos en el mismo suelo, é infinitos más originados de un país como el nuestro, fértil en toda clase de acontecimientos extraordinarios, ya registrados en sus anales por la Historia, y se obtendrá un aumento considerable en el gran caudal de los refranes.

Semejantes al mar, á cuya vasta masa de agua van á desembocar las de todos los rios, sin alterar por eso su naturaleza especial, de igual modo reciben los idiomas en su seno, con el transcurso del tiempo, muchas palabras y aun frases de ótros extraños que, sin afectar en nada á su índole particular, los aumentan y enriquecen considerablemente. Prueba de este último aserto son en nuestra lengua los refranes:

Un libro grande es un gran mal,

tomado del griego;

Cuando la barba de tu vecino veas pelar, echa la tuya á remojar,

originado del árabe;

El hábito hace al monje,

dimanado del frances;

El tiempo es dinero,

procedente del inglés; y mil ótros importados de las demas lenguas que se conocen en el universo.

El trato social ha dado márgen desde los tiempos más remotos á que los hombres hayan hecho oportunas observaciones, hijas de una práctica no interrumpida, en órden á la conducta que deben guardar para con el Supremo Hacedor, para consigo mismos, y para con sus hermanos. De código tan precioso cuanto interesante extractarémos tan sólo las siguientes sentencias:

Por oir misa y dar cebada, no se perdió jornada.
Mancebo fui y envejeci, mas nunca al justo desamparado vi.
Obrar bien, que Dios es Dios.
Haz bien, y no cates á quién.
Cuando á Roma fueres, haz como vieres.

Del mal, el menos.
Hasta el cuarenta de mayo no le quites el sayo.
Pasion no quita conocimiento.
Sobre crudo, puro.

Aquí se nos ocurre una indicacion natural, dimanada del asiento que acabamos de hacer de los tres últimos refranes, y es, que el hombre analítico y observador que se dedique al estudio detenido y escrupuloso de los refranes, no debe contentarse con sólo revolver las infinitas páginas de las obras que en nuestro REFRANERO vamos á consignar, sino que además debe estudiar en el gran libro de la sociedad, bajo todas sus fases, pues muchos de sus refranes no figuran en ninguna coleccion de las escritas hasta de presente, empezando por el Diccionario de nuestra Academia, que, en medio de la riqueza que ostenta en este terreno, no apunta los tres últimos susodichos, á pesar de su uso corriente, como ni tampoco los que anotamos á continuacion:

Echar á perder una olla por un ochavo de especias;
El último mono se ahoga; Paga adelantada, paga viciosa;
A rey muerto, rey puesto; Al que quiera saber, mentiras en él;
Ya que el diablo nos lleve, que sea en coche;
Quien no la corre de joven, la corre de viejo;
La fortuna de las feas las bonitas la desean;
Fea en faja, bonita en plaza;
Quien no tiene memoria, que tenga piés;
El mal camino andarlo pronto;
El santo enojado, con no rezarle está pagado;

Lo que deja, eso lleva;
Bizcocho de monja, fanega de trigo;
Carrera que no da el caballo, en el cuerpo se le queda;

y mil y mil ótros que, hallándose en idénticas circunstancias, sería prolijo é impertinente referir ahora.

Pero nó; permitasenos insistir un poco más sobre este último particular, siquiera á fin de que parodiemos el papel de Ariadna al lado de aquellos Teseos que pretendan salir con más prontitud y acierto del verdadero laberinto que ofrece el tan intrincado cuanto recreativo estudio que hemos tomado por blanco de nuestros desvelos.

Amantes nosotros del principio de autoridad, así por inclinacion cuanto por convencimiento, creemos que el profesor de cualquier ciencia, arte ú oficio es el único voto atendible, por pericial, en aquel ramo del saber humano á que consagrara sus consiantes vigilias y no interrumpidas faligas. Ahora bien, prosiguiendo en nuestro intento de recoger, para estudiarlos despues, esos preciosos restos de la filosofia vulgar conservados oralmente al traves de las generaciones, y no comprendidos en las diversas compilaciones que de este género hicieran los eruditos, creemos que el paso más acertado que debe dar en semejante terreno el curioso investigador, es consultar á los peritos de todos y cada uno de los diversos ramos en que se subdividen las distintas clases y ocupaciones sociales. Entónces sabrá por boca de los eclesiásticos que

La lana negra cuanto más se corta más medra, y que La Iglesia de Dios cuando no chorrea, gotea; en el terreno jurídico aprenderá, y déle muchas gracias a Dios que sea en cabeza ajena, aquella maldicion atribuida á la gitana: Pleitos tengas, y los ganes; de boca de los jugadores oirá que Carta echada no es levantada; la lauromaquia le dirá que reconoce por uno de sus aforismos aquello de Toro de cinco y torero de veinticinco, como requisito indispensable para que el espectáculo de la lid no deje nada que desear á un público ilustrado y humanitario cuanto entusiasta; el arte culinario le enseñará que, evaporándose el aroma de las especias cuando se aplican á los guisos puestos á la lumbre, es por tanto toda Especia cocida, especia perdida; en suma, ¿á qué cansar ni cansarnos más, máxime cuando al buen entendedor con media palabra basta?

El mundo entero le revelará principios mil, hijos de la experiencia bajo todas las formas posibles, muchos de los cuales, segun hemos insinuado arriba, inútilmente pretendería hallarlos el estudioso en la biblioteca más numerosa y escogida. Porque como quiera que el Dicho considerado en general es un sainete que sirve para comunicar mejor gusto á los manjares de cualquier especie que sean, la literatura lo prohija siempre, no rebusando nunca el darle entrada en sus múltiples manifestaciones, ora vista el traje de la seriedad, ora el del chiste, ya el de la enseñanza, ó bien el de la diversion y recreo; en cuyo concepto podemos aseverar, sin temor de llamarnos á engaño, que raro, muy raro será el libro que haya visto la luz pública desde Guttenberg hasta nuestros dias, que no encierre en su seno alguna ó algunas sentencias de uso comunmente recibido; así como rara, muy rara será tambien la conversacion en que, á la media docena de palabras cambiadas, no se introduzcan algunos refranes que la hagan más sólida y recreativa.

§ III.

Su importancia, excelencia y utilidad en general.

Excusado parece entrar ahora en profundas investigaciones acerca de la importancia y excelencia que entrañan los refranes, y de la utilidad que prestan en el régimen y conducta de la vida respecto á la sociedad, á la familia y al individuo, toda vez que lo expuesto hasta aquí, aunque haya sido á la ligera, da de ello una idea, si no perfecta, al ménos bastante clara y comprensible. Por lo tanto serémos breves en este capítulo, concretándonos á considerar semejantes circunstancias bajo un aspecto general, y haciéndolo en términos que sirva como de complemento á lo anteriormente manifestado.

Como quiera que se puede decir de los Refranes lo que del pincel del pintor, que copia á la naturaleza bajo todos sus aspectos, de ahí es que no sustrayéndose nada á su jurisdiccion, nos dispensa inmensos servicios en todos los lances de la vida en que se necesita autorizar el principio que se defiende, y ha- cerlo al propio tiempo de un modo breve y decisivo.

En efecto, norma segura de las costumbres; regla infalible en el terreno de la higiene; faro luminoso en el comercio social; brújula que nos guía en el vasto océano de la historia; intérprete fiel de las verdades eternas que atesoran las ciencias, las letras y las artes; salsa sabrosa que derrama el donaire y la jovialidad en el discurso, conduce el proverbio al conocimiento de la filosofía moral; vale para persuadir; sirve para ornato de las bellas letras; da realce á la poesía, y se hace indispensable su estudio para la más cumplida inteligencia y acertada interpretacion de los AA. clásicos. Así es que todas las formas toma; nada se exenta de su poder; ningun género le es extraño; á todos los caractéres se adapta. Grave con el serio; chistoso con el alegre; doctrinal con el esco, lástico picaresco con el desenvuelto, todos le traen en boca, porque á pesar de la verdad que le asiste y que está en la conciencia de tódos, su forma breve, v por lo regular cadenciosa, le abonan sobre modo para inculcarse con mayor fijeza en la mente de la generalidad: : por eso su imperio es universal y tan antiguo como el mundo, y su duracion alcanzará hasta el fin de las generaciones.

No necesitamos aducir aquí ejemplos históricos á favor de estos principios, porque creemos que lo dicho hasta de presente, y, á mayor abundamiento, que con las ocasiones que se nos ofrezcan en lo sucesivo y aprovechemos oportunamente, basta y sobra para no dejar duda alguna en el particular. Con todo, citaremos un solo caso, que habla muy elocuentemente en pró del asunto que nos ocupa con motivo de este nuestro trabajo.

Allá en tiempos remotos se promovió un pleito entre atenienses y megarenses, sobre cuál de los dos pueblos tenía mejor derecho á la posesion de la isla de Salamina, y cometieron ambos el fallo de este litigio á los Anfictiones, que componían á la sazon uno de los tribunales más respetables de la Grecia. Ahora bien, ¿cuál fué la ley que tuvo presente aquel tribunal para sentenciar á favor de los atenienses? Un simple versillo de Homero, que tenía fuerza de refran entre aquellas gentes. Este dicho comun debió de ahorrar sin duda á los Anfictiones el revolver muchos pergaminos con objeto de hallar la aplicacion de la ley, y proporcionarles la ocasion de satisfacer á la totalidad del vulgo, que siempre encuentra un motivo para clavar sus incisivos dientes cuando las disposiciones emanadas de la autoridad no están al alcance de su filosofía.

