¿Pues cuándo oirá ese ruego,
si, calzada la espuela,
ya en su imaginación Enrique vuela?
JACINTA:
Escribiéndole agora
un papel, en que diga mi señora
que a su opinión conviene
que no se ausente; pues para eso tiene
lugar, si tú le llevas.
MENCÍA:
Pruebas de honor son peligrosas pruebas;
pero con todo quiero
escribir el papel, pues considero,
y no con necio engaño,
que es de dos daños éste el menor daño,
si hay menor en los daños que recibo.
Quedaos aquí los dos mientras yo escribo.
Vase MENCÍA
JACINTA:
¿Qué tienes estos días,
Coquín, que andas tan triste? ¿No solías
ser alegre? ¿Qué efeto
te tiene así?
COQUÍN:
Metíme a ser discreto
por mi mal, y hame dado
tan grande hipocondría en este lado
que me muero.
JACINTA:
¿Y qué es hipocondría?
COQUÍN:
Es una enfermedad que no la había
habrá dos años, ni en el mundo era.
Usóse poco ha, y de manera
lo que se usa, amiga, no se excusa,
que una dama, sabiendo que se usa
le dijo a su galán muy triste un día;
"Tráigame un poco uced de hipocondría."
Mas señor entra agora.
JACINTA:
¡Ay Dios! Voy a avisar a mi señora.
Sale don GUTIERRE
GUTIERRE:
Tente, Jacinta, espera.
¿Dónde corriendo vas de esa manera?
JACINTA:
Avisar pretendía
a mi señora de que venía
tu persona.
GUTIERRE:
(¡Oh criados! Aparte
En efeto, enemigos no excusados;
turbados de temor los dos se han puesto).
Ven acá, dime tú lo que hay en esto;
dime, ¿Por qué corrías?
JACINTA:
Sólo por avisar de que venías,
señor, a mi señora.
GUTIERRE:
(Los labios sella. Aparte
Mas de éste lo sabré mejor que de ella).
Coquín, tú me has servido
noble siempre, en mi casa te has criado.
A ti vuelvo rendido.
Dime, dime por Dios, lo que ha pasado.
COQUÍN:
Señor, si algo supiera,
de lástima no más te lo dijera.
¡Plegue a Dios, mi señor...!
GUTIERRE:
¡No, no des voces!
Di ¿a qué aquí te turbaste?
COQUÍN:
Somos de buen turbar; mas esto baste.
GUTIERRE:
(Señas los dos se han hecho. Aparte
Ya no son cobardías de provecho).
Idos de aquí los dos.
Vanse COQUÍN y JACINTA
Solos estamos,
honor, lleguemos ya; desdicha, vamos.
¿Quién vio en tantos enojos
matar las manos, y llorar los ojos?
Descubre a doña MENCÍA escribiendo
Escribiendo Mencía
está; ya es fuerza ver lo que escribía.
Quítale el papel
MENCÍA:
¡Ay Dios! ¡Válgame el cielo!
Ella se desmaya
GUTIERRE:
Estatua viva se quedó de hielo.
Lee
"Vuestra alteza, señor...--¡Que por alteza
vino mi honor a dar a tal bajeza!--
no se ausente..." Detente,
voz; pues le ruega aquí que no se ausente,
a tanto mal me ofrezco,
que casi las desdichas me agradezco.
¿Si aquí le doy la muerte?
Mas esto ha de pensarse de otra suerte.
Despediré criadas y criados;
solos han de quedarse mis cuidados
conmigo; y ya que ha sido
Mencía la mujer que yo he querido
más en mi vida, quiero
que en el último vale, en el postrero
parasismo, me deba
la más nueva piedad, la acción más nueva;
ya que la cura he de aplicar postrera,
no muera el alma, aunque la vida muera.