Entrevista a Ernesto Zedillo Ponce de León por Joaquín López-Doriga, conductor del Programa "Entrevistas" de Multivisión

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LosPinos, 11 de agosto de 1996.

Versión estenográfica de la entrevista que concedió el presidente Ernesto Zedillo a Joaquín López-Dóriga, conductor del Programa "Entrevistas", de Multivisión, en, en el Salón Blanco de la residencia "Lázaro Cárdenas" de Los Pinos.

JOAQUIN LOPEZ-DORIGA, conductor del Programa: Señor Presidente, muy buenos días. Le agradezco, antes que nada, este tiempo con el que usted nos distingue.

Empieza un nuevo ciclo, diez años después, en la televisión. Hace diez años ¿usted dónde estaba, qué era de su vida?, ¡cuénteme!

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: En 1986 estaba trabajando todavía en el Banco de México. Era director de un fideicomiso y Director del propio Banco de México.

CONDUCTOR: Hubo una cierta resistencia de usted para pasar al sector gobierno, a la Secretaría de Programación en un principio. ¿Se acuerda usted de aquella anécdota cuando decía que no, que todavía no era momento, que tenía usted una hipoteca con el Banco de México? ¿Fue así?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, lo que pasa es que en realidad tenía muy buen trabajo entonces en el Banco de México, con mucha responsabilidad, era un trabajo interesante e importante; sin embargo, muy pronto, después de ese 1986, llegó la oportunidad de regresar a la dependencia en la que, por cierto, inicié mi carrera en el sector publico, porque Programación y Presupuesto era una herencia de la Secretaría de la Presidencia, donde yo me inicié en enero de 1971, de tal manera que en 87 regresé como Subsecretario.

CONDUCTOR: ¿Su primer trabajo fue éste, el de enero de 1971?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: En el Gobierno Federal sí fue mi primer trabajo. Entré como analista a la Dirección General de Estudios Económicos que, en realidad, tenía un nombre mucho más largo, pero eran estudios económicos de la Presidencia de la República.

CONDUCTOR: Señor Presidente, ¿qué ha sido de su vida desde que se mudó a esta casa el 1 de diciembre de 1994?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Ha sido una vida. muy activa, muy ocupada y muy interesante, de mucho trabajo, por supuesto.

CONDUCTOR: ¿Y cómo se vive aquí en esta casa, en Los Pinos? ¿Qué le gusta y qué no le gusta?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, me gusta mucho el trabajo, me gusta vivir muy cerca de mi lugar de trabajo, porque eso me da la oportunidad de estar más tiempo con mi familia y todo lo que ello entraña.

CONDUCTOR: Señor Presidente, hace muchos años que he visto esta puerta 1 de Los Pinos. En la puerta 1 yo he visto entrar a sus antecesores, una puerta que parece que da todo, pero cuando salen, yo creo que quita más de lo que da, porque a veces en esta puerta 1 de Los Pinos, que es como una aduana, se quedan prestigios, serenidad y a veces hasta familia. ¿Cómo ve usted esta puerta 1 de Los Pinos?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, no soy un hombre de símbolos ni de fetiches. Veo esta responsabilidad como lo que es: la más elevada del país, una responsabilidad en la que tenemos que entregar todo: toda nuestra voluntad, todo nuestro trabajo, nuestro mejor esfuerzo intelectual, demanda muchas cosas; pero de ninguna manera creo que al entrar y luego salir deba uno de ser distinto.

CONDUCTOR: El poder, señor Presidente, dicen que el poder cambia a los hombres. ¿El poder lo ha cambiado a usted, existe este poder? El poder es apretar un timbre, ¡cuénteme usted!

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Mire, para empezar, yo quité los timbres de mi oficina. Tengo uno sólo para hablarle al ayudante y nada más.

Creo que, de nuevo, hay un cierto fetichismo respecto al poder. Bueno, yo normalmente hablo no del poder, sino de la responsabilidad. Creo que quienes llegamos a una posición como la que yo tengo, que es la más honrosa que pueda tener ningún mexicano, antes del poder hay que pensar en la responsabilidad. Todos los días hay que pensar en la responsabilidad, no hay que pensar en esos aspectos supérfluos de que como uno tiene la responsabilidad, entonces uno puede hacer cosas que a lo mejor otros mexicanos no pueden hacer, creo que eso es irrelevante.

Lo que hay que pensar es que está uno obedeciendo y cumpliendo una responsabilidad que recibió a través del voto y nada más, y entonces la vida no se complica tanto.

CONDUCTOR: Señor Presidente, a veces el poder es también el no poder. Usted ya no puede hacer lo que antes sí podía hacer, algunas cosas: ir al cine, salir a la calle y darle a la bicicleta.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, es natural. Por razones de seguridad no puede uno hacer ciertas cosas, pero tampoco es una tragedia, le pasa a todo mundo. Si uno se cambia de trabajo, pues, tiene uno que ajustar su vida. Creo que les pasa a todos los ciudadanos en su circunstancia y en su medida, y es algo que yo asumo con toda naturalidad.

Por lo demás, bueno, hay muchas cosas que dicen que no pueden hacer los presidentes, pero que no es realmente cierto. Usted hablaba de la bicicleta, bueno, nada me impide subirme a una bicicleta, ¿no?, nada más tengo que cuidarme de no caerme y no lastimarme para no faltar al trabajo al día siguiente.

CONDUCTOR: Señor Presidente, las críticas cómo las toma , ¿no le enojan a veces?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: No, porque lo primero que hay que hacer de las críticas es ver si hay un elemento de razón, desde el punto de vista de uno. A veces se aprende de las criticas. Hay otras críticas en que por más que uno se esfuerce en encontrar algo positivo cuesta trabajo o de plano no lo encuentra, o supone uno que ahí no hay un sentimiento de contribuir, sino simplemente de expresar algo negativo. Creo que no hay que enojarse nunca, sobre todo desde la Presidencia de la República.

CONDUCTOR: Entonces, ¿un Presidente no se debe enojar?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Creo que somos seres humanos indiscutiblemente, absolutamente, como cualquier persona, simplemente que tenemos mayor responsabilidad, y que esa responsabilidad nos debe alentar a tratar de moderar, de atemperar ciertos sentimientos que si se manifestaran con demasiada fuerza me llevarían a tomar decisiones equivocadas.