Júzguese ahora por sólo este hecho, cuál y cuán ilimitada no será la influencia que ejerce el refran sobre todos los actos de la vida.

¿Es impulsado por su fogosidad el inexperto jóven á cometer empresas temerarias? Pues á poco trecho, y con sólo tender la vista en derredor suyodescubrirá palpitante el principio de que Quien ama el peligro, en él perecerá.

¿Quiere pagar un nuevo tributo al detestable vicio de la mentira ? Pues le sirve de freno, cuando los principios religiosos no le bastáran, el haber oido decir que Más presto se coge al mentiroso que al cojo.

La naturaleza humana es sumamente flaca; vaso quebradizo y deleznable, bajel que tiene contrarios los vientos todos, necesita poner en juego cuantos resorles están á su alcance para evitar cualquier choque que pudiera desbaratarla, y saber luchar con los elementos enemigos concitados á úna para echarla á pique; por eso cuida muy bien de llevar á debido efecto aquel consejo que le dice: Come poco, cena más, duerme en alto y vivirás.

Flaca en cuanto al terreno material, no lo es ménos tocante al espiritual. Cualquier injuria, por leve que sea, la indigna, subleva y exacerba; quiere tomar pronta y cumplida satisfaccion; pero ¡ay! desgraciada de ella si no recuerda en momento tan crítico que Dando gracias por agravios, negocian los hombres sabios.

Entramos, últimamente, por abreviar nuestro ya enojoso discurso, en la mansion do reposan los resfos exánimes de nuestros semejantes que fueron; y al leer en aquel grandilocuente libro, cuyas hojas son otras tantas losas funerarias, una misma verdad expresada en términos más ó ménos extensos, más ó ménos lacónicos, pero que tienden al mismo fin, cual es recordar al hombre que no pasa de ser polvo y ceniza en medio de su infundado orgullo, y que sólo en aquel respetable y silencioso recinto es donde se encuentra la verdadera igualdad, no podemos menos de exclamar entonces, aun cuando despues de haber abandonado aquella morada releguemos al olvido tan sublime leccion: Vanidad de vanidades, y todo vanidad.

Así es como cumple con su importante, excelente y útil mision el Proverbio, constituido en verdadero Mentor que aconseja y guia al hombre en cada una de las clases y condiciones sociales, y en todas las circunstancias de la vida, desde el vagido primero que su razon exhala, hasta que llega á lanzar su postrimer suspiro.

¿Con qué pagarémos, pues, los servicios que nos presta amigo tan inapreciable?

§ IV.

Ventajas que reporta su estudio aplicado á la
lingüística[5].

Innumerables secretos y primores encierra la bella habla castellana, que de seguro pasarían inadvertidos á nuestros ojos sin el auxilio del telescopio paremiológico. Grande cosecha se extiende en verdad ante nuestra vista; ¡lástima que el tiempo nos ejecute en términos de no poder recolectarla toda! Aprovechémonos, pues, de algunas de estas mieses, y quede por cuenta del laborioso y más ilustrado lector el continuar espigando las restantes.

Una de las ventajas que reporta el estudio analítico de los Refranes, con referencia á nuestra lengua, es el precisar en unas ocasiones la genuina significacion de ciertos vocablos antiguos, algunos de los cuales sólo tienen uso al presente en dichas frases, y determinar en otras la forma con que deban escribirse.

Los siguientes ejemplos nos saldrán garantes de esta verdad.

Los dineros hacen dueñas y escuderos.

Así como la palabra dueñas no revela aquí la idea de aquellas mujeres viudas que para acompañar á las señoras de distincion, y para ejercer su superioridad y vigilancia respecto de los demas criados, eran admitidas en las casas de las familias nobles ó acomodadas, sino la de matronas ó señoras, amas de sus casas, de igual manera escuderos no significa en esta ocasion criados distinguidos, sino sujetos que tienen escudo de armas de su linaje y casa.

Dice en su Diccionario la Academia, que delibrar significaba en otro tiempo despachar, en el tecnicismo forense. ¿Y por qué nó fuera del foro? preguntamos nosotros ahora, cuando ya en la Coleccion del Marqués de Santillana se lee: Delibra, mozo, delibra. cuarteron por media libra?

Asimismo se consigna en dicho texto, con la nola de anticuado, que guardar valía tanto como atender ó mirar á lo que otro hace. Sin embargo, existe de muy antiguo en nuestro idioma el adagio Guarda qué dices, que las paredes á las veces oyen, con el cual se acredita que guardar significaba igualmente atender ó mirar á lo que hace uno mismo.

Con perdon del ilustre Cuerpo anteexpresado, dirémos á renglon seguido que, abundando en el sentir de Terreros, creemos significa el adjetivo mangorrero precisamente lo contrario de lo que aquella Autoridad juzga; y á ello nos induce el de todos sabido y manoseado refran: En casa del herrero, cuchillo mangorrero.

Porque, la verdad sea dicha: si lo que se intenta probar con esta frase vulgar es, que donde hay proporcion y facilidad de hacer ó conseguir alguna cosa es cabalmente donde se suele descubrir ó verificar la falta de ella; cómo se puede compadecer semejante interpretacion con la definicion dada por la Academia al adjetivo mangorrero, diciendo se aplica al cuchillo que tiene mango? O nos equivocamos mucho, ó en el particular reina un contrasentido; y como quiera que la verdad no es más que una, de ahí que creyendo nosotros justa y acertada la interpretacion arriba dada al refran, nos acostamos á la opinion de que mangorrero es un calificativo del cuchillo que carece de mango.

El estudio paremiológico me ha hecho averiguar, si no me equivoco, la significacion, tal vez la más propia del verbo esquilar, que ni nuestra Academia ni ninguno de nuestros lexicógrafos apuntan en las columnas de sus respectivos diccionarios: dicha significacion es la de tocar la esquila. Véase cómo he procedido yo para el descubrimiento de semejante acepcion.

á La frase tan usual y corriente de A Dios, que esquilan, significativa de Me voy, porque no puedo detenerme más, no se halla en el caso de asumir el verbo esquilar en ninguna de las dos acepciones reconocidas por la mayor parte de nuestros diccionarios, tanto antiguos como modernos, porque ni el cortar con la tijera la lana de los ganados, ni el subir ó trepar un árbol sin otra ayuda que los piés y las manos á guisa de esquilo ó ardilla, me parece, con perdon sea dicho, que son causas estimulantes á ponerse en precipitada fuga, abandonando repentinamente la compañía de aquélla ó aquellas personas con quienes estuviéramos departiendo. Siguese, pues, de aquí, que algo de más imperioso, algo de más urgente debe de significar esta palabra esquilar; y ese algo, es¡ nada más natural! tocar la esquila en la iglesia, ya para aviso del pueblo, ya de los individuos pertenecientes á comunidades eclesiásticas ó religiosas, como señal de que el que guste ó tenga precision de asistir á los oficios divinos se dé prisa á llegar al templo ó á coro.

Esta opinion que acabo de sentar, y que á los ojos de algun escrupuloso en la admision de palabras ó significaciones podría pasar, cuando más, por juicio á posteriori ó de congruencia, si ya no es que la reputara una cavilosidad ó ilusion por parte mia, se ve corroborada por los prácticos en la facultad de que vamos tratando, ó dicho sea sin rodeos, por los campaneros, entre quienes dicha palabra es usada en la acepcion que ya he indicado, y que, repito, creo haber descubierto en la enunciacion de la frase proverbial mencionada.

Lo que acabo de manifestar me anima á abordar otra cuestion tan curiosa como peregrina, con cuyo motivo no sé si se me tachará igualmente de visionario. Como quiera que sea, creyendo yo ver claro en el particular, y de ninguna manera al traves del celaje de las ilusiones, y además, sin pretensiones de ningun género, se me permitirá consigne de nuevo mi opinion, en el bien entendido que si inteligencias más capaces y agudas penetran otra cosa, estoy pronto á ceder de mi dictámen, rogándoles, empero, no olviden entre tanto, que la mejor intencion es la que me ha asistido al sentar esta ocurrencia, y que las buenas intenciones son, por regla general, la vanidad de los simples, dignas de perdon cuando son inofensivas.

Hecha semejante salvedad, digo, pues, que me han hecho títere en la cabeza toda mi vida ciertas frases proverbiales, en las cuales juega de un modo particular la aritmética bajo su manifestacion más sencilla, esto es, la numeracion. Dichas frases son: Tener la cabeza á las TRES; Estar una cosa á las ONCE; Presentarse con sus ONCE de oveja; Tomar las ONCE ; Echarlo todo á DOCE; y Permanecer en sus TRECE.

