El libre albedrío

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​Almanaque de espiritismo​ (1873)
El libre albedrío
 de A. Benisia.

Nota: Se ha conservado la ortografía original.

EL LIBRE ALBEDRÍO.

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Existencia del libre albedrío.-Su absolutividad.—Su limitación.—El radio y el círculo.-—Negacion de la fatalidad.—Ejemplos.—La libertad dentro del dominio.—-Tesis materialista.—Su verdad y sus errores.-Carencia de libre albedrío.-Figura comparativa.

¿Quién puede dudar de que el libre albedrío existe en el espíritu encarnado?.. . Sin su existencia, no se comprende que el hombre sea responsable de sus actos; y lo ea tanto. cuanto que de ellos depende su perfeccionamiento. El ejercicio de la voluntad humano, libre en su accion, es el barómetro que marca para el espíritu los grados de su progreso.

Despejado de las trabas de la materia, clarovidente el espiritu en su vida superior, flotando como pliegues de inmensa gasa sobre todos los mundos que pueblan el universo, goza con relacion a su adelantamiento, de libre albedrío en absoluto. Puede estacionarse, y puede avanzar en su carrera eterna, recorriendo en breve espacio de tiempo multiplicadas etapas.—-Para ello pide su reincarnacion con determinadas condiciones que estén en armonia con las pruebas que voluntariamente pretende sujetarse, y esta le es concedida en mundo, zona, temperamento, civilizacion, y caracteres generales adecuados al fin que se propone, y con organismo propio que él se crea, porque su formacion es hija de su libre voluntad pre-existente.

Todas estas circunstancias constituyen la limitacion que halla para su desenvolvimiento el espiritu encarnado. Borrada por necesidad toda reminiscencia de un pasado que al presentarse a sus ojos como vasto panorama de vicios y virtudes, de alegrías y penas, de aciertos y de errores, de ciencia y de ignorancia, de contrastes, en fin, coartarían indudablemente su libertad ante el recuerdo de ejemplares decepciones, el hombre crece, se desarrolla. y se mueve en ln tierra sin otro veto que la línea que le trazan las facultades de que está dotado, y los accidentes que lo rodean.

La patria en que el hombre nace, la forma de gobierno a la cual se ve en ella sujeto, las leyes más o menos restrictivas que se siento obligado á obedecer, la influencia climatológica, el aura civilizadora que respira, el estado en que encuentra la sociedad de que compone parte, la profesion que adopte como medio utilitario de su vida, hasta los mismos lazos que crea la familia propia, son puntos todos de esa linea que la de ser el radio de mayor ó menor longitud, con el cual, en constante giro, traza el circulo en el que su accion se ejercita libremente. Es indudable que el habitante de la Siberia rusa, envuelto entre densas nieblas, moral y físicamente considerado, dispone de un seno más pequeño de desarrollo para su libre albedrío que el que mora en las templadas zonas del Centro-América, con brillantes irradiaciones de luz en su atmósfera y en su inteligencia; pero tambien lo es que ambos tienen capacidad para ejercitar libremente los actos emanados de su voluntad dentro de las limitaciones que el circulo de respectivas facultades les traza; y los ejercitan en efecto aun desenvolviéndose en condiciones bien distintas. Uno y otro obran en armonía perfecta con los accidentes que los circuyen, y trabajan unidos o separados, en beneficio del progreso general.

La totalidad, pues, tal como es vulgarmente comprendida, no existe: es un absurdo. Dios, el ideal supremo que consideramos como Autor de todo lo creado, al producir el universo, dictó sus leyes sábiamente combinadas, y cuanto palpita dentro de él, las obedece, se siente sujeto a ellas como parte de la creacion, porque no es posible prescindir de su armonia. Si por un momento prescindiera, resultaría el desequilibrio, y el desequilibrio produciría el cáos. El cáos, ó lo que es lo mismo, el desórden, la nada, no se comprende ente la inmensa sabiduria de Dios.—-Calificamos por consiguiente, de falta de fundamento, la suposicion de que Dios interviene directamente en nuestros actos. Tal gracia no fuera justa ni equitativa, ni digna por lo tanto de los elevados atributos que los verdaderos creyentes le reconocemos: y bajo este supuesto debemos eeplicarnos ciertos fenómenos moraleedloe que hemos llamado eorazonadas, presentimientos, metigoe mate- riales, pruebas tangibles, hechos providenciales, en fin, por la intervencion de elevados espiritus, que compotentemente autorizados, y formando un law de union intima con sae propias pruebas, y con aquellas a que se consideran sujetos los que aparecen intervenidos, abren anchas sendas al humano adelantamiento, por medio de una práctica enseñanza.