CONDUCTOR: Señor Presidente, ¿cuáles son las cosas que más le enojan a usted y cómo expresa ese enojo?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Me hace una pregunta muy difícil, porque más bien trato de que no me enojen las cosas. Cuando ocurre algo, trato de acudir a una reacción positiva frente a cualquier problema o frente a cualquier circunstancia. A lo mejor lo que más me enoja es que mis hijos reprueben una materia en la escuela o cosas así, muy cotidianas, muy de la vida común, ¿verdad?

CONDUCTOR: Señor Presidente, en este sentido, déjeme ir a otro tema: de las cosas que le molestan, yo le he escuchado alguna vez que hablaba usted de la relación entre la verdad y la mentira, entre la honestidad, la honradez, la deshonestidad y la falta de honradez. ¿Ese sería uno de los puntos que más le indignan?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, ahí ya usó una palabra distinta, "indignación", es una palabra distinta al enojo, porque enojo tiene una connotación de reacción irreflexiva, y a veces hasta de una reacción física e, incluso, violenta.

Bueno, indignación, ¿qué me indigna? Acaba usted, Joaquín, de mencionar algunas de las cosas: la deshonestidad, la mentira, la corrupción, la falsedad, la violencia. La violencia es algo que me preocupa mucho. Desde muy pequeño -y se me ha acentuado con la edad adulta, y se me ha acentuado con la responsabilidad- la violencia es algo que me preocupa y me indigna mucho.

CONDUCTOR: Señor Presidente, usted fue candidato en un país, en un México, que fue un México diferente al que usted fue Presidente electo y, sin duda, un México diferente al que ya fue Presidente de la República. La crisis del 95, lo que se llamó "los errores de diciembre", ¿éstos existieron?

Yo recuerdo que usted en Toronto, en la reunión con los editores de periódicos de Canadá, hizo una declaración que había gente que no estaba al tanto, cuando dijo: "Yo asumo todas las responsabilidades a partir del 1 de diciembre de 1994". ¿Si se dieron esos errores? ¿Fueron esos errores, puede haber sido cosa de un día el habernos sumido en esta crisis, la peor del México moderno?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, dos comentarios: primero, respecto a algo que dijo usted del México distinto. No, México no es distinto, México no se recrea o se hace de un día para otro; México, nuestro país, es resultado de procesos históricos acumulativos, de la suma de acciones, voluntades y circunstancias que se van dando a lo largo del tiempo.

Lo que nos ha tocado vivir son circunstancias distintas a las que hubiera previsto la gran mayoría de los mexicanos en 1993 o en 1994, y esas circunstancias distintas son las que hay que asumir como parte de la realidad y actuar, en consecuencia.

Creo que es muy importante reconocer que esas fortalezas o virtudes que se le veían a nuestro país hace muy pocos años ahí están. ¿Qué sucede? Bueno, hemos vivido una crisis económica, una crisis financiera, una crisis que estamos superando con gran claridad. Hoy nuestro problema no es el de hace un año de cómo íbamos a someter a la crisis, hoy nuestro problema es cómo consolidamos una recuperación económica que deje atrás esos problemas financieros.

Ahora, respecto a la famosa explicación de las causas de la crisis, yo lo que sostengo es que si la crisis hubiera sido causada por una decisión de un día o de un momento, bueno, por definición hubiera sido una crisis muy fácil de resolver. Este es un análisis muy superficial el suponer que por una decisión de un día se causa una crisis así, ojalá así fuera, nunca hubiéramos pagado el costo gravísimo que pagamos todos los mexicanos en 1995 y que seguimos pagando.

Lo que sostengo es que hay que ser muy objetivos, reconocer que no nada más de esta crisis, sino de todas las que ha vivido nuestro país en los últimos 20 años -y lamentablemente han sido varias- tenemos un grave denominador común, y es nuestra acendrada dependencia del ahorro externo, de los recursos que nos llegan de afuera; pero la contraparte de eso es nuestra incapacidad de generar nuestros propios recursos, nuestro propio ahorro interno para pagar por la inversión que necesita el país para tener una economía verdaderamente en expansión, que genere empleos y que genere salarios.

Ahora, esto es muy serio, es un asunto muy serio, porque cuando hablo de ahorro, estoy hablando de sacrificar consumo presente, pensando en el futuro, pensando en nuestros hijos, pensando en lo que queremos y creemos que debe ser México en el Siglo XXI, y creo que esa es la decisión fundamental que debemos tomar los mexicanos: estar -a pesar de nuestra circunstancia, a pesar de que tenemos muchas limitaciones- dispuestos a moderar el consumo presente para que podamos tener nuestro propio ahorro interno, podamos invertir más en infraestructura, en vivienda, en carreteras, en planta productiva, y eso nos va a dar riqueza a futuro, no ahora.

¿Qué hemos hecho? Pues, depender demasiado del ahorro externo para la inversión y también para el consumo, lo que es mucho más grave.

Buena parte de los recursos que llegaron antes de la crisis al país durante cinco años se fueron al consumo, se fueron a crearnos la ilusión de que éramos un poquito más ricos de lo que en realidad éramos, o menos pobres, y nos comimos, nos gastamos, nos consumimos esos recursos que llegaron de afuera; pero un país no puede, como ninguna empresa, ninguna familia, estar tomando recursos ajenos, si su propia economía no está creciendo para pagar los intereses y el capital de esos recursos, y ese proceso se dio a lo largo de cinco años, no se dio en un día o en una semana, lamentablemente. ¿Y qué pasó?, tuvimos una crisis financiera que afortunadamente, gracias al esfuerzo de todos los mexicanos, hemos enfrentando exitosamente.

CONDUCTOR: Señor Presidente, déjeme preguntarle una cosa: Se habló de la oportunidad o no de la devaluación. Se planteó antes de que empezara usted su Gobierno esta posibilidad. de la devaluación, y le pregunto: ¿haberlo hecho hubiera evitado esta crisis?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Se planteó durante varios meses en los propios medios. Ciertamente, el Gobierno debió haberlo considerado. Ciertamente, hubo momentos de clara fuga de capitales antes del inicio de este Gobierno, donde una de las opciones debió haber sido el ajustar el tipo de cambio.

En retrospectiva, es muy difícil decir qué hubiera pasado.