Ahora bien, ¿qué significacion misteriosa se esconde en estos guarismos? Porque al crear el pueblo — en su vasta fantasía esas expresiones, en algo se habrá fundado. El pueblo, ¡ah! sí, el pueblo, cuya tendencia se inclina hacia lo maravilloso; el pueblosiempre amigo de producirse por medio de metáforas y alusiones..... ¿por qué no habrá legado á la posteridad, juntamente con estas bellas concepciones, el principio á que debieran su sér? Pero ni él, ni los eruditos aficionados á recoger sus inspiraciones, nos han dicho nada acerca del particular. Por tanto, seria presuncion temeraria en nosotros intentar descorrer el velo del enigma para ver en las locuciones susodichas cierta alusion á una palabra compuesta de tantas letras cuantas indica el guarismo especial que forma la frase, y decir que Tener la cabeza á las TRES equivale á estar ida; (1, 2, 3.) que estar una cosa á las ONCE es hallarse desordenada (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, II.) trastornada; que presentarse con sus ONCE de oveja lo hace aquél que manifiesta en su porte la mansedumbre (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11.) propia de semejante animal; que en su primitivo origen, segun confesion oral de algunos sacerdotes de Baco, tomar las ONCE significó beber cl aguardiente; (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11.) que echarlo todo á DOCE vale lanto como resolverlo en el terreno del — 34 — des barajuste ó de la (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12.) vociferacion; y, últimamente, que permanecer en sus TRECE no quiere decir otra cosa sino seguir ó aferrarse en su determina cion?

(1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 15.) Pues en ésta misma insistiré yo, interin razones más convincentes no me hagan ver palpablemente que me encuentro en un estado de alucinacion tocante al origen de semejantes frases misteriosas.

Si se pregunta á algunas personas cuál es la tercera persona del presente de subjuntivo del verbo roer, únas dirán que roya, otras que roa, y tal vez no falte algúna que se aventure á decir roiga. Yo diré entre tanto que sólo las dos fórmulas primeras son las sancionadas por nuestros refranes, como lo acreditan los dos siguientes: Cuando nace la escoba, nace el asno que la ROYA.

Quien come la carne, que ROA el hueso.

Pero no sólo sirve este estudio para poder interpretar el justo valor de las palabras anticuadas hoy, y su recta escritura, sino tambien para rastrear las reglas sintaxicas usadas por nuestros antepasados, algunas de las cuales discrepan no poco de las que al presente empleamos.

Recuérdese con este motivo que nosotros carecemos de verdadera forma imperativa en la segunda persona de las oraciones negativas, pues en tal caso nos valemos del presente de subjuntivo, diciendo: no vayas, por no v; no ames, por no ama. Pues bien; nuestros abuelos nos han legado dos refranes en los que se verifica precisamente lo contrario, á saber: que la forma imperativa propia de la segunda persona en la oracion afirmativa, subsiste inalterable, sin embargo, en la negativa. Veámoslo.

NI FIA, ni PORFÍA, ni entres en cofradía.

Ni de niño TE AYUDA, NI TE CASA con viuda.

Y ya que de la forma imperativa vamos hablando, aprovecharemos esta coyuntura para llamar la atencion del juicioso lector sobre el uso constante hoy de posponer en dicho modo gramatical el pronombre al verbo; como dá—ME, cómpra—LE, etc.; y sin embargo, hemos visto en el segundo de los refranes que acabamos de apuntar, invertida dicha regla, bien así como sucede en estos ótros: Al buen dia ábrele la puerta, y para el malo TE APAREJA.

De la mala mujer TE GUARDA, y de la buena no fies nada.

A la mujer barbuda, de léjos LA SALUDA.

A estas diferencias de construccion hay que añadir ótras que pertenecen al régimen. Así es que mientras decimos hoy hablar DE una cosa, los antiguos decian hablar EN, como lo certifican estos otros tres refranes: Queredme por lo que os quiero, no me hableis EN dinero.

Habla EN la caza, y cómprala en la plaza.

Habla EN la guerra, y no vayas á ella.

Con todo; aún conservamos esta forma en la expresion No se hable más EN ello. De igual manera las frases decir QUE si, decir QUE nó, estaban representadas antiguamente por medio de la fórmula que revela el siguiente adagio: Boca que dice DE nó, dice DE Sí.

Al tratar de curiosidades lingüísticas en el terreno del proverbio, nunca podríamos pasar por alto una prerogativa que es como característica é inherente á nuestra lengua, á saber, lo cadencioso de su acento.

Recordemos con este motivo unas notables palabras de D. Juan María Maury, en su Espagne Poétique[6] que aun cuando proferidas con relacion á nuestra poesía, no dejan, empero, de tener bastante aplicacion á nuestro objeto, dado que el pueblo es el primer autor de los refranes, y que en nuestro humilde juicio, acorde en un todo con el del P. Sarmiento, son éstos la prístina manifestacion de la poesía. Oigamos.

Las ventajas particulares de que disfruta la lengua castellana han revestido á la poesía española de un prestigio tal, y producido tan gran número de atractivos, que por fuerza tiene que resignarse á perder en las traducciones. No es ésto todo: ya sea que una gran riqueza haga que se descuiden siempre cualesquier otros medios de prosperar, ya que teniendo á su disposicion un instrumento tan bueno no bayan querido desperdiciar absolutamente nada nuestros poetas del partido que de él podían sacar, el hecho es que se desentienden á veces del pensamiento para cultivar con esmero aquello que dice relacion al lenguaje. Así los vemos brillar por medio de las combinaciones rítmicas, el chiste de los giros y lo atrevido de las locuciones, sobresaliendo de un modo especial en los efectos armónicos hacia los cuales se han encontrado tan maravillosamente favorecidos por las palabras mismas. Nosotros los meridionales nos deleitamos sencillamente con pasajes cuyo atractivo todo reside en los sonidos; ne de otra manera se explica el que un motivo musical que nada dice, pueda llegar á producir sensaciones tan sumamente agradables. » Hasta aquí lo que hace á nuestro propósito en el autor citado, cuyas palabras hemos tratado de trasladar á nuestra lengua con toda la fidelidad y energía que nos ha sido posible. Y la verdad sea dicha, ¿qué otro origen puede reconocer ese cúmulo especial de dichos familiares, que analizados mediante el telescopio de la lógica, nada dicen en cuanto al pensamiento, sí sólo respecto al oido? ¿Qué otra cosa revelan si no es el genio vivo, oportuno, chistoso, creador, altamente poético de nuestros compatricios? ¿Qué otro misterio descubren sino el de una lengua armoniosa, que debe porcion crecida del caudal de sus frases proverbiales y modismos familiares sólo al sonido, al agradable sonido material de muchas de sus palabras?

Pero no distraigamos más al juicioso lector, que por sí mismo puede hacer éstas y otras muchas reflexiones, bastando por nuestra parte el haberle hecho semejante, á nuestro ver, justa indicacion. Entre tanto, y para guiarle en sus estudios paremiológicos, formulemos aquí una lista de la mayor parte de dichas locuciones en que abunda nuestro rico idioma en este — terreno, muchas de las cuales inútilmente se buscarían en nuestros vocabularios.

Horozco, no te conozco.

Tio Chamorro, eso me ahorro.

Hombre! tu mujer te asombre.

Quién se ha muerto? Juan del Puerto.

Qué es esto? Peregil y rábano tuerto.

Qué es esto? Uvas en cesto.

Ya te veo, matita de poleo.

Cuando hablo, la boca abro.

Perder los MEMORIALES. (la memoria.) Ir á la COMEDIA. (á la comida, ó á comer.) Ila habido PERDICES. (se perdió.) Querer CASACA. (casarse.) Es un CAMAFEO. (sujeto feo.) A SEGURA llevan preso. (Toda seguridad es poca.) Yo, viendo que la cuestion se enredaba, dije: LARGUEZA. (me largo.) Ir caminando hacia VILLAVIEJA. (á viejo.) Ser VIZCONDE. (bizco.) Llamarse ANDANA. (Andar atrás, esto es, retractarse.) Vestir camisa de BRETAÑA. (Por de bretaña. Ser un bruto.) Poner piés en POLVOROSA.

(En el polvo. Esto es, huir.) Ser una cosa de VALDIVIAS, ó de Valdivieso. (De balde.) Ser de TOMARES, ó de TOMILLO. (tomada, y nó comprada.) Ser aficionado al ZUMAQUE. (al zumo de la uva.) Ser el alcalde del RONQUILLO. (En algunas ocasiones Tocar el BAJON al sueldo.

DISPARAS más que apuntas.

El que NADA no se ahogasignifica estar ronco.) (Bajarlo.) (Disparatas más que hablas.) (Quien nada dice no se equivoca.) PASCASIO me llamo. (Entre estudiantes es pasar las vacaciones de pascua en su casa.) Esta habitacion es una CHICHARRA. (Se achicharra úno en ella de puro calurosa.) El regimiento de PAVIA. (Una manada de pavos.) Acomodarse con el padre QUIETO. (Estarse quieto.) Es Maria LEOCADIA. (Es una loca.) Ir á la romería de S. ALEJO. (Ir léjos.) Se llama FEATRIZ. (Por Beatriz. Es fea.) Ser una cosa MALAGUEÑA. (mala.) Pegarse algo á las COSTILLAS. (Costarle á úno el dinero.) SOBREVINO una pendencia. (Sobre el vino.) Llevar á CAPADOCIA. (á capar.) Este sujeto ES CONDE. (esconde el dinero.) V. M. ESCOJA. (es coja.) Tener CELOSÍA. (celos.) Dar una AZOTEA. (azotes.) Dar unto de PALERMO. (Dar de palos.) Pertenecer á la cofradía de S. RÚSTICO. de S. UR(Usar de modales rústicos, urbanos.) BANO.

