Don Álvaro o La fuerza del sino: 03
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Escena primera
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Don Álvaro o La fuerza del sino - Primera jornada |
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OFICIAL | Vamos, Preciosilla, cántanos la rondeña. Pronto, pronto: ya está bien templada. |
PRECIOSILLA | Señorito, no sea su merced tan súpito. Déme antes esa mano, y le diré la buenaventura. |
OFICIAL | Quita, que no quiero zalamerías. Aunque efectivamente tuvieras la habilidad de decirme lo que me ha de suceder, no quisiera oírtelo... Sí, casi siempre conviene el ignorarlo. |
MAJO | (Levantándose) Pues yo quiero que me diga la buenaventura esta prenda. He aquí mi mano. |
PRECIOSILLA | Retira usted allá esa porquería... Jesús, ni verla quiero, no sea que se encele aquella niña de los ojos grandes. |
MAJO | (Sentándose.) ¡Qué se ha de encelar de ti, pendón! |
PRECIOSILLA | Vaya, saleroso, no se cargue usted de estera, convídeme a alguna cosita. |
MAJO | Tío Paco, déle usted un vaso de agua a esta criatura, por mi cuenta. |
PRECIOSILLA | ¿Y con panal? |
OFICIAL | Sí, y después que te refresques el garguero y que te endulces la boca, nos cantarás las corraleras. |
(El aguador sirve un vaso de agua con panal a Preciosilla, y el Oficial se sienta junto al Majo.) | |
HABITANTE 1º | Hola; aquí viene el señor canónigo |