Yo asumí la Presidencia el 1 de diciembre de 1994. Frente al problema económico que se veía venir tratamos de desactivar ese problema de manera gradual, porque sabíamos que si era un ajuste abrupto se presentarían circunstancias muy difíciles y muy dolorosas. No fue posible hacer ese ajuste gradual, el deterioro de las condiciones ya era extremo y creo que lo que pasó nos dio la razón: en el momento en el cual ya fue inevitable la devaluación, no fue realmente una decisión, sencillamente el país estaba a punto de quedar en un estado de insolvencia total, si se pretendía seguir defendiendo un tipo de cambio, ya no teníamos reservas para sostener un tipo de cambio.

Entonces, no es -digamos- como algunos han dicho, la decisión de devaluar o no devaluar, no. La devaluación fue resultado de que el país ya no tenía reservas para garantizar un cierto nivel del tipo de cambio, y en ese momento hubo que asumir todas las consecuencias de ese resultado, y entonces introducir un Programa de Ajuste para controlar la crisis y abrirle al país una perspectiva de recuperación lo más pronto posible.

CONDUCTOR: ¿Y qué tan cerca estuvimos, aquí entre usted y yo, de declarar la insolvencia, la moratoria y decir: "pues, se nos acabaron las fichas, se nos acabó el dinero y no podemos pagar los compromisos"?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, si no hubiéramos aceptado lo que ya era una realidad, hubiesemos estado muy cerca. En el momento en que dijimos: "bueno, hay que dejar que se ajuste el tipo de cambio", y naturalmente, después de eso van a venir otras cosas, se empieza a disipar el riesgo de la insolvencia porque la insolvencia hubiera tenido un costo verdaderamente aterrador, gravísimo para todos los mexicanos.

Entonces, fue primero el permitir que funcionara el mercado cambiario y después fue el armar un paquete de acciones económicas, incluyendo el obtener un gran financiamiento del extranjero que, afortunadamente, ya estamos muy cerca de liquidar, de no tener obligaciones respecto a ese financiamiento, y con todo lo doloroso que fue el Programa de Ajuste en 1995, yo puedo asegurar que si no hubiéramos hecho eso, las consecuencias que hubiera pagado México hubieran sido de una magnitud considerablemente mayores.

En 1995 perdimos cientos de miles de empleos, lo cual es algo terriblemente doloroso; que tiene una expresión concreta en el sufrimiento de personas, de familias en los niveles de vida y particularmente de los que menos tienen.

Bueno, la cuestión es que si no hubiéramos hecho lo que hicimos todos, no es una cuestión del Gobierno, el costo no hubiera sido de cientos de miles de empleos, hubiera sido de millones, y seguramente ahora no tendríamos todavía ninguna esperanza, ninguna perspectiva de recuperación.

CONDUCTOR: Hablaba usted de lo que se perdió en cifras, pero mencionó ahora la desesperanza, y yo agregaría el desánimo. Eso es algo que también se perdió un poco o un mucho el ánimo y la esperanza con esta crisis, ¿no?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Definitivamente, porque hay una razón objetiva. Sentir que se pierde el empleo del padre de familia, de la madre, que ya no alcanza el salario para lo más elemental, bueno, esa debe ser una razón clara -y lo fue y lo ha sido- de desesperanza y de desaliento; pero ahora tenemos razones de esperanza y de aliento, y creo que la principal razón que tenemos es que gracias al esfuerzo de todos, gracias al sacrificio de todos, gracias a la disciplina de todos, estamos viendo la posibilidad real de que nuestra economía consolide una recuperación económica.

Usted me ha acompañado, afortunadamente, como muchos otros periodistas, en las giras de trabajo que, bueno, algunos dirán que lo que uno escucha ahí no es representativo, porque ya quien se acerca a una gira y trata de intercambiar una palabra con el Presidente de la República, pues, quizás ya tiene una exposición de cualquier índole, ¿no?, bueno, pero yo creo que si ayuda bastante, a mí me ayuda bastante escuchar a la gente. Y usted recordará hace un año qué nos decía la gente, si usted se para con otros colegas cronistas cerca de mí y está escuchando lo que me dice la gente, y si bien la gente no está diciendo que está contenta o que todo está bien, la gente nos dice: "bueno, ¿sabe qué?, ya tengo trabajo; ¿sabe qué?, ya veo un poco distintas las cosas". Ahi vamos, hay que seguir, vale la pena, hay que esforzarse.

Y hace un año, bueno, la gente sencillamente se acercaba a decirme:

"perdí el trabajo, voy a perder mi casa, ¿qué voy a hacer, quién me va a ayudar, quién me va a apoyar?" Es una situación algo distinta, no es satisfactoria, y yo no voy a estar satisfecho mientras haya tanta pobreza, tanto desempleo, los bajos ingresos que sufre la mayoría de los mexicanos.

CONDUCTOR: Señor Presidente. ¿Las giras cumplen también una labor como retonificante para un Presidente de México?

Yo veo, usted va a decir que no, pero yo veo dos Presidentes: uno es el Presidente en el Distrito Federal y otro es el Presidente en provincia, por lo menos en cuanto al ánimo.

¿Si existe esa retroalimentación que llaman algunos?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: ¡No! yo creo que es un estímulo; un estímulo salir, tener la oportunidad de saludar a la gente, de platicar un poco con la gente, de interactuar también, incluso en los actos formales, donde escucha uno representantes de campesinos, de obreros, de empresarios, de organizaciones civiles; oir puntos de vista y eso es un gran estímulo para mi ¡verdad! Eso es lo que muchas veces me obliga, afortunadamente, a desechar los mensajes escritos que preparamos antes de la gira, porque digo, bueno, esto no tiene nada que ver con lo que está diciendo esta gente entonces tengo que responder, aún a riesgo de no expresarme con la corrección que supondría el leer un texto escrito.

El solo hecho de salir también al solecito a la lluvia, constituye un estímulo, incluso, físico; entonces, es algo realmente que disfruto.

CONDUCTOR: Señor Presidente, revisaba yo anoche, le eché un ojo al archivo, y de repente me encuentro la fuente de información que decía: enero, que el Banco de México anunció que las reservas hasta el día de hoy llegaron a 3,483 millones de dólares; 2,450 menos que el mes de diciembre, eso, como que me ubicó o me trajo al día de hoy lo que fue el entonces, quedaba de reserva, pues nada, en comparación, una décima parte de lo que había en febrero de 94. Hoy, si usted hace el comparativo de hoy con esa primavera, que yo llamo negra con aquellos días tan duros desde el principio de 95.

¿Cuáles son las principales diferencias en el ánimo y en las cuentas?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO Bueno, ojalá hubiera sido nada más, Joaquín, que las reservas llegaron a ese nivel tan bajo.