Los descendientes de la casa de MOSQUERA. (Los mosHa mediado la tia SIMONA. (la simonía.) Ser el PAGANO. (el pagador.) quitos.) Estar en BABIA. (Ser un babieca ó bobalicon.) Andar las siete PARTIDAS. (por muchas partes.) Estos libros irán á parar al marqués de la ROMANA. (á la romana, esto es, á ser vendidos al peso por papel viejo.) etc.

No muy distante de este particular se halla el hábito jocoso de enunciar algunos refranes en forma parecida á la verdadera ó comun, valiéndose del sonsonele, como en Agosto, FRIE EL rostro, por FRIO EN rostro, que significa precisamente todo lo contrario; y asimismo tergiversándolos en su mitad, ampliándolos, etc. Sirvan de muestra unos cuantos de los muchos que se agolpan á nuestra memoria.

No la hagas, y no la temas; y nunca hizo la cama.

Quien da pan á perro ajeno, las costuras le hacen Ilagas.

Mal de muchos, consuelo de tontos.

Quien calla no dice nada.

Un clavo saca otro clavo, si los dos no quedan dentro.

A quien madruga Dios le ayuda, si se levanta con buena intencion.

Cuando una puerta se cierra, ciento se atrancan.

A quien Dios se la dió, S. Pedro se la vendimia.

arrastra, honra.... y le arrastraban las Lo que tripas.

Últimamente, es asunto muy curioso el que se desprende de este linaje de estudios con ocasion del análisis comparativo entablado entre nuestra lengua y las extranjeras, pues vemos,que algunas frases tienen en la nuestra significacion diametralmente opuesta á la que representan en otra. Entre nosotros, v. g., Señalar con el dedo, revela una idea desventajosa en el individuo sobre quien recae dicha accion: nó asi entre los Romanos, para quienes era un distintivo honorifico, como lo acreditan, á vueltas de otras autoridades, Persio, Sat. 1.', At pulchrum est digito monstrari; y Horacio, Totum muneris hoc tui est, Quod monstror digito prtereuntium.

Asimismo, Cantar como una cigarra equivalía entre los Griegos á cantar primorosamente; en tanto que entre nosotros significa hacerlo rematadamente mal.

Y 2.0: que sucesos de idéntica ó parecida índole, ocurridos en distintos países, han dado por resultado sentencias muy semejantes en el fondo con corta diferencia en la forma. Así contemplamos que cuando Francisco I de Francia remitia la solucion de los negocios más arduos á su ministro de Estado Jorge de Amboise, en vista de la habilidad y pericia que concurrían en aquel áulico, algunos años eran pasados desde que nuestra Isabel la Católica hacia otro tanto con D. Francisco de Vargas, su alcalde de Corte; resultando de aquí, que siempre que franceses y españoles pretenden desentenderse de la averiguacion ó desenlace de cualquier asunto por complicado en demasía, apelan, aquéllos, al expediente de Laissez faire á George, il est homme d'ge; y éstos, al de Averigüelo Vargas.

Otro tanto sucede con los dos hechos históricos que procedemos á comparar entre sí por fin y postre de aqueste párrafo, hechos cuya existencia advertimos al consignarlos aquí que, por una mera casualidad, es respectivamente coetánea á los dos últimos que acabamos de parangonar.

En tiempo de los Reyes Católicos sucedió que al leer á D. Diego Osorio la sentencia de muerte que había de cumplirse en su persona al dia siguiente de notificada, fué tal el sobresalto y la congoja que se apoderó de su corazon, que en aquella misma noche se tornaron repentinamente blancos sus cabellos; de donde quedó por proverbio en nuestra nacion Las canas de D. Diego Osorio, cuando se pretende dar á entender que algun sujeto ha encanecido ántes de tiempo, por efecto de sinsabores, penas y disgustos.

Igualmente acaeció en tiempo de Francisco I de Francia, que habiendo sido sentenciado á ser decapitado Juan de Poitiers, señor de Saint—Vallier, padre de la célebre Diana de Poitiers, áun cuando alcanzó indulto momentos antes de ejecutar el verdugo su ministerio, fué tal el pavor que le sobrecogió al escuchar la sentencia, que apoderándose de él una fiebre aguda y violenta, concluyó con su existencia pocos dias despues; lo cual dió asimismo margen entre los franceses á comparar con La fiévre de Saint—Vallier á aquel temblor súbito que experimenta cualquier hombre en presencia de un peligro inminente.

§ V.

Antilogias, ó contradicciones aparentes.

Pretenden algunos destruir la virtud de un refran cuando se cita para evidenciar una verdad, oponiéndole ótro que alegan como teniendo sentido contrario, ó bien apelando á razones fundadas en la moral ó en la experiencia de los siglos, que se apartan completamente del principio por aquél sustentado: esto merece que lo estudiemos con alguna detencion, siquiera sea para defender el derecho de infalibilidad en cuya posesion se hallan al traves de tantos siglos y generaciones.

No es nuestro ánimo el analizar aquí las impugnaciones hechas por Feijóo, Gracian ni su imitador y continuador Sañez contra algunos de ellos, para poner de relieve la exageracion que pueda existir en dichos escritores: porque bien sabido es que á todo aquello que no se puede demostrar mediante una evidencia matemática se le puede presentar una objecion, por el vuelo tan remontado á que se presta la agudeza de imaginacion de ciertos talentos, á veces más ingeniosos que sólidos; como igualmente, que soliendo presidir á esa clase de escritos el espíritu festivo ó chancero, cuanto pudiera objetarse en el particular sería de todo punto inútil.

Pero bien sea en uno u otro sentido, entremos desde luego de lleno en la cuestion, y empecemos diciendo á este efecto que, por regla general, no debe entenderse la significacion del refran de un modo estricto ó ajustado á la letra, y sí tener en cuenta que siendo su forma breve y concisa, y en ocasiones más de lo justo, por acomodarse á la rima, es necesario atender más bien á lo que quiere decir, que nó á lo que literalmente suena, segun aquel consejo de San Pablo, hoy elevado á la categoría de proverbio, de que la letra mata, y el espíritu vivifica[7]. Además, fuerza es no perder de vista que si bien no tienen hoy razon de sér ciertos refranes por haber desaparecido las causas que motivaran su creacion, no por eso dejaron de ser menos verdaderos en tanto que subsistieron aquéllas. Una vez ventilados estos dos supuestos lo más breve y luminosamente que esté á nuestro alcance, quedarémos íntimamente convencidos de que no son tan falibles algunos adagios como múchos presumen.

Sensible nos es, y al acometer ahora esta empresa no puede ménos de vacilar nuestro pulso; sensible nos es, repetimos, tener que dirigir con este motivo algunos reparos á toda una eminencia como nuestro Bálmes cuando pretende patentizar el supuesto falso y pernicioso en que, segun él, estriba el adagio Piensa mal y no errarás; pero la verdad, que no es más que una, no puede transigir con las ilusiones de algunos sujetos, que nó por ser sabios dejan de ser hombres; y en su consecuencia, el respeto debido á la memoria de los varones ilustres lo entendemos nosotros tal, en cuanto no pare perjuicio á la causa de esa verdad misma. En esta suposicion, copiemos y leamos, para hacer despues nuestras deducciones.

« El mundo cree dar una regla de conducta muy importante, diciendo «piensa mal y no errarás,» y se imagina haber enmendado de esta manera la moral evangélica. «Conviene no ser demasiado cándido, se nos advierte continuamente; es necesario no fiarse de palabras; los hombres son muy malos; obras son amores y no buenas razones,» como si el Evangelio nos enseñase á ser imprudentes é imbéciles; como si Jesucristo al encomendarnos que fuésemos sencillos como la paloma, no nos hubiera amonestado al mismo tiempo que fuésemos prudentes como la serpiente; como si no nos hubiera avisado que no creyésemos á todo espíritu; que para conocer el árbol atendiésemos al fruto; y finalmente, como si á propósito de la malicia de los hombres, no leyéramos ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura que el corazon del hombre está inclinado al mal desde su adolescencia.

«La máxima perniciosa que se propone nada ménos que asegurar el acierto con la malignidad del juicio, es tan contraria á la caridad cristiana, como á la sana razon. En efecto: la experiencia nos enseña que el hombre más mentiroso dice mayor número de verdades que de mentiras, y que el más malvado hace muchas más acciones buenas ó indiferentes que malas. El hombre ama naturalmente la verdad y el bien; y no se aparta de ellos sino cuando las pasiones le arrastran y extravian. Miente el mentiroso en ofreciéndose alguna ocasion en que faltando á la verdad, cree favorecer sus intereses ó lisonjear su vanidad necia; pero fuera de estos casos, naturalmente dice la verdad, y habla como el resto de los hombres. El ladron roba, el liviano se desmanda, el pendenciero riñe, cuando se presenta la oportunidad, estimulando la pasion; que si estuviesen abandonados de contínuo á sus malas inclinaciones, serían verdaderos monstruos, su crímen degeneraría en demencia, y entónces el decoro y buen órden de la sociedad reclamarían imperiosamente que se los apartase del trato de sus semejantes.

