No serán sus fantasías,
Lucrecia, de envidias mías,
ni yo hermanos le daré;
con que Federico esté
seguro que no soy yo
la que la causa le dio.
Desdicha de entrambos fue. Salen el DUQUE, FEDERICO y BATíN
DUQUE:
Si yo pensara, conde, que te diera
tanta tristeza el casamiento mío,
antes de imaginarlo me muriera.
FEDERICO:
Señor, fuera notable desvarío
entristecerme a mí tu casamiento.
Ni de tu amor por eso desconfío.
Advierta pues tu claro entendimiento
que si del casamiento me pesara,
disimular supiera el descontento.
La falta de salud se ve en mi cara,
pero no la ocasión.
DUQUE:
Mucho presumen
los médicos de Mantua y de Ferrara,
y todos finalmente se resumen
en que casarte es el mejor remedio,
en que tales tristezas se consumen.