El problema en ese momento, es que además de que las reservas eran muy bajas, teníamos por vencer 29 mil millones de dólares de los llamados tesobonos. Y teníamos otras obligaciones, tambien de corto plazo, del gobierno, del sector privado, de los bancos mexicanos, por algo así como 15 mil millones de dólares más o sea, que no eran los tres mil y tantos, en realidad estabamos hablando de menos cuarenta y tantos mil millones de dólares en ese momento, eso era lo que veíamos. ¿Qué está pasando? pues que ese dinero se está volviendo exigible. Como a un enfermo que está en la cama y le dicen, no solamente no te voy a traer el litro de sangre que te hace falta, sino que te voy a tener que sacar tres o cuatro litros de sangre, y a ver cómo te va. Esa fue la situación del país en ese invierno o en esa primavera, una situación muy grave.

Por eso yo he dicho que, si bien es cierto que nuestra economía decreció en su producción en casi 7 por ciento en 1995, lo cual es gravísimo, y lo sabe la gente y lo ha sufrido la gente...

CONDUCTOR: Señor Presidente. ¿Cómo podríamos entender que la economía bajó un 7 por ciento?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Quiero decir que, se dejó de producir 7 por ciento menos de lo que se hizo en el año anterior, pero eso a lo mejor no dice nada. Quiere decir que se despidieron obreros que estaban empleados en las fábricas, que se despidieron empleados, que los salarios reales disminuyeron, aún los que tuvieron trabajo recibieron menos en términos de productos básicos, menos en términos de boletos de transporte público para subsistir. Las cifras, las estadísticas no nos dicen nada, finalmente, lo que nos dicen es el sufrimiento y la angustia de la gente.

Lo que le estaba diciendo es que ese 7 por ciento, que es terrible, en realidad es poco respecto a lo que nos pasó en los primeros meses, como el simil del enfermo, se estaba drenando esa sangre, entonces, el impacto, por eso lo he dicho, no fue del 7 por ciento; en los primeros meses era de mucho más, quizá el 20 ó el 25 por ciento de la producción del país; y ese fue el gran reto que teníamos en ese momento: primero salir y decirle a la gente la verdad, lo cual algunos dijeron, bueno, pero por qué se le tiene que presentar al pueblo las cosas de manera tan descarnada; esto es un trauma, la gente no va a tener ánimo para luchar y para salir adelante si se les presentan las cosas tan descarnadas. Pero yo consideré que lo primero era decirle a la gente la verdad, estamos enfrentando una crisis, quizá de proporciones que no hemos conocido, por lo menos en el pasado reciente de nuestro país. Y eso, va a requerir de todos un esfuerzo verdaderamente grande. Podemos superar la crisis, pero sólo lo haremos si hay un enorme esfuerzo.

Fueron días en los que yo escuché, como siempre trato de hacerlo, muchas sugerencias, y ahí fue donde percibí que efectivamente había un ánimo muy negativo sobre cómo enfrentar las cosas, porque oí propuestas verdaderamente irracionales, insensatas y absurdas.

CONDUCTOR: ¿Como qué?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Recuerdo que llegó un grupo de empresarios del Bajío, traídos por su gobernador, donde literalmente me pidieron el establecimiento de un sistema de control integral de cambios o sea, y dije: es que no recuerdan qué fue lo que pasó entonces, y cuántos años nos tomó recuperarnos por haber querido enfrentar así una crisis, y que se tuvieron que pagar enormes costos en términos económicos y en términos sociales.

¿Cómo es posible que estas personas, pues que debieran creer en la libertad económica, vengan a proponer esto?. Pero la gente estaba desesperada, y yo lo entiendo perfectamente, afortunadamente yo tengo la responsabilidad, y quizás esa responsabilidad ha sido el mejor aliciente, el mejor estímulo, la mejor razón para pensar con cierta frialdad las cosas y tomar así las decisiones.

CONDUCTOR: Señor Presidente, yo llegué a escuchar por aquellos días que no era político decir la verdad, incluso llegué a escuchar alguna frase que decía. "basta de hechos, queremos promesas".

¿No era político decir las cosas que estaban pasando?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Es muy subjetivo eso de lo que es político y lo que no es político, cada quien tiene su propia definición; mi definición creo que me ha servido bastante, yo creo que no puede haber nada político, legítimo, si está al margen de la verdad, y si está al margen de la ley; creo que, nada que se aparte de la verdad y de la ley es realmente político, podrá ser simulación, demagogia, populismo, engaño y creo que quienes piensen que eso es político están equivocados.

CONDUCTOR: Señor Presidente, yo quiero hablar de algo que nos ha tocado vivir: la recurrencia de la crisis; la recurrencia de la crisis en el sentido de que, qué nos pasa ¿ no podemos administrar la abundancia o los gobiernos son máseficaces o son eficaces sólo ante la crisis, para administrar la crisis?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO No, yo creo que es mucho más complejo que un juicio, digamos, lapidario. Ojalá fueran las cosas tan fáciles como eso.

No, yo creo que, en primer lugar, nuestro país es muy complejo. Hemos enfrentado circunstancias, que no nada más tienen que ver con lo económico sino también con lo demográfico.

El país ha hecho un gran esfuerzo, Joaquín, ha tenido grandes logros, pero esos logros también, a veces se hacen pequeños ¿por qué?, porque somos muchos los mexicanos; no quiero decir que los problemas se resolverían si hoy fueramos menos mexicanos, no, pero es un hecho histórico, que en 1970 por ejemplo, eramos 48 millones de mexicanos, hoy somos casi el doble, somos 91 millones, poco más de 91 millones de mexicanos.

Si nosotros vemos los indicadores sociales de 1970, y vemos los indicadores sociales de 1996, pues podemos ver que el país ha tenido un gran avance.

¿Cuál era , digamos, el porcentaje de analfabetas en México en 1970? : casi el 25 por ciento de los mexicanos adultos eran analfabetas; hoy menos del 10 por ciento.

En 1970 cuántos mexicanos podían ir a la escuela, 14 millones, hoy van 26 millones de mexicanos.

¿A cuántos mexicanos les llegaba el servicio público de salud? a muy pocos.

¿Cuántos mexicanos tenían agua potable o electricidad en su casa?