Infiérese de estas observaciones que el juzgar mal no teniendo el debido fundamento, y el tomar la malignidad por garantía de acierto, es tan irracional como si habiendo en una urna muchísimas bolas blancas, y poquísimas negras, se dijera que las probabilidades de salir están en favor de las negras[8]

¿Y qué inferirémos nosotros á nuestra vez despues de haber leido página por otra parte tan brillante? Que toda ella es excusada con la aclaracion que el gran filósofo hace en el corolario de su disertacion, á saber que el juzgar mal no teniendo el debido fun damento, es irracional; ó lo que es lo mismo, que el juzgar mal teniendo debido fundamento, es racional.

Ahora bien, es así que el refran no dice «piensa de continuo mal y no errarás,» sino lisa y llanamente piensa mal» etc., luego debiendo atenernos siempre á lo favorable, no podemos ménos de justificar la razon de sér de dicha máxima; luego al formular el mundo semejante adagio en fuerza de decepciones y más decepciones, de desengaños y más desengaños, no ha tenido por objeto las intenciones ulteriores que Bálmes ha pretendido ver. Porque es un hecho tan claro como la luz del sol, la verdad que entraña aquel otro adagio, No habría palabra mala si no fuese mal tomada: verdadero axioma que, como principio inconcuso que estando en la conciencia de tódos no necesita demostracion alguna que dé testimonio del principio que sustenta, nos revela por su parte cuán cierta cosa es que en tratándose de pretender dar un sentido siniestro á cualquier proposicion por terminante y evidente que sea, hasta de lo más sagrado se puede abusar, cuanto y más de los principios constituyentes de la Filosofia vulgar. Y en prueba de ello, si intentaramos hacerlo así con todos y cada uno de los proverbios, empezando por los de Salomon y acabando por el dicho que profiere el pilluelo de la playa, veríamos muy luego que no quedaría ileso aquello de que

El temor de Dios es el principio de la sabiduría, como ni tampoco el que

Para los desgraciados se hizo la horca, porque en el primer caso, nos saldría al encuentro más de un beatus vir que siendo buen cristiano no habia inventado sin embargo la pólvora; y en el segundo, se levantaría de su tumba D. Alvaro de Luna certificando de lo contrario con sus últimos momentos en la plaza pública de Valladolid. ¿Cómo se deben entender, pues, debidamente entrambas referidas sentencias? La primera, que siendo la sabiduría del mundo estulticia á los ojos de Dios, en frase de San Pablo (1), por tanto Es La ciencia calificada que el hombre en gracia acabe; Porque al fin de la jornada, Aquél que se salva, sabe, Que el ótro no sabe nada; y la segunda, que cuando los malvados empuñan las riendas del poder ó poseen cuantiosos caudales, quedan regularmente impunes, á diferencia de los pobres y desvalidos, y en ocasiones inocentes, por mil y quinientas razones que, saltando á los ojos de tódos, no es del caso especificar.

Por lo que atañe al otro supuesto arriba sentado, referente á que fuerza es no perder de vista que si bien no tienen hoy razon de sér ciertos refranes por haber desaparecido las causas que motivaran su creacion, no por eso dejaron de ser ménos verdaderos en tanto que subsistieron aquéllas, con sólo citar un ejemplo tendremos lo bastante para quedar altamente sa(4) 1. á los Corint., III, 19.

tisfechos de la verdad que nos hemos propuesto demostrar en este artículo. Sea el refran

Santa Lucia, mengua la noche y crece el dia, el llamado á servirnos de garante en esta ocasion.

Cuando se inventó semejante refran, aún no se había verificado la correccion gregoriana en el cómputo de los tiempos; pero desde el año de 1582 en que se llevó a cabo dicha reforma, por la cual dispuso el papa Gregorio XIII que el dia que debía ser 5 de Octubre se contara como 15, dejó de ser exacto este refran, pues habiéndose adelantado diez dias en aquel mes, resulta que en lugar de principiar á crecer éstos desde el 13, no se efectúa hasta el 23, que es cuando acaba de verificarse el solsticio de invierno. Siguese, por tanto, que el error está de parte de los que usan hoy semejante proverbio, y nó en la estructura de éste, pues, como acabamos de probar, cuando lo inventaron nuestros padres sobrada razon tuvieron para ello[9]. Valiéndose, pues, el paremiólogo de los medios que acabamos de exponer, y de otros más ó ménos análogos que su discrecion le dicte, se abrirá paso por en medio de las dificultades que puedan presentarse ante él, á fin de derramar la claridad necesaria sobre aquellas sentencias que, aparentando contradiccion entre sí, ó bien aisladas, presentan á primera vista un supuesto falso, y sin embargo son verdaderas y, en tésis general, infalibles, una vez analizadas á la diáfana luz de la sana razon, como consecuencia forzosa de una práctica inveterada.

§ VI.

Uso y abuso.—Conclusion.

Entendemos nosotros por abuso no solamente el mal uso de una cosa, como dice la Academia, sino además, el uso excesivo ó inoportuno que de ella se hace. En su consecuencia vamos á presentar ahora bajo estos dos aspectos el abuso de los Dichos, y al efecto manifestarémos que aquél peca contra la enunciacion y la interpretacion, y éste contra la elocucion.

Sirva de ejemplo para el abuso de enunciacion: Fortuna te dé Dios, hijo, que el saber poco, te basta.

Enunciado en esta forma el refran, carece de sen- tido: pues si basta el saber poco, á qué desear que Dios envie la fortuna? Síguese, pues, que la verdadera fórmula de esta proposicion debe ser haciendo la cesura antes del adverbio poco, y decir: Fortuna te dé Dios, hijo, que el saber, poco te basta.

Como quien dice: ejerciendo entre los hombres, por regla general, y salvas las debidas excepciones, tiránico imperio la injusticia, la tropelía, y las recomendaciones, para nada vale el saber si no acompaña el favor al solicitante.

Sirva igualmente para la presente ocasion el dicho: Su alma en su palma, que no pocas personas enuncian bajo la desatinada fórmula de: Su alma y su palma.

Porque, en efecto, cuál puede ser el origen de semejante frase? Tratemos de rastrearlo. Llevando cada mortal su alma en su mano, como cantaba el Real Profeta Anima mea in manibus meis semper (Salmo CXVIII, v. 109); siendo responsable cada cuál del porvenir que á ella le espera, librándola de toda contingencia ó tropiezo, ó, por el contrario, dejándola caer, como si fuese un vaso material y frangible, hacemos uso de dicha locucion con el objeto de manifestar que declinamos por nuestra parte la responsabilidad de los actos ejecutados por la persona de quien se trata, como si diéramos á entender que, en la palma de su mano lleva su alma cuya salvacion ó ruina puede labrar, toda vez que es sabedora de lo que hace, y dado que se halla dotada del libre albedrío.

No menos frecuentemente hiere nuestros oidos aquello de que Unos tienen la fama, y otros cardan la lana, como equivalente á Pagan justos por pecadores.

Siendo así que aquel adagio significa única y exclusivamente que, en este mundo únos tienen el trabajo mientras ótros se alzan muchas veces con las utilidades, se comete en dicho caso un abuso de interpretacion.

La misma inconveniencia tiene lugar cuando se hace á Quien da priméro da dos veces, sinónimo de El que primero llega, ése la calza, supuesto que aquel refran lo que significa en rigor es, que merece alabanza ó premio el que da inmediatamente aquello que de él se exige, y con más razon todavía el que se anticipa á dar sin esperar á que llegue la ocasion de que se lo pidan.

El uso excesivo ó inoportuno de los refranes se verifica cuando se emplean éstos en el discurso con sobrada frecuencia, ó fuera de lugar y sazon. Este particular merece que lo tratemos con un poco más de detenimiento.

Dice nuestro inmortal Cervantes por boca de don Quijote en uno de los momentos de lucidez que resaltaran en aquel loco—cuerdo, que «no parece mal un refran traido á propósito; pero cargar y ensartar refranes á troche moche, hace la plática desmayada y baja.» En la propia opinion abundan nuestros preceptistas todos, aunque valiéndose de diversos términos, al ocuparse más ó ménos directamente en esta materia; con lo cual no hacen otra cosa sino asentir al dictámen de los sabios maestros de la antigüedad.

Con todo, tratándose de este particular, no podemos conformarnos con el dictámen de Ximenez Paton cuando reprueba las Cartas en Refranes de Blasco de Garay por consistir toda su textura en la junta ó agregado de muchos proverbios únos en pos de ótros, pues precisamente en eso mismo hallamos nosotros un mérito singular. En efecto, ¿no lo hay, y grande, en reunir gran copia de ellos. enlazarlos entre sí como proposiciones que son premisas ó consecuencias únos de otros, y formar á este tenor un discurso entero donde no solamente resplandece el genio, sino el talento más maduro, el más sano juicio?

