Ensayo de una historia de Orizaba: Primera parte: Capítulo III

De Wikisource, la biblioteca libre.
Ensayo de una historia de Orizaba (1867) de Joaquín Arróniz
Cap. III
Cap. IV
Nota: Se respeta la ortografía original de la época



III.


Descripcion particular del valle de Orizaba.—Sus montañas.




Quienquiera que venga á Orizaba, por Aculcingo[1], ya sea en las horas solemnes del crepúsculo, ya cuando la luz meridiana esté en toda su plenitud, disfrutará de los encantos del hermoso paisage que presentan sus montañas.

No es por cierto una novedad para el que conoce el territorio mexicano. Este, por su configuración misma, presenta, en todos sentidos, vistas deliciosísimas: pero no hay duda, que tiene algo de imponente y magestuosa la que, al descender las cumbres, contempla el viajero desde las eminencias de las revueltas del camino tajado en la montaña, y la ve dilatarse en la hermosa cañada que llega hasta la ciudad de Orizaba.

"Atribuyese á los paisages de las montañas —decia un ilustre poéta— cierta sublimidad; y no debe dudarse que esta consista en la grandeza de los objetos". Esas palabras escritas á la vista del Mont-Blanc, esplican las estrañas ó indefinibles emociones que se sienten en Aculcingo á la vista de los horizontes y lugares que desde allí se observan.

Al descender de las cumbres, la vista del viagero no cesa un mommento de admirar la inmensa variedad de paisages que tiene delante: verdad es que al llegar á Aculcingo, y encaminarse á Orizaba, los horizontes son menos profundos: la mirada no puede ir mas allá de las montañas situadas en el primer término del paisage; pero entonces la grandeza de las montañas adquiere mayor magnificencia.

Todo el trayecto comprendido entre Aculcingo y Orizaba, así como el que de aquí corre hasta Córdoba, está cultivado.—Las haciendas de San Diego, y la de Tecamaluca,— situada ésta á 1402 metros sobre el nivel del mar, y en la falda de las serranías que desde Aculcingo se estienden á Orizaba; las pintorescas aldeas de los Nogales (Ingenio), Huiluapan y Tenango[2] forman los centros de poblacion mas importantes, que basta llegar á Orizaba, se encuentran en esa pintoresca estension.

Las montañas de la izquierda del camino de Aculcingo á Orizaba describen, al N. de los Nogales, un estenso rodeo hasta el cerro de Tlachichilco (Borrego). Las de la derecha se dilatan paralelas al N., y en las faldas del cerro de San Cristóbal, forman un ángulo y retroceden hácia el S. E. hasta perderse en las montañas de Tequila y Zongolica, que van, por una parte á la costa de Sotavento, y por otra al Departamento de Oaxaca.

Desde el pueblo del Ingenio se nota la proximidad de un gran centro de población. El nativo de estos lugares sabe que á poco andar divisa la ciudad donde están sus mas caras afecciones y sus esperanzas; sus recuerdos tristes ó alegres; y el viagero extraño é indiferente á tales sentimientos comprende que va á llegar á la ciudad celebrada por sus poetas, y notable, así por los sucesos políticos de que ella ha sido teatro, como por la influencia que directamente ha ejercido en los vaivenes de nuestras revoluciones políticas.

Las montañas mas notables que rodean y limitan nuestro valle, son las de San Cristóbal y las que se desprenden de ella: á distancia de ocho ó diez kilómetros se encuentran los cerros de Tuspango, Chicahuastla[3] sitio misterioso que la imaginación de los indígenas hizo teatro, en un tiempo, de sucesos sobrenaturales, según la leyenda, y el de Cuautlapa[4], especie de santuario gentílico, como el de Escamela, donde los habitantes primitivos del valle iban á hacer sus adoraciones. A menos distancia, y al E. N. E. está el cerro de Buena—Vista, cuyo nombre, indica terminantemente su situación con respecto al valle y las otras montañas de Orizaba.

El cerro de Escamela[5] se levanta en la estensa llanura de su nombre: de él se desprende, hácia el O., un pequeño ramal, entre la hacienda del Jazmín y el rancho del Espinal, aislado completamente del resto de las serranías vecinas: desde las alturas de Jesús María presenta una vista soberbia, con los pormenores que presenta la vista completa de Orizaba y sus cercanías.

