El teatro de los humildes
Es una ingenua página de la Biblia el paisaje... La tarde en la montaña, moribunda se inclina, y el sol un postrer lampo, como una aguja fina, pasa por los quiméricos miradores de encaje. Un vaho de infinita guturación salvaje, de abstracta disonancia, remota a la sordina... La noche dulcemente sonríe ante el villaje como una buena muerte a una conciencia albina. Sobre la gran campaña verde, azul y aceituna, se cuajan los apriscos en vagas nebulosas; cien estrellas lozanas han abierto una a una; Rasca un grillo el silencio perfumado de rosas... El molino en el fondo, abrazando a la luna, inspira de romántico viejo tiempo las cosas.