Además; ¿no se comprende á primera vista que lo que Blasco de Garay se propuso fué poner de bulto y relieve el inmenso caudal que de refranes posee nuestra bella habla castellana, más envidiada por las demas naciones que envidiosa ella al contemplarse tan rica y fecunda en este terreno[10]? Si el ilustre Maes- tro de Retórica de la Universidad Salmanticense hubiese vivido más de cien años despues, y traídose á la vista un ejemplar en lengua francesa del Sermon en Proverbes[11] publicado en aquella nacion el siglo pasado, no hubiera tardado en convencerse, así de que permitiéndose todo al estilo jocoso no se niega éste por tanto á formular un discurso compuesto de sólo refranes, cuanto de que habiendo partido la iniciativa de nuestro suelo por la obra citada y ótras que aparecen en nuestro Catálogo, algun mérito debía de entrañar semejante invencion, toda vez que una nacion cual la Francia, que en literatura cemo en todo se precia de ser independiente y original, por más que en rigor no pase de ser las más de las veces una ingeniosa y hábil rapsodista, no se desdeñó de imitar á la nuéstra pasado un siglo de tener dignos modelos en que poder estudiar.

Es argumento tan claro como la luz del mediodía, el que fuera de ocasiones tales como las que acabamos de especificar, sería inoportuno é inconveniente el uso de los refranes así hacinados únos en pos de ótros, pues esto equivaldría á sentar por principio que lo accesorio usurpase el puesto de lo esencial, dado que el proverbio ó refran debe emplearse á manera de sainete, y nó como plato principal, en los banquetes literarios. Porque su uso debe ceñirse á figurar al frente de una obra como tema ó síntesis sobre que versa su estructura; en medio de cualquier escrito ó conversacion, como para sazonar, por una parte, y autorizar por otra nuestro razonamiento; al fin de una fábula ó narracion como su moralidad ó enseñanza; y, en suma, siempre que su aparicion en el discurso no se desvie del sendero trazado por los escritores de reconocida sensatez, verdadera norma y modelo de los que pretendan hablar y escribir siempre con toda propiedad y correccion, no perdiendo, empero, de vista la parsimonia que debe presidir constantemente en el estilo serio á diferencia de la mayor libertad que puede reinar en el festivo, pues que lo contrario sería incurrir en un exceso reprobado á los ojos de la generalidad. Aun así y todo vemos que es práctica casi corriente el que no constituya el refran parte esencial en la forma ó trabazon del discurso, pues las más de las veces se le suele franquear el paso con una de éstas ó parecidas salvedades: como enseña un refran....nos advierte un adagio que..... bien dice aquel proverbio que..... etc.

Hubo un tiempo en nuestro suelo en que fué tanto lo que se abuso del refran, que ni lugar tan venerando como lo es la cátedra del Espíritu Santo se halló libre de sus repetidas cuanto inoportunas incursiones. Contra tamaño desafuero se levantó denodado el famoso autor del Fray Gerundio de Campazas, verdadero Quijote contra los abusos introducidos en el púlpito español, y ridiculizando con el más fino sarcasmo y penetrante sátira el olvido tan punible en que se hubieran sumergido los depositarios de la palabra divina, logró al cabo extirpar semejantes inconveniencias en pro de la religion y de la oratoria. No creemos deber pasar por alto un testimonio de tan distinguido escritor, así por lo que se relaciona íntimamente con nuestro asunto, cuanto porque todo lo que pudiéramos decir por nuestra parte en el particular sería un pálido reflejo al lado de la luz más brillante. Oigamos.

«Sonrióse D. Casimiro, y continuando sus preguntas, dijo á Fray Gerundio: Segun el autor de Usendísima, ¿cual es la tercera fuente de la invencion? Los adagios, respondió sin detenerse. — Es fuente muy copiosa, añadió el colegial; pero Usendísima, ¿qué entiende por adagios? —¿Qué he de entender? lo que cualquiera vieja de mi lugar: Adagios y refranes son una misma cosa. — Pues qué, preguntó D. Casimiro, ¿los refranes pueden tener lugar en algun género de sermones?—Ahora salimos con eso?

respondió Fray Gerundio; y ¿cómo que pueden y deben tener lugar en ellos? No hay cosa que más los agracie y que más los embellezca; yo tengo algunos apuntamientos de adagios varios que he leido y oido en algunos sermones, los cuales verdaderamente me han suspendido, y pienso aprovecharme de ellos cuando me venga á pelo. ¿Dónde hay, v. gr., introduccion más magnífica para un sermon de honras, que la de un religioso grave en un sermon que predicó á un maestro de su órden que se llamaba Fray Eustaquio Cuchillada y Grande, cuando dió principio á su oracion fúnebre diciendo: Al maestro, cuchillada y grande? Refrany equívoco que desde luego captó, no sólo la admiracion, sino el pasmo de todo el auditorio, y hoy es el dia en que yo no acabo de aturdirme de tan bella introduccion. ¡Pues qué aquel divino asunto que predicó un famosísimo orador en las exequias de D. Antonio Campillo, párroco que fué de cierta iglesia, en cuyo campanario había fabricado á su costa una aguja? Fué, pues, el asunto: El sastre del Campillo, que puso la aguja y el hilo. Esto es ingenio, y lo demás parla, parla. Y el ctro, predicando el sermon del demonio mudo en tiempo de cuaresma, asistiendo el Santo Tribunal, dió principio con este oportunisísimo refran: Con el rey y la Inquisicion, chiton, añadiendo que por eso era mudo el demonio de que se hablaba en el Evangelio, porque estaba delante de la Inquisicion; ¿parécele á V. que no podía predicar aunque fuese delante del mismo Papa? Bastan estos ejemplares, y estoy pronto á dar á V. aunque sea un ciento de ellos, para que vea si los refranes pueden tener lugar en los sermonesque Yo, Reverendísimo, tengo muy pocas barbas para meterme en asuntos tan hondos, y más no siendo de mi profesion, que se reduce á latinidad, retórica y bellas letras, ó letras humanas por otro nombre. Sin embargo, como en Salamanca se trata casi por profesion con tantos hombres doctos, aseguro á Usendísima he advertido más de una vez á varios Padres maestros doctísimos de todas las religiones, censurar mucho á los predicadores que usan de los refranes populares y chabacanos en sus sermones. Los más templados dicen que es una insulsisima puerilidad; otros se adelantan á calificarlo de insigne mentecatez; y aun no faltan algunos que lo llaman frenesí, locura, profanacion del púlpito, y otras cosas de este modo: yo refiero, no califico. Lo que á mí me toca por mi profesion, es asegurar á Usendísima, que jamás entendí, leí ni oí que otros entendiesen por el nombre de adagios, en cuanto fuente de la invencion oratoria ó retorical, lo que entiende Usendísima, esto es, los refranes populares. Pues ¿qué se entiende por el nombre de adagio? replicó Fray Gerundio. Voylo á decir, respondió D. Casimiro.

«« Adagio ó proverbio (que todo es uno), es una sentencia grave, digna, hermosa y comprendida en pocas palabras, sacada como del sagrado depósito de la filosofía moral: Proverbium est verbum dignitatem habens, et tanquám é sacro philosophiae, unde antiquitatem trahit, depromptum, aequo, gravi, et pulchro aspectu. Por eso Hamó Aristóteles á los proverbios, « preciosas reliquias de la venerable antigüedad preservadas en la memoria de los hombres de la lastimosa ruina que padeció la verdadera filosofía, debiendo esta preservacion á su misma brevedad, destreza y elegancia.» Cúm proverbia dicant Aristoteles at veteres philosophi, inter máximas hominum ruinas, intercedentes quasdam reliquias ob dignitatem posteris servatas. Si no me engaño mucho, á esto se reducen los Proverbios de Salomon, que distan infinitamente de ser refranes vulgares, siendo una coleccion de sentencias verdaderamente divinas, enderezadas todas á gobernar nuestras acciones por la regla de una perfectísima conducta cristiana, política y racional[12]

Afortunadamente para la causa de la Religion y de la ilustracion de nuestro país, ha reivindicado el púlpito en nuestros tiempos los derechos que de justicia le pertenecen; y si por casualidad se hallase hoy algun nuevo Gerundio, fuerza es no relegar al olvido que una golpndrina no hace verano.


Despues de cuanto hemos creido indispensable encerrar en esta Disertacion, á pesar de lo mucho que omitimos, pero que, á darle cabida en esta ocasion[13], tal vez se saliera de los límites de nuestro propósito, concluyamos diciendo que el estudio paremiológico es más útil é importante de lo que á primera vista aparenta, pues nó porque los Refranes deban su sér al vulgo se hacen ménos acreedores á la consideracion del hombre de letras; ántes al contrario, son tanto más dignos de su atencion, cuanto que, como acabamos de ver, reflejan el grado de la cultura de un pueblo; y en su consecuencia, menospreciar semejante estudio equivaldría á olvidar su pasado, y olvidar su pasado no es otra cosa que renunciar á su historia. Además, como quiera que este ramo de la literatura abraza el estudio del Dicho en general, pueden derivarse del análisis comparativo entre las diversas formas que éste ostenta, grandes descubrimientos y oportunas aplicaciones en más de un sentido; pues si bien los Axiomas vienen á ser como los Refranes de la Filosofia cientifica, los Refranes no son más ni ménos que los Axiomas de la Filosofía vulgar.