Hoy somos, ciertamente un país distinto, a pesar de que somos 91 millones de mexicanos, pero bueno, el desarrollo también es una cuestión relativa; el hecho es, que en relación a otros países nos hemos rezagado, y yo insisto, hay un factor fundamental, y es la decisión nacional de incurrir en un sacrificio presente, pensando en el futuro. Es decir, vamos a consumir un poquito menos hoy, vamos a invertir ese ahorro para tener una mayor capacidad productiva y entonces, el día de mañana tendremos mayores ingresos; junto con eso, está la estructura económica.

Nos tardamos muchos años, demasiados años en reaccionar ante el cambio que estaba ocurriendo en el mundo.

A fines de los años 60s, a principios de los años 70s, y podemos decirlo de nuevo, y es muy fácil y por lo mismo no es justo, para quienes entonces tuvieron que tomar decisiones, pero bueno, estamos haciendo simplemente un recuento de hechos, hoy podemos decir que nos tardamos demasiados años en ajustar nuestra estructura económica a los cambios que estaban ocurriendo en el mundo.

Insistimos demasiados años en políticas, que si bien tuvieron su momento de buen funcionamiento, al cambiar el mundo, al cambiar nosotros mismos, al cambiar nuestra propia sociedad las aspiraciones de nuestra sociedad, esa estructura económica se fue quedando obsoleta; y cuando iniciamos esos cambios, bueno, ya traíamos una carga muy gravosa de varios años, y eso ha supuesto entonces un gran esfuerzo, pero creo que vamos por el buen camino.

CONDUCTOR: Señor Presidente, yo le noto a usted a veces, alérgico al populismo y, en el aspecto de la popularidad, como que es algo que no existe o que no le interesa o que no amarra decisiones a eso.

¿Por qué es alérgico al populismo? ¿Y por qué esa distancia con la popularidad como un elemento de juicio o como un factor de toma de decisiones?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Yo creo que el populismo ha sido terrible para toda América Latina. Creo que el factor, digamos, ideológico que más nos ha afectado en nuestra historia del Siglo XX a prácticamente todos los latinoamericanos, ha sido el populismo.

Creer que por la buena voluntad, que por poder atraer al pueblo a través de promesas que pueden sonar muy atractivas, pero que no tienen fundamento, que no tienen sustancia, que no tienen responsabilidad, se puede mover un pueblo hacia el futuro, hacia adelante, hacia el progreso !ojalá así fuera! porque entonces el arte de gobernar simplemente sería el arte de la retórica y de la promesa, y creo que eso es mucho más fácil que tomar decisiones graves, serias y complejas. !No!, el arte de gobernar no es eso. El arte de gobernar es, sobre todo, asumir plenamente la responsabilidad con una visión de largo plazo, y eso, creo, que entra en conflicto con una visión populista de gobernar para que la gente se sienta hoy contenta, pero sin pensar qué va a pasar con esa misma gente el día de mañana o pasado mañana.

Ahora, respecto a la popularidad, que no se crea que me gusta caerle mal a la gente !no! eso de ninguna manera, lo que pasa es que, me ha tocado vivir circunstancias en las cuales claramente ha habido en el día con día un dilema, y ese dilema es decir: tomo una decisión hoy, que a la mejor parece ser buena hoy, pero que no va a resolver ningún problema en el mediano y largo plazo; y yo como Presidente de la República tengo que pensar, antes que nada, con una visión de largo plazo; no puedo pensar en el hoy o en nada más mañana; tengo que pensar lo que yo creo que le preocupa a muchos mexicanos a los padres de familia y es qué va a ser México en 10, 15 ó 20 años y es lo que tengo que tratar de conciliar, y a veces el resultado es que no estamos tomando decisiones populares de corto plazo.

CONDUCTOR: Señor Presidente, una vez escuché también decir que usted nunca había sido un protagónico y que no iba a ser un Presidente protagónico. ¿A qué se refería con esto? Es decir, ¿Qué es primero, el quehacer y después el hombre en lo particular o, cómo lo debo entender?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Yo creo que obedece a dos razones: Hay una razón política muy importante y es que, quizá una de las fallas que ha tenido nuestro sistema político es concentrar demasiado la atención y el poder en el Presidente de la República, lo cual debilita el papel que otros poderes y otros niveles de gobierno y la propia sociedad deben de desempeñar en el desarrollo político, económico y social de la nación. Naturalmente esto se remedia, por una parte, a través de mecanismos formales e institucionales en una reforma para fortalecer al Poder Judicial; lo que queremos también, una reforma para poder fortalecer al Poder Legislativo, el nuevo federalismo para darle más recursos y capacidad a los gobiernos locales, estatales y municipales, pero también hay una cuestión de conducta personal y yo deseo, porque creo que así debe ser, que los otros poderes deben tener un papel más activo en la vida del país y en los otros niveles de gobierno; entonces, yo tengo que ser mesurado en el ejercicio de mi autoridad, sin dejar de atender mi responsabilidad, para que entonces el espacio esté ahí, y esos otros factores jueguen el papel que deben jugar en la vida del país.

El otro aspecto, pues es uno de carácter personal, sencillamente no disfruto esa cuestión del protagonismo o sea, nunca lo he disfrutado, no me gusta el elogio, no me gusta sentirme el centro del universo, me parece que es una tontería.

CONDUCTOR:Señor Presidente. ¿Usted se da cuenta cuándo le dicen la verdad y cuándo no?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Tendría que ser un pretensioso para decir que siempre me doy cuenta. No hay ninguna razón inherente a la naturaleza humana y menos a mi intelecto para poder distinguir siempre que se me está diciendo la verdad o una mentira. Naturalmente todos somos perceptivos y todos razonamos, procesamos lo que oímos, los argumentos, lo contrastamos con la realidad y a veces pues ayuda verle los ojos a la gente.

CONDUCTOR:Señor Presidente, cuénteme de su equipo. ¿Qué es más importante?

Primero. Son los mejores hombres que usted encontró para gobernar, y cuénteme ¿Qué es mas importante, la funcionalidad o el afecto? ¿Qué está por encima?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: No, mire, el afecto no tiene nada que ver con el gobierno.

Cuando tomo alguna decisión respecto a algún funcionario, bueno, está exclusivamente dependiendo de si tiene el perfil y las características que yo puedo apreciar para desempeñar la función de gobierno, la amistad no tiene nada que ver en eso.

CONDUCTOR: Y en el caso de gente muy cercana a usted que ha dejado sus cargos, ¿permanece el afecto?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: No tiene por qué no, si no estaba mezclada la decisión de nombrarlos ni de removerlos con la amistad, no tiene nada que ver.

