Nunca quien tiene amor tiene sosiego,
pasión que el alma y corazón sujeta
a la afición del apetito ciego.
ORANTEO:
La venganza me abrasa e inquieta:
parte, Lucindo, a Atenas; parte luego,
y al bárbaro Teseo desafía,
Paris troyano de la prenda mía;
dile que de sus armas ofendido
el Príncipe de Lesbos, Oranteo,
le reta de traidor y mal nacido,
y que serlo de Júpiter no creo;
dile que fue cobarde y atrevido
no vencedor del Minotauro feo,
sino engañoso Ulises, que importuno
quitó la vida al hijo de Neptuno;
y dile que si teme que la guerra
pueda ser de peligro sospechosa,
que no sea en la mía, ni en su tierra,
sino en el campo de la mar undosa,
porque el teatro que estas islas cierra
nos servirá de plaza belicosa,
donde nos puede dar la de un navío
lugar seguro y libre al desafío.