¿Cómo se concibe el libre albedrío en el espíritu encarnado, dentro de las limitaciones que dejamos consignadas, sin crear en la existencia de la fatalidad?... Muy facilmente. El perro, por ejemplo, por su organismo, por las cualidades de que está dotado, tiene facultad para ladrar, mas no para hablar: se siente, pues, imposibilitado de emitir la palabra articulada; pero dentro de sus facultades tiene libre albedrío, puesto que ladra cuando quiere. El leon no tiene capacidad para volar, y aunque quisiera remontarse por la region del aire en seguimiento de un águila, seria quimérico su empeño: y sin embargo. es libre dentro de sus facultades para perseguir o no en las selvas á todo cuadrúpedo que escite su rabia o su voracidad.-El hombre, á su vez, obra siempre en el circulo de lo que puede, y frecuentemente demuestra esta misma libertad de accion, poniendo en ejercicio su inteligencia, que suele responder con éxito a sus esfuerzos. Un lapones no puede trasportar a la zona en que habita los templados rayos que el sol derrama sobre al ecuador; mas para guarecerse de los rigores del frio tiene libertad de elegir sus precauciones. A un hombre que disponga de escasos medios de fortuna no le es dado gozar de las comodidades de que disfruta el potentado; pero se ingenia, y busca, y adquiere las que le son gratas dentro de su posibilidad. El chino, en fin, que gime bajo la bárbara ley del Knout, no puede por si solo destruirla; y no obstante, mientras formando fuerza colectiva no le sea permitido hacerlo: la elude, si quiere, trasportándose á otra nacion regida por un código mas benéfico.

Del mismo modo y con la propia sencillez, se esplica el libre albedrío en el hombre sin quebrantamiento alguno de las leyes universales. El morador del planeta Tierra, siente el peso de una ley física que ha denominado de gravedad; y sin embargo es libre de contrarrestarla hasta donde puede, valiéndose de un gas menos pesado que el aire atmosférico; y asi lo vemos remontar su vuelo á colosales alturas, suspendido por un globo. Una ley indispensable, necesaria para la vida, es la alimentacion: el hombre la reconoce así, supuesto que para cumplirla trabaja con afan constante; y a pesar de esto es libre para ocasionarse voluntariamente la inanicion. El principal deber á que el espiritu encarnado está sujeto, es el de vivir; y no obstante de considerarse esta como la primera ley de su ser, el hombre puede libremente eludirla por medio del suicidio.

Más limitado es en verdad el albedrío en aquellas criaturas que gimen bajo el duro peso de la esclavitud; terribles cadenas que gravítan sobre el espíritu humano como consecuencia del estado de atraso de algunas sociedades, y que pueden esplicarse, ya como una manera de ser de inteligencias inferiores, ya como rudisimns pruebas que sufren otros de órden superior. Y sin embargo, aun dentro del dominio, la libertad existe. El espiritu que sea bastante levantado para no resignarse con le esclavitud, que mira á su materia revolviéndose bajo la inmediata dependencia de quien le comprara a titulo do cosa cuando los actos de ella deben responder solo a las vibraciones de su voluntad, puede redimirse por el trabajo, por la predicacion, o por la fuerza; bien entendido que sucumba ó no en la demanda, siempre ejercitará su voluntad libre. Y no hablaremos de aquellos que parecen conformes con su situacion, porque el estado de idiotismo en que esta conformidad les coloca, les permite solo usar del libre albedrío dentro del estrecho circulo en que lo ejercita una bestia de carga.—Capitulo aparte consagraremos más adelanta á la esclavitud, y en él procuraremos desenvolver perfectamente las ideas que sobre tan cruel anacronismo profesa la filosofia espiritista.

Es, pues, conveniente dejar consignado de un modo claro y preciso. que el siervo, no por el hecho de serlo, esta sometido en absoluto á la voluntad de sn señor. Quédale siempre al ménos un punto de osa linea de radio que le sirve para ejercitar su libre albedrio; y si aun en medio del aprisionnmionto en que vive, en medio de esa carencia de facultades usa de Gi para un fin bueno, sus pruebas serán mejoren. El esclavo que tiene conciencia de sus retos, es siempre libre de someterse ono a la ejecucion do un mandato inicuo: si por dcsobedecerio, el dominador ie ensvtigo, le hiere, ó le mata, este responderá de sus crneidndos ante Dios; mas el espiritu de aquel habrá dado nn gran paso en el camino de su progreso.

