¡Muy lindo Santelmo hacéis!
¡Bien temprano os acostáis!
¡Con la flema que llegáis!
¡Qué despacio que os movéis!
Andan hombres en mi casa
a tal hora, y aún los siento
casi en mi propio aposento;
que no sé yo dónde pasa
tan grande insolencia, Otavio.
Y vos, muy a lo escudero,
cuando yo me desespero,
¿ansí remediáis mi agravio?
Otavio:
Aunque su voz escuchaba,
a tal hora no creía
que era vuestra señoría
quien tan aprisa llamaba.
Diana:
Volveos; que no soy yo;
acostaos; que os hará mal.
Otavio:
Señora...
(Sale Fabio)
Fabio:
No he visto tal.
Como un gavilán partió.
Diana:
¿Viste las señas?
Fabio:
¿Qué señas?
Diana:
¿Una capa no llevaba
con oro?
Fabio:
Cuando bajaba
la escalera...
Diana:
¡Hermosas dueñas
sois los hombres de mi casa!
Fabio:
A la lámpara tiró
el sombrero y la mató.
Con esto los patios pasa,
y en lo escuro del portal
saca la espada y camina.