El cerro mas próximo á Orizaba, y mas bajo de los que la rodean, es el de Tlachichilco[6] ó Borrego.—Esta montaña, que goza hoy dia de cierta triste celebridad, fifiguró también en la guerra de nuestra independencia. En sus faldas se pasea, en ciertas épocas del año, nuestra población. Su aspecto es árido y triste, en la parte mas próxima á la ciudad, cuanto es risueña y pintoresca á medida que se estiende al O. y se une á las serranías del volcan.

Interpuesta, entre él y Orizaba, se levanta una montaña, cubierta de asperezas y profundas quebraduras. Su nombre indígena esplica, sin rodeos , su rara configuracion. El Tepostetla[7] presenta desde la ciudad un aspecto agradable que le caracteriza. Desde sus faldas, que descienden hácia Orizaba, formando una especie de plano inclinado, vènse los paisages mas hermosos y en un punto de vista el mas propio y adecuado.

Ademas de esas montañas, cuyos ramales secundarios forman los límites del valle propiamente dicho de Orizaba, y aumentan las bellezas de los paisages que en todos sus horizontes contempla estasiada la vista; en las llanuras y quebradas de sus terrenos hay sitios de un carácter particular, y que como los Pueblitos de Tenango y Huiloapan, Barrio-Nuevo é Iztaczoquitlan, Tlilapan y Jesús María, entre otros; las haciendas de Jalapilla y el Jazmin, el Ojo-de-Agua y el Carrizal, Tepostlan y Palas, brindan, en su agradable situación, los encantos y atractivos que en sí tienen los sitios campestres, y que exagera el gusto de los que constantemente viven en las ciudades.


  1. Escríbese: Ahcotzinco, al pié de la altura o cumbre.
  2. Huiloapan, esto es: río de las tórtolas.—Tenango, creo proviene de Tenan y Coatl: de suerte que es Tenancoatl, á saber: criadero de culebras.
  3. Tochpancan: lugar en donde hay conejos: Chicahuastla: fortin.
  4. Cuautlapan: rio en el monte.
  5. Azcamelan: hormigueros.
  6. Tlachichilcan: en la tierra colorada.—Cierto escritor extranjero, Mr. Biart, dió, no sin algun sabor de extravagancia, la siguiente etimología al nombre que lleva una parte de este cerro, que llamamos del Borrego, en una obrilla que, con ese título, publicó en Paris. Supone ese señor que, acaso porque en las faldas de esa montaña, pastaban los rebaños del ex-convento de San José de Gracia se le dió aquel nombre. Creo que al suponer esto, estuvo pésimamente inspirado: con que hubiera preguntado á cualquiera orizabeño, algo instruido en la historia local de la ciudad, habría salido de dudas, y ahorrádose la recomendacion que ironicamente hace á la Academia de las inscripciones de Francia, para hallar la etimología del nombre en cuestion.
    Según los datos que tengo á la vista, el orígen verdadero , y no supuesto, del nombre del Borrego, es el siguiente:
    En 1716, como veremos mas adelante, una parte de los indígenas del Ingenio, pidió hospitalidad á las autoridades de Orizaba.
    Estas no tenian terrenos donde pobláran aquellos emigrantes; pero el marqués de Sierra—Nevada que poseia, lo mismo que el conde del Valle de Orizaba, los que en esa época limitaban á la poblacion en todas direcciones, les cedió, bajo ciertas reservas, la parte que llamamos barrio de Santa—Anita Entre esas condiciones les impuso la de que le habian de dejar paso en las faldas del cerro de la Angostura, ó sea el Tlachichilcan, para sus ganados que debian ir á pastar á sus tierras del Golfo. Establecidos, pues, los colones allí, dieron al cerro el nombre del Paso de los borregos, y en seguida, el del Paso del Borrego, como así llaman á los restos de un puentecito de cal y canto, que existen en el punto que ahora llamamos Tluchichilco. Después se le llamó Paseo del Borrego, gracias á la costumbre anual que tiene la poblacion de ir el dia de la Cruz á pasearse allí; hasta que hoy se genealizó el nombre, aplicándosele también á la pequeña sabana que le separa de la poblacion y se le llama cerro y llano del Borrego, simplemente. Puede Mr. Biart, pasar traslado de esto, si gusta, á la Academia de las Inscripciones, y rectificar el error que con tanta ligereza apuntó en su folleto.
  7. Pedrera de fierro. Tras de este cerro está situado Temalacatl, vulgo, Tesmelaca.