Señor, Mastrique está fuerte,
¿de qué sirve detenerte,
perder gente y tiempo aquí?
Tiran mil bombas de fuego
y cadenas, que una sola
lleva veinte hombres de bola,
que es un temerario juego;
tienen tantas invenciones
y defensas, que en mil años
no temerán nuestros daños,
ni entrarán nuestros pendones;
apenas a vuestra Alteza
una blanca le acompaña,
ni se la envían de España,
que esta es la mayor flaqueza;
si en Alemania tenía
crédito, ya le ha perdido,
ni al País de Liege ha podido
pagar lo que le debía
de sustento y municiones
por su palabra tomadas.
DUQUE DE PARMA:
Razones son bien fundadas,
y concluyentes razones.
Pero resuélvome aquí,
y no hay qué me replicar,
en que tengo de tomar
a Mastrique, o él a mí.