¡Ay Carlos!, ¿si es verdad esto que veo,
por la puerta no ha entrado
un hombre, y otros dos se han retirado?
CARLOS:
No sé si engaño ha sido,
pero a mí que es verdad me ha parecido.
ASTOLFO:
¿Para esto, ingrata fiera,
fue decirme que a verte no viniera?
¡Vive Dios que he de entrar, y...!
CARLOS:
Deteneos,
que eso es embarazar vuestros deseos,
pues siéndolo estorbar vuestros agravios,
no lo han de hacer las manos ni los labios
desde aquí; pues no es medio ni es venganza,
si otro el favor en el jardín alcanza,
reñir los dos con estos dos afuera.
ASTOLFO:
Pues, ¿qué he de hacer en ocasión tan fiera?
Mas ya sé qué he de hacer; allí una reja
paso a un balcón me deja,
que es de una galería
del jardín, guardad vós la espalda mía
mientras me arrojo a él desesperado.