CONDUCTOR: Señor Presidente, el tema de la impunidad, usted se ha definido muchas veces en contra, ha sido, yo diría que una definición, un sustento de campaña como Ernesto Zedillo candidato, y de Ernesto Zedillo o programa de gobierno como Presidente de la República.

Lo volví a escuchar hace unos días en el Estado de México, en Ecatepec, en un tono muy vehemente hacer la condena contra la impunidad contra la corrupción; pero. ¿está todo corrupto? ¿la impunidad ha desaparecido?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Por supuesto que es falso que todo esté corrupto. Nuestro país vive ciertamente, sufre muchos actos de corrupción, es un fenómeno que desgraciadamente tiene raices muy profundas en las instituciones y en la propia conducta social, y es algo que debe combatirse sistemática y sistémicamente.

Ahora¿existe la impunidad o no? En algunos casos, cuando no hay denuncia y cuando fallan las instituciones para perseguir los delitos, se da la impunidad, ahora, lo que debe de quedar claro es que hay una voluntad política, hay una decisión política y hay un trabajo de gobierno para ir limpiando, saneando las prácticas que conducen a la impunidad.

Debemos de ser totalmente objetivos y decir y reconocer que no tenemos todavía las instituciones, las personas ni la cultura en la sociedad para poder lograr los resultados que queremos. Precisamente porque no los tenemos, es que tenemos que seguir trabajando muy duro, y por eso hemos promovido reformas constitucionales y aún legales para tener un marco jurídico que haga más facil el buen funcionamiento de nuestro sistema de justicia.

Por eso, cuando ha habido circunstancias que claramente requieren la actuación de las autoridades de procuración de justicia, con los elementos que la propia autoridad de procuración de justicia ha juzgado correctos en su razonamiento, en sus elementos se ha procedido y podemos acreditar hechos totalmente objetivos que respaldan el que haya esa voluntad; ahora, la tarea no es sencilla, todavía hay cuestiones de carácter legal que tenemos que seguir perfeccionando. Tenemos también un aparato de justicia que, orgánica e institucionalmente tiene que irse mejorando y tenemos también que inculcar, recrear, crear, fomentar una cultura ciudadana respecto a la corrupción, de total rechazo y de denuncia, eso es indispensable. No debemos dejar pasar una.

CONDUCTOR: ¿Y no va a dejar pasar una?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: No. Es que no depende del Presidente nada más, ojalá dependiera nada más del Presidente, y tronando los dedos se arreglaría, pero depende del aparato institucional que hay que ir depurando, reformando, mejorando, pero depende también de la sociedad, que no debemos dejar pasar una, somos todos.

CONDUCTOR: Señor Presidente. Una vez un antecesor suyo comentaba: que en México no hay espacio para los expresidentes.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: De nuevo no sé que sea esa frase, que no entiendo bien. Obviamente los expresidentes no tiene vida política destacada después de haber sido presidentes, porque después de haber sido presidentes, pues ya no hay nada más que ser, desde ese punto de vista, en nuestro país.

Yo lo que creo, es que en el fondo hay un sentimiento de que, ojalá lleguemos algún día, y espero que así ocurra, a una situación en la que los expresidentes sean vistos como seres normales, que llegaron, que tuvieron una enorme responsabilidad, se comprometieron con ese trabajo, cumplieron en la medida de sus posibilidades; y tal como lo marca la Constitución, un día dejan de ser presidentes y siguen su vida; obviamente no la pueden seguir en el poder público, pues ya fueron presidentes, y afortunadamente en México no hay reelección, verdad, y bueno, pues que son profesionistas, sean artistas, intelectuales, lo que sea, que sigan su vida y se acabó.

CONDUCTOR: Señor Presidente. ¿Cuál es su relación con sus antecesores? Quedan cuatro expresidentes?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Por ejemplo, con el licenciado De la Madrid tengo la oportunidad de hablar en algunas ocasiones. He estado atento, por ejemplo, de la salud del licenciado López Portillo que se enfermó el año pasado, y que afortunadamente se ha recuperado. Con el licenciado Echeverría he tenido la oportunidad de platicar un par de ocasiones. Y ya.

CONDUCTOR: Señor Presidente, el viernes le escuché en Atizapán, la tierra del Presidente López Mateos, su elogio, su reconocimiento al fervor, al recuerdo que se tiene por el Presidente López Mateos, no ha sido el caso de los sucesores del Presidente López Mateos, y han terminado sus antecesores de un modo traumático sus administraciones.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Es malo que los ex-presidentes hagan juicio sobre los Presidentes, pero sería peor que los Presidentes hicieran juicios sobre los ex-Presidentes.

Lo que es un hecho es que Don Adolfo López Mateos fue un gran Presidente y, además de que fue un gran Presidente, la gente lo recuerda como un gran Presidente. Un Presidente que encabezó al país en una etapa en la que el país tuvo el crecimiento más alto en su historia. Fue un Presidente de un enorme carisma y simpatía para la gente. Fue un Presidente que la gente recuerda con mucho cariño, y que yo recuerdo con mucho cariño, porque cuando el licenciado López Mateos era Presidente yo era un niño, verdad, y lo veía en el periódico o lo veía en los noticieros que veía uno en el cine ¿cómo se llamaban?

CONDUCTOR: Cine..., el de Fernando Marcos.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: A mí me entusiasmaba mucho la figura del Presidente López Mateos. En mi casa, particularmente mi madre lo admiraba mucho, y veo que ese sentimiento que es muy mio lo comparte mucha gente, y si fui al lugar donde nació, en Atizapán de Zaragoza, lo mínimo que podía hacer era recordarlo con gran afecto y respeto.

CONDUCTOR: Señor Presidente, yo sé que usted ha dicho que rechaza la idea de las conjuras, pero ¿no cree usted que existe una relación entre cada vez que parece que hemos empezado a recuperarnos y se habla, se filtra o se suelta el rumor de una renuncia, o antes se nos vino una situación de un golpe de estado? ¿Sigue pensando lo mismo, que usted no puede pensar que existan conjuras?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Yo creo que es un absurdo decir que México está bajo una conspiración. Creo que es la manera como se evadirían los problemas. No. Se enfrentan circunstancias difíciles, se toman decisiones en función de estas circunstancias difíciles; pero tampoco dejamos de reconocer que el país tiene enormes fortalezas. Vamos a aprovechar esas fortalezas para ir superando esas circunstancias difíciles. Y creo que la experiencia del último año es totalmente contundente e ilustrativa de nuestra realidad nacional.