APENDICE.

LE SERMON EN PROVERBES.

Tant va la cruche à l'eau, qu'à la fin elle se casse.

(Ces paroles sont tirées de Th. Corneille, Moliére et compagnie; Sganarelle à don Juan, acte V, scéne 3.)

Mes chers fréres,

Cette vérité devrait faire trembler tous les pécheurs; car enfin Dieu est bon, mais aussi qui aime bien châtie bien. Il ne suffit pas de dire: je me convertirai; ce sont des propos en l'air; autant en emporte le vent. Un bon tiens vaut mieux que deux tu l'auras, il faut ajuster ses flûtes, et ne pas s'endormir sur le rôti; on sait bien où l'on est, mais on ne sait pas où l'on va, et quelquefois on tombe de fièvre en chaud mal; l'on troque son cheval borgne contre un aveugle.

EL SERMON EN REFRANES.

Tantas veces va el cantarillo á la fuente.....

(Palabras tomadas de Cervantes, en su Don Quijote, parte 1.ª, cap. XXX.)

Mis amados hermanos:

Esta verdad debería hacer temblar á todos los pecadores, porque áun cuando Dios es bueno, quien bien te quiera te hará llorar; pues no basta decir: yo me convertiré, porque esto no pasa de ser hablar al aire, y sabida cosa es que palabras y plumas el viento las lleva. Más vale un toma que dos te daré; sin poner los medios no se consigue el fin; no hay que dormirse en las pajas, pues nadie sabe en qué vendrá á parar el dia de mañana; y no pocas veces sucede que huyendo del perejil nos nace en la frente, y que se sale de Heródes para entrar en Pilátos.

Au surplus, mes chers freres, honni soit qui mal y pense. Il n'est pire sourd que celui qui ne veut pas entendre; á décrasser un More, on perd son temps et son savon; et l'on ne peut faire boire un ane s'il n'a soif.

Suffit, je parle comme saint Paul, la bouche ouverte, et pour tout le monde; et qui se sent morveux se mouche; ce que je vous en dis, n' est pas que je vous en parle; mais comme un fou avise bien un sage, je vous dis votre fait, et ne vais pas chercher midi á quatorze heures.

Oui, mes fréres, vous vous amusez á la moutarde, vous faites des chteaux en Espagne, mais prenez garde, le démon vous guette comme le chat fait la souris: il fait d'abord patte de velours; mais quand une fois il vous tiendra dans ses griffes, il vous traitera de Turc á More, et alors vous aurez beau vous chatouiller pour vous faire rire, et faire le bon aptre, vous en aurez tout du long et tout du large. Si quelq' un revenait de l'autre monde et qu' il en apportt des nouvel—Por lo demás, queridos hermanos, jura mala en piedra caiga; no hay peor sordo que el que no quiere oir; es perder tiempo querer volver blanco lo prieto, y no llevarán el asno al agua si no tiene gana. Básteos saber que hablo como mi abuela, con la boca abierta para que todos me entiendan; conque así, al que le pica, que se rasque, porque lo que os estoy diciendo no son cuentos de camino, sino que como los locos dan banquetes para los cuerdos, yo cumplo con deciros las verdades del barquero, y no trato de andar buscando cinco piés al gato.

Sí, hermanos mios, andais mirando las musarañas, no pensais más que en levantar castillos en el aire; pero.... ratones, arriba, que no todo lo blanco es harina; el demonio os halagará en un principio haciéndoos la mamola; mas tened entendido, que cuando os haya apresado entre sus garras os tratará á la baqueta, y entónces, por más que querais poner á mal juego buena cara, y hacer la gata ensogada, trabajo os mando. Si viniera algúno con noticias les, alors on y regarderait á deux fois; chat échaudé craint l'eau froide; quand on sait ce qu' en vaut l'aune, on y met le prix; mais lá dessus les plus clairvoyants n'y voient goutte. La nuit tous les chats sont gris, et quand on est mort c'est pour longtemps.

Prenez garde, dit un grand homme, n'eveillez pas le chat qui dort; l'occasion fait le larron; mais les battus payeront l'amende; fin contre fin ne vaut rien pour doublure; ce qui est doux á la bouche est amer au cur, et á la Chandeleur sont les grandes douleurs. Vous tes á l'aise comme rats en paille; vous avez le dos au feu et le ventre á table: on vous préche, et vous n'écoutez pas; je le crois bien, ventre affame n'a point d'oreilles; mais aussi rira bien qui rira le dernier. Tout passe, tout casse, tout lasse; ce qui vient de la flte retourne au tambour; et l'on se trouve le cul entre deux selles; mais alors il n'est plus temps, c'est de la moutarde aprés diner; il est trop tard de fermer l'écurie quand les chevaux sont dehors.del otro mundo, abriríais tanto el oido, semejantes al gato escaldado que del agua fria huye, porque de los escarmentados nacen los avisados; pero en este particular tódos estamos rapados á navaja; de noche todos los gatos son pardos, y el que se muere, por allá se queda.

Cuidado, dice un gran varon, con despertar al gato que duerme; en puerta abierta el justo peca; pero sobre cuernos, penitencia, y donde las dan las toman; no todo lo que se quiere se debe, y cuando se van los amores quedan los dolores.

Estais como aquél que dice: aquí me las den todas; pues media vida es la candela, pan y vino la otra media; conque así, predícame, padre, que por un oido me entra y por ótro me sale; no lo extraño, porque estómago hambriento no escucha razones; pero lo cierto es que al freir será el reir, y al pagar será el llorar. Todo tiene fin en este mundo; los dineros del sacristan cantando se vienen y cantando se van: muchas veces acuden dos al saco, y el saco en tierra; y no pocas sucede que cuando Souvenez—vous donc bien, mes chers fréres, de cette le on: faites vie qui dure; il ne s'agit pas de brler la chandelle par les deux bouts. Qui trop embrasse mal étreint; et qui court deux liévres á la fois n'en prend point. Il ne faut pas non plus jeter le manche aprés la cognée. Dieu a dit: Aide—toi et je t' aiderai. N'est pas marchand qui toujours gagne; quand on a peur du loup, il ne faut pas aller au bois; mais contre mauvaise fortune, il faut faire bon cur, battre le fer tandis qu' il est chaud. Un homme sur la terre est toujours sur le qui—vive. On ne sait ni qui vit ni qui meurt; l'homme propose et Dieu dispose; tel rit aujourd'hui qui dimanche pleurera; il n' est si bon cheval qui ne bronche; quand on parle du loup, on en voit la queue.

Oui. Messieurs, aux yeux de Dieu tout est égal, riche se intenta levantarlo ya es tarde, verificándose aquello de que al asno muerto la cebada al rabo, y despues de vendimias, cuévanos.

Por lo tanto, acordos bien, mis queridos hermanos, de esta leccion que os voy á dar: quien quiera ser viejo, comiéncelo presto, porque el que adelante no mira, atras se queda; quien mucho abarca poco aprieta, y quien todo lo quiere todo lo pierde. Tampoco debemos echar la soga tras el caldero, porque Dios ha dicho: ayúdate, y yo te ayudaré; por otra parte, el perder y el ganar, todo es comerciar, y quien no quiera ver lástimas no vaya á la guerra; pero es preciso no olvidar lo necesario que es á veces hacer de tripas corazon, y que al hierro caliente batir de repente. Quien mucho duerme poco medra; tan presto va el cordero como el carnero; el hombre propone y Dios dispone; del bien al mal no hay un canto de real; el más sabio la yerra; y en nombrando al ruin de Roma, al punto asoma.

Sí, Señores, ante Dios to dos los hombres son iguales, ou pauvre, n' importe. Bonne renommée vaut mieur que ceinture dorée. Les riches payent les pauvres, et ils se servent souvent de la patte du chat pour tirer les mar rons hors du feu; mais chacun pour soi et Dieu pour tous. Un auteur célébre a dit: chacun son métier, les vaches serent bien gardées; il ne faut pas que Gros—Jean remontre á son curé. Chacun doit se mesurer á son aune; et comme on fait son lit on se couche. Tous les chemins vont á Rome, dit—on, mais il faut les connatre, et ne pas prendre ceux qui sont pleins de pierres; il faut aller droit en besogne, et ne pas mettre la charrue devant les boeufs. Quand on veut son salut, voyez—vous, il faut y aller de cul et de tte, comme une corneille qui abat des noix. Si le démon veut vous dérouter, laissez—le hurler; chien qui aboie ne mord pas; soyez bons chevaux de trompette, ne vous effarouchez pas du bruit. Les méchants vous riront au nez, mais c'est un rire qui ne passe pas le nud de la gorge. Au demeurant, chacun á son tour; et puis, á chaque oiseau, sonlo mismo el rico que el pobre; y por lo tanto nada significa en su tribunal aquello de más vale buena fama que cama dorada; así es que si los ricos pagan á los pobres, tambien sacan el ascua con mano ajena; por eso lo más seguro es que cada úno para sí, y Dios para tódos. Ha dicho cierto célebre autor que la misa digala el cura, y que en vano pretenden engañar los pollos á los recoveros; por tanto ningúno extienda la pierna más allá de donde le alcance la sábana, y tenga presente que quien mala cama hace, en ella yace. Dicese que todos los caminos van á parar á mi casa; pero el quid está en conocerlos, y no seguir los que están sembrados de piedras, pues debemos ir derechos al bulto, y no tomar el rábano por las hojas.

