Así lo creo y siempre lo he creído;
y esa obediencia, Federico, pago
con estar de casarme arrepentido.
FEDERICO:
Señor, porque no entiendas que yo hago
sentimiento de cosa que es tan justa,
y el amor que me muestras satisfago,
sabré primero si mi prima gusta;
y luego disponiendo mi obediencia
pues lo contrario fuera cosa injusta,
haré lo que me mandas.
DUQUE:
Su licencia
tengo firmada de su misma boca.
FEDERICO:
Yo sé que hay novedad, de cierta ciencia,
y que porque a servirle le provoca,
el marqués en Ferrara se ha quedado.
DUQUE:
Pues eso, Federico, ¿qué te toca?
FEDERICO:
Al que se ha de casar le da cuidado
el galán que ha servido y aún enojos;
que es escribir sobre papel borrado.
DUQUE:
Si andan los hombres a mirar antojos,
encierren en castillos las mujeres
desde que nacen, contra tantos ojos;
que el más puro cristal, si verte quieres,
se mancha del aliento; mas, ¿qué importa
si del mirar escrupuloso eres?
Pues luego que se limpia y se reporta,
tan claro queda como estaba antes.