Hemos hecho un gran esfuerzo para que nuestra economía empiece a salir adelante. Hemos tomado decisiones con rigor, con sinceridad todos. Actuamos frente a la circunstancias. Y qué vemos hoy, que cosas que hoy ocurren y que hace un año nos hubieran causado una gran inestabilidad, una gran molestia, una gran preocupación, un gran daño, pues ya no ocurre así. De repente hay anuncios que presagian violencia, por ejemplo. Y hace un año eso nos hubiera causado un gran problema, digamos, en los mercados financieros. Bueno, hoy afortunadamente no ocurre. ¿Qué quiere decir?: que estamos recobrando confianza y que ya no somos tan vulnerables como lo eramos hace un año, y eso es resultado del esfuerzo y de la tarea de todos.

CONDUCTOR: Entonces es usted el único mexicano que no puede perder la cabeza, que un Presidente no puede perder la cabeza en esas cosas.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Un Presidente no debe perder la cabeza, pero ojalá que ningún mexicano la perdiera bajo ninguna circunstancia en su vida. Hay que contar hasta diez.

CONDUCTOR:¿Por qué apostó usted tanto a la reforma política? ¿Por qué la operó tanto? ¿Por qué, sobre todo, llegó a empujar tanto lo que parecía tan distante y se había planteado en los discursos, pero nunca en los hechos, llegar a la primera elección de un Jefe de Gobierno de la Ciudad de México? ¿Por qué su empeño personal?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Es un compromiso que asumí desde el primero de diciembre de 1994. Un compromiso que asumí por dos razones muy importantes: una de carácter estrictamente personal. Yo creo en la democracia. Creo que la democracia siempre le trae cosas buenas a una nación. Que nuestro país necesita ser más democrático, que necesitamos mejorar nuestra democracia porque si lo hacemos va a mejorar también nuestra vida económica, y nuestra vida social, y se nos van a abrir perspectivas que ahora no conocemos. Y eso lo he pensado desde niño. Y la otra es que la gente quiere eso también.

Entonces está muy bien la cosa, porque así pienso yo y así piensa la mayoría de los mexicanos, entonces vamos a trabajar todos para lograr una mejor democracia, y un elemento de esa ambición que tenemos, creo que casi todos los mexicanos, era esta reforma electoral. Y por eso puse tanto empeño, por eso los funcionarios del Gobierno que trabajan en esas materias, encabezados por el Secretario de Gobernación, se esforzaron tanto, y además contamos con la voluntad y la participación de los partidos políticos y del Congreso. Entonces, ¿ porqué no hacerlo?

CONDUCTOR: Usted planteó desde un principio una nueva relación con los poderes con el Legislativo y con el Judicial, pero se ha dado en los hechos una nueva relación con los dirigentes de los partidos políticos, el suyo y los de oposición, incluso, estuvo comiendo aquí la dirigencia saliente del PRD y otro que nunca había venido a comer a Los Pinos con un Presidente. ¿Eso es parte de esta nueva cultura, de esa nueva etapa de la política a la que debemos entrar?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Yo no quiero distinguir lo que yo hago y practico respecto a lo que se hizo o no se hizo en el pasado. Yo lo que considero es que no sirve a ningún propósito legítimo el no tener diálogo, el no intentar llegar a acuerdos, el no practicar la tolerancia y el respeto. Esas son cosas muy fáciles de hacer, es más fácil hacer eso que estar molestando a la gente, o no ser tolerante, no entender a la gente en su circunstancia. Usted y yo podemos pensar distinto, a lo mejor pensamos distinto en muchos asuntos, pero eso no impide que usted y yo no podamos platicar, y a veces, hasta ser amigos, ¿ por qué no?

Y creo que así se debe ver la política. La política no es una guerra, la política es un método; es un método para lograr objetivos superiores. En el caso de la nación en su conjunto, para que la nación se desarrolle, para que tenga progreso, para que haya armonía, para que haya paz, para que haya justicia social. Y dentro de esa política es muy útil el diálogo, la comunicación, la tolerancia, el respeto al punto de vista del otro.

Yo, afortunadamente, llegué a la Presidencia de la República sin tener rencores, sin tener enemigos -espero- históricos; mi responsabilidad es tener relación con todos los partidos políticos, con todas las corrientes políticas, escuchar el punto de vista de todos, y trabajar. Y a veces poner mucho para que esa relación mejore y llegar a acuerdos importantes, como es el caso de la reforma política.

CONDUCTOR: Señor Presidente, acerca de la sana distancia que ya marcó usted, ¿dónde termina el militante del PRI, que es usted, y dónde empieza esa sana distancia con su partido? ¿Esa es una frontera? Yo no la veo clara? Vamos, no sé dónde termina una y dónde empieza la otra.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Bueno, como en todas las cosas políticas que acaban siendo subjetivas no es posible hacer una raya basada en una definición precisa.

Soy orgulloso militante del Partido Revolucionario Institucional, estoy muy satisfecho de pertenecer al PRI, y, por supuesto, enormemente reconocido de que gracias al PRI se me postuló para la Presidencia de la República, y que me dio la oportunidad de recibir el voto de los mexicanos, de priístas y también muchos de no priístas, pues ahora ocupo esta responsabilidad.

Cuando he hablado de esa sana distancia, pues quiero decir algo muy sencillo. La Constitución de la República dice qué es el Ejecutivo Federal y qué son los partidos políticos. Hay una clara definición en la Constitución para qué es el Presidente, y para qué son los partidos políticos, incluyendo el PRI en nuestro país.

También la sana distancia quiere decir que el Presidente de la República tiene que respetar al PRI, aunque sea priísta le debe todo el respeto, y hay cuestiones que solamente le atañen al PRI. Hay decisiones de carácter interno que sólo le corresponden al PRI y que yo no debo inmiscuirme. Hay otra en las que como priísta y como Presidente de la República puedo opinar, hay cuestiones realmente funcionales, orgánicas que le dan mucha vida al partido, que le pueden dar mucha vida al partido, y que yo sé que si yo intervengo le mato esa vida.

Y también hay otras cuestiones que el PRI, y los otros partidos tienen que entender que son decisiones que solamente yo puedo tomar, y no puedo estar pensando en función de tal o cual partido, tengo que estar pensando en el interés superior de la nación, primero que nada.

