El verte, señora, ansí,
y justamente enojada,
dejada toda cautela,
me obliga a decir verdad,
aunque contra la amistad
que profeso con Marcela.
Ella tiene a un hombre amor,
y él se le tiene también;
mas nunca he sabido quién.
Diana:
Negarlo, Anarda, es error.
Ya que confiesas lo más,
¿para qué niegas lo menos?
Anarda:
Para secretos ajenos
mucho tormento me das,
sabiendo que soy mujer;
mas basta que hayas sabido
que por Marcela ha venido.
Bien te puedes recoger;
que es sólo conversación,
y ha poco que se comienza.
Diana:
¡Hay tan crüel desvergüenza!
¡Buena andará la opinión
de una mujer por casar!
¡Por el siglo, infame gente,
del conde mi señor!
Anarda:
Tente,
y déjame disculpar;
que no es de fuera de casa
el hombre que habla con ella,
ni para venir a vella
por esos peligros pasa.