Don Álvaro o La fuerza del sino: 15
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Escena cuarta
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Don Álvaro o La fuerza del sino - Segunda jornada |
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Se abre la mirilla que está en la puerta, y por ella sale el resplandor de un farol que da de pronto en el rostro de DOÑA LEONOR, y ésta se retira como asustada. EL HERMANO MELITÓN habla toda esta escena dentro
H. MELITÓN | ¿Quién es? |
DOÑA LEONOR | Una persona a quien interesa mucho, mucho, ver al instante al reverendo P. Guardián. |
H. MELITÓN | ¡Buena hora de ver al P. Guardián!... La noche está clara, y no será ningún caminante perdido. Si viene a ganar el jubileo, a las cinco se abrirá la iglesia; vaya con Dios; él le ayude. |
DOÑA LEONOR | Hermano, llamad al P. Guardián. Por caridad. |
H. MELITÓN | ¡Qué caridad a estas horas! El P. Guardián está en el coro. |
DOÑA LEONOR | Traigo para su reverencia un recado muy urgente del P. Cleto, definidor del convento de Córdoba, quien ya le ha escrito sobre el asunto de que vengo a hablarle. |
H. MELITÓN | ¡Hola!... ¿del P. Cleto el definidor del convento de Córdoba? Eso es distinto... iré, iré a decírselo al P. Guardián. Pero dígame, hijo, ¿el recado y la carta son sobre aquel asunto con el P. General, que está pendiente allá en Madrid?... |
DOÑA LEONOR | Es una cosa muy interesante. |
H. MELITÓN | ¿Pero para quién? |
DOÑA LEONOR | Para la criatura más infeliz del mundo. |
H. MELITÓN | ¡Mala recomendación!... Pero bueno; abriré la portería, aunque es contra regla, para que entréis a esperar. |
DOÑA LEONOR | No, no, no puedo entrar... ¡Jesús!!! |
H. MELITÓN | Bendito sea su santo nombre... ¿Pero sois algún excomulgado?... Si no es cosa rara preferir el esperar al raso. En fin, voy a dar el recado, que probablemente no tendrá respuesta. Si no vuelvo, buenas noches, ahí a la bajadita está la villa, y hay un buen mesón. El de la tía Colasa. (Ciérrase la ventanilla, y DOÑA LEONOR queda muy abatida.) |