Cuando desea úno alcanzar su salvacion, ya comprendeis que es preciso hacerlo de hoz y de coz; si el demonio quiere desorientaros, aúlle cuanto quiera, que perro que ladra no muerde; en el ínterin, estad vosotros curados de espanto y hechos á prueba de bomba. Reiránnid semble beau; aprés la pluie le beau temps et aprés la peine, le plaisir; mais laissez dire, allez: trop gratter cuit, trop parler nuit. Moquez—vous du qu'en dira—t—on, et ne croyez pas que qui se fait brebis, le loup le mange. Dieu a dit: Plus vous serez humiliés sur la terre, plus vous serez élevés au ciel.

Ecoutez bien ceci, mes enfants, je vous parle d'abondance de cur: il n'est qu'un mot qui sauve; il ne faut pas tant de beurre pour faire un quarteron. Quinconque fera bien trouvera bien. Les écrits sont des mles, et les paroles sont des femelles, dit—on; mais on prend le buf par les cornes, et l'homme par les paroles; et quand les paroles sont dites, l'eau bénite est faite.

Faites donc de sérieuses réflexions, mes fréres, choisissez d'tre á Dieu ou au diable, il n'y a pas de milieu; il faut passer par la porte ouse los malvados en vuestras barbas; no os importe, que su risa es de dientes afuera; por lo demás, cada uno atienda á su juego; así como así á cada pájaro le gusta su jaula; despues de la tormenta vuelve la serenidad, y tras de este tiempo ótro vendrá; digan, que de Dios dijeron, pues quien mucho habla, mucho yerra.

Burlos del qué diran, y no creais sino que al que se hace de miel se lo comen las moscas, teniendo entendido que á quien se humilla Dios le ensalza.

Atended bien á lo que os voy á decir, hijos mios, pues os hablo con el corazon en las manos; y como la verdad no es más que una, el camino corto présto es andado. El hacer bien nunca se pierde; obras son amores, que nó buenas razones, segun dicen por eso conviene tomar al buey por el asta, y al hombre por la palabra, y porque palabra y piedra suelta no tienen vuelta.

Pensad, pues, seriamente, mis queridos hermanos; y puesto que en este asunto no hay término medio, decidios por pertenecer á Dios par la fentre; vous n'tes pas ici pour enfiler des perles, c'est pour faire votre salut le démon a beau vous dorer la pilule, quand le vin sera versé, il faudra le boire; et c'est au fond du pot qu'on trouve le marc.

Au reste, á l'impossible nul n'est tenu; je ne peux pas vous sauver malgré vous. On dit que ce n'est rien de parler, le tout est d'agir; et comme charité bien ordonnée commence par soi—mme, je vais tcher de faire mes orges, et de tirer mon épingle du jeu; alors, quand je serai sauvé, arrive qui plante; allez au diable, je m'en lave les mains.

Au nom, etc.ó al diablo. O herrar, ó quitar el banco; aquí no habeis venido para papar moscas, sino para pensar en vuestra salvacion, y por más que el demonio dore la píldora, á lo hecho no hay remedio, y el último mono se ahoga.

Por lo demás, nadie está obligado á lo imposible, y así, en vano trataría yo de salvaros contra vuestra voluntad. Dicese que el amor y la fe en las obras se ve; y como la caridad bien ordenada empieza por úno mismo, voy á tratar de hacer mi agosto, y recoger velas en tiempo oportuno.

Despues que yo me haya salvado, poco me importa que se hunda el mundo, y que cargue el diablo con vosotros, que yo me lavo las manos.

En el nombre, etc.


  1. Este proverbio lo ha vulgarizado nuestro pueblo diciendo: Más vale vaca en pas que pollos con agras.
  2. Esta costumbre de fijar inscripciones en la fachada de los edificios era muy comun en tiempo de nuestros antepasados. Aún se conserva en Toledo una casa particular sobre cuya puerta se lee en caractéres renovados: Parva propria, magna; magna aliena, parva; frase gráfica que concuerda en cierta manera con aquello de Más vale ser cabeza de raton que cola de leon.
  3. Ya seria tarea para un rato el pretender catalogar las comedias, sainetes, etc., tanto del teatro antiguo español, cuanto del moderno, cuyo titulo es un Dicho más ó ménos vulgar. En nuestros tiempos se ha dado en llamar Proverbio, á imitacion de los franceses, toda pieza dramática de corta duracion en la que se verifica semejante circunstancia.
  4. Cuentos y Fábulas de D. Juan Eugenio Hartzenbusch. Segunda edicion. Madrid. Rivadeneyra, 1862. 2 volúmenes 8. menor.
  5. Llama la atencion que palabra tan comunmente usada por nuestros más respetables literatos algunos años ha; que no puede ser reemplazada por otra; reconocida por la Academia misma, toda vez que no la ha rechazado cuando algunos de sus miembros disertaran públicamente á nombre suyo; y, lo que más es, sancionada por dicho venerable Cuerpo al usarla en la definicion que da en la última edicion de su Diccionario á la palabra afijo; llama la atencion, volvemos á decir, que la voz lingüistica no haya obtenido el lugar que de derecho le corresponde en la undécima edicion del Diccionario de la Real Academia Española. Tal vez la omision de dicha voz, como asimismo las de abaniquería, adulto, coactar, embriagado, encordadura, etc. sea debida un olvido involuntario, más o menos disculpable en trabajos de esta naturaleza; asi, nos lisonjeamos de que tanto estas palabras como otras muchas, y no pocos refranes y frases proverbiales comunmente usadas de que hasta ahora ha hecho caso omiso tan digna Corporacion, merecerán ver la luz pública en las columnas de dicha obra á su reaparicion por duodécima vez.
  6. Tomo I, pag. 37. Faris, 1826.
  7. Segunda á los de Corinto, III, 6.
  8. El Criterio, Cap. VII, párrafo 11.
  9. Plácenos sobremanera ei hacer aquí una indicacion, que ahora se nos ocurre, y que aun cuando no dice relacion alguna á nuestro objeto primordial, creemos que por lo peregrina no desagradará á nuestros lectores.

    La noche del 4 de Octubre de 1582 murió santa Teresa de Jesus, y el dia siguiente, como hemos dicho arriba, se contó por 15 en vez de 5. ¿No parece providencial la traslacion mejor vida de nuestra Compatrona en período tan crítico, para que lisonjendose la imaginacion de sus hijos é hijas de religion, y del crecido número de sus entusiastas admiradores, de que ya había transcurrido todo este espacio, encontraran algun lenitivo su dolor en el tiempo, único alivio para nuestras penas? A quien como yo es español, y admirador como el primero de esta Heroina bajo el cua- druple aspecto de santa, fundadora, doctora y literata; y que por aditamento se gloría de vestir desde sus primeros años el escapulario carmelitano, creo que puede permitirsele este pequeño desahogo.

  10. Aprovecho esta ocasion para copiar textualmente unas palabras del P. Sarmiento (Memorias para la Historia de la Poesia y Poetas españoles, pg. 179) con referencia á un testimonio nada sospechoso por extranjero. Dice asi: «No me atreviera á decir lo que siento de los (refranes) españoles, esto es, que exceden todos en agudeza, si no tuviese un erudito desapasionado que lo hubiese dicho antes. Este es el famoso Salmasio, quien en carta escrita al citado Lewino Warnero, que sacaba á luz los Proverbios Pérsicos, resueltamente concede la primacia en este género á los españoles sobre todos los europeos. Inter Europeos, Hispani in his excellunt: Itali vix cedunt: Galli proximo sequuntur intervallo.» En vista de semejante espontánea confesion, no nos extrañará ya que todas las naciones se hayan apresurado como porfia formar colecciones más o menos extensas y razonadas de nuestros refranes.
  11. Folleto de 11 páginas en 18. Hemos creido oportuno el trasladar á nuestra obra dicho curioso opúsculo, tal vez desconocido en nuestro suelo, y al hacerlo asi, hemos puesto algo de nuestra cosecha expresando su traduccion al lado, sin permitirnos más libertades que las necesarias para no incurrir en una version literal, vel quasi, y nó como alarde de erudicion, en gracia de las personas poco familiarizadas con este linaje de estudios, más difícil de lo que primera vista parece, o cuyas ocupaciones divirtieran su atencion á asuntos más urgentes é importantes. Véase el Apéndice á esta Disertacion.
  12. Lib. V, cap. III.
  13. Los Refranes forman tambien parte muy interesante de los Juegos de sociedad. ¿Quién no conoce los Refranes colocados, los Refranes propuestos, los Refranes representados o en accion, etc.? Pues dichos juegos no pueden ejecutarse sin tener un conocimiento más que mediano de la paremiologia, á fin de hallarse en disposicion de ocurrir pronta y acertadamente á todas las condiciones y exigencias que constituyen la indole de pasatiempo tan ingenioso como recreativo.