La escuela materialista, basada en la observacion de los hechos naturales, niega el libre albedrío, afirmando que no existe ni en su absolutividad ni en su relatividad; y es indudable que sus razonamientos seducen á primera vista, porque partiendo de la baso de la influencia que en los actos todos de la vida ejerce el clima, ln idiosincracia la civilizacion, las leyes humanas, y hasta las necesidades materiales, siendo los actos distintos, segun sea mayor ó menor la hieren impulsiva de estos agentes, el hombre no es libre en ellos, porque el que se siente influido jamás obra per se. Error fundamental es el de esa escuela en tomar el efecto por la causa; pues con mucha más claridad y prontitud verían despejada la incógnita de este dificil problema, reconociendo con la filosofia espiritista que todos aquellos accidentes son resultados compuestos por su libre voluntad anterior: que es el teclado que el mismo se fabrica para hacer vibrar las notas mas ó ménos armoniosas que parten de su alma. ¿Pues que no será más levantado el espiritu del hombre que naciendo en humilde cuna, lucha con su educacion, con su oscuridad, con su ignorancia y ejercitando actos de paciencia, de sufrimiento y de virtud, se ilustre, brille por su saber y sus bondades, dejando al morir el recuerdo de un nombre esclarecido, que aquel que nace en la opulencia con medios de fortuna, y se entrega á la molicie, y se encenaga en los vicios, y vejeta en lo ignorancia, y muere olvidado sin haber derramado una gota del bálsamo del bien sobre cualquiera de sus semejantes!.... ¿Pues qué, no tiene infinitamente más merito el salvaje que dentro de sus leyes tiene la generosidad de perdonar al vencido, y otorga cariñosa hospitalidad a1 caminante, que el hombre civilizado que hace uso de la fuerza bruta aunque sea sin crueldades, ó que niega al hermano el pan y el abrigo que para su peregrinacion ha menester?... ¿No es, en fin, tan digno de especial aprecio el habitante de un clima meridional, que con su sangre ardiente, su carácter vivo é impresionable, tiene fuerza de voluntad sobrada para dominar por completo sus pasiones, como el oriundo del norte, despidiendo destellos de férvido entusiasmo, semejante a un volcan cuya cúspide estuviese cubierta por las nieves?.... ¡Ah! En que todo, en la filosofia espiritista, se encuentra íntimamente relacionado; y el estudio de esta relacion es lo que constituye el verdadero saber científico.

Un solo caso existe en que el espíritu encarnado carece por completo al parecer, de libre albedrío; y este caso es el sonambulismo, ya sen natural, ya fuese producido por influencia magnética, y de cuyo fenómeno nos ocuparemos algun dia con la extension necesaria.

El sonámbulo, y esto es indudable, no tiene voluntad propia, no tiene conciencia de sus actos; y no teniéndola, dicho se está que carece por completo de libre albedrio. ¿Pero es el espiritu encarnado realmente en la materia, es el ya, que desde los primeros momentos de su gestacion viene envuelto en ella, el que obra, el que la dirige, en los instantes en que se manifiesta este fenómeno aun poco conocido, esta faz de la vida esencialmente anormal?.... No. El sonambulismo que de un modo racional se esplica por la posesion, por la compenetrabilidad, digamoslo asi, de un espiritu ya sea libre ó encarnado, en relacion con la materia organizada, no es jamás persistente, no es otra cosa que un dominio pasajero; y lo mismo en el primer caso, que denominamos sonambulismo natural, que en el segundo que calificamos de sueño magnético, el espiritu propio do la materia que obedece, se encuentra como retraído, en actitud verdaderamente pasiva.

Para concluir, y como comparacion ingeniosa que al tratarse de este importante tema nos ofreció un muy elevado espíritu, vamos á consignar aqui este claro ejemplo.

Figuraos al hombre representado por una máquina de vapor en forma de locomotora, que asentada sobre una via férrea, se dispone á recorrer un trayecto más o menos largo. Tiene su organismo material que lo componen, su caldera émbolos, ruedas y palancas: tiene tambien su fuerza vital, que es el vapor: está, pues, apta para su peregrinacion; pero dominando el vapor, dominando tambien el conjunto de todas las piezas que se mueven, existe un ser inteligente, el maquinista, que representa al espíritu, y cuya voluntad sola la máquina avanza o retrocede, se para, ó mueve sus pies con rapidez vertiginosa.—Esa voluntad se manifiesta en actos; y estos actos son la expresion más material de la existencia del libre albedrío.

A. Benisia.