Lo que yo pienso reñirte,
pues sabes que las mujeres,
de ver otras en desdichas
se lastiman fácilmente,
es que a persona tan noble
esa miseria le dieses,
cuando le dabas el alma.
FELICIANO:
Razón, mi Leonarda, tienes,
mas, ¿no ves que las que pesan,
por miedo de los fïeles,
a lo principal añaden
otra cosa diferente?
Así al alma puse el oro,
no porque valor hubiese,
pero por cumplir el peso,
aunque me pesa de verme
en peso tan desigual;
si bien es un tiempo aqueste
que a peso del oro hay almas
y almas que por él se pierden.
Ya lo di, corrido estoy.