Es esa la sana distancia. No es, como algunos han querido sugerir insidiosamente una ruptura, una separación, un divorcio. No, es respeto. Además, yo tengo que dar un ejemplo de conducta cívica de apego a la ley, y sí yo quisiera en un afán de que mis compañeros de partido me aclamaran, quisiera arropar, y a veces el arropamiento es asfixia, al PRI, pues también podría estar agraviando otros intereses políticos legítimos.

Tengo que guardar mi equilibrio como Presidente de la República. Pero que nadie piense que eso quiere decir que yo no milito en el PRI y que no estoy orgulloso de militar en el PRI.

CONDUCTOR: Señor Presidente, ¿no romperá usted su compromiso de no meter las manos en los procesos de selección de candidatos de su partido?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Por supuesto, porque no le sirve al PRI, ni le sirve al país que el Presidente de la República le mate esa parte de su vida como partido.

CONDUCTOR: Un tema que a todo el pueblo mexicano nos ha tocado, a todas las familias, el tema de la inseguridad. Dentro de la más grave crisis económica, la más grave de los tiempos modernos, el reclamo principal, lo que es sintomático, no es tanto el problema económico, sino el problema de la inseguridad. Todos hemos sido tocados. ¿Qué pasa? ¿Cómo se va a poder superar? ¿Qué nos deja esto? Porque siempre queda una sensación de ultraje, de rabia, de impotencia ante estos casos.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Y creo que muy justificado. Es uno de los problemas más graves que estamos enfrentando y sufriendo todos los mexicanos. Es uno de mis mayores temas de preocupación y de ocupación como Presidente de la República, y parto del reconocimiento de la gravedad de la situación.

Estamos viviendo el peor momento en muchas décadas en ese sentido, y además con un país ya muy grandote, lo cual magnifica los propios problemas. ¿ Cuál es la respuesta? Yo creo, y así hemos actuado en consecuencia, que tenemos un problema de leyes. Desgraciadamente nuestro marco jurídico no estaba adecuado a las condiciones de criminalidad e inseguridad que ahora hemos estado viviendo; por lo tanto, hemos estado adecuando este marco jurídico. Las reformas que hemos hecho, por ejemplo, al Código Penal en el Distrito Federal , y que estamos esperando sean duplicadas en los estados de la República respecto al tratamiento de presuntos criminales porque ya la ley les estaba dando amparos o jugando con conceptos como la flagrancia, y los delincuentes estaban aprendiendo a utilizar la ley para cometer el crimen, y luego ampararse en la ley para ser realmente intocables. Estamos cambiando el marco jurídico.

Tenemos un problema muy grave, y soy el primero en reconocerlo, en las instituciones que supuestamente debieran con toda eficacia velar por la seguridad pública y perseguir los delitos.

Tenemos instituciones que se nos quedaron chicas, obsoletas, que se nos han corrompido en una parte importante, y que por lo mismo, no funcionan satisfactoriamente.

Ahora, cambiar instituciones se dice rápido, pero se hace con tiempo y con esfuerzo, con un buen plan y con recursos. Estamos haciendo el máximo esfuerzo en ese sentido. Pero también soy el primero en reconocer que eso se lleva tiempo, he tenido que tomar decisiones muy drásticas, yo diría sin precedentes, por ejemplo, en el Distrito Federal, en el caso de la policía del Distrito Federal, donde hemos nombrado a un General de gran prestigio del Ejército como Jefe de la Policía. Pero a diferencia de otras ocasiones, en las cuales se nombraba nada más al Jefe militar, como responsable de la policía, ahora les he pedido que haya toda una estructura de militares de gran prestigio para ir mejorando la disciplina, el orden, el espíritu de la corporación policiaca.

Naturalmente eso se va a llevar tiempo; pero considero que es algo que va a dar buenos resultados.

Hemos reorganizado a la Procuraduría del Distrito Federal. Está muy avanzada esa reorganización, tiene una nueva ley.

También la Procuraduría de la República tiene una nueva Ley Orgánica.

Hemos creado el Consejo Nacional de Seguridad para poder trabajar con los gobernadores de los estados, y tener políticas armonizadas y coordinadas en ese sentido. En este momento lo que estamos enfrentando ya es el problema de recursos. Ya los gobernadores vinieron, ya dieron sus ideas, ya plantearon sus requisitos. Ahora les he dicho, ahora ayúdenme a pensar cómo vamos a obtener los recursos.

CONDUCTOR: Ellos se quejan de que falta dinero.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Sí, pero el problema es que en eso también debemos de pensar todos, porque a veces es muy fácil venir y decirle al Presidente de la República: "si me da dinero, resuelvo el problema". Lo que yo les digo: "Esta bien, es un problema de dinero. También dime cómo vamos a obtener el dinero, y cómo vamos a ser corresponsables para tener más recursos para enfrentar el problema de la seguridad pública".

Pero es algo que estamos trabajando. Yo tengo confianza en que si seguimos por este camino podremos tener resultados que satisfagan a la ciudadanía.

CONDUCTOR: Señor Presidente, seguridad nos lleva a delincuencia; inseguridad a delincuencia, y aquí hay un tema terrible que es la extensión como se ha desarrollado el narcotráfico, como ha permeado, y bueno, se llega a hablar de la narcocultura ¿es el enemigo a vencer?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Es un gran enemigo a vencer. Lo he dicho es una amenaza a nuestra seguridad nacional. Es algo que por razones morales, familiares debemos rechazar y combatir todos los mexicanos, porque es una amenaza sobre nuestras familias en su seguridad, en su salud. Es un mal terrible, es la plaga contemporánea más grave, y por eso debe de estar en el número uno como prioridad en materia de seguridad pública.

Estamos enfrentando de nuevo un fenómeno que no se había percibido en toda su magnitud. Para empezar un fenómeno global, así como hablamos de la economía global, pues aquí tenemos un fenómeno global de crimen organizado a nivel internacional, con recursos que parecen ser infinitos, con tecnologías, con maneras de comunicación, de movimiento y lavado de dinero, y con una crueldad que verdaderamente es terrible; no se detienen ante nada estos individuos.

Entonces el Estado tiene que aplicar todo su músculo y toda su capacidad para combatirlo, de nuevo partiendo del reconocimiento de nuestras limitaciones, y cuáles son esas limitaciones, bueno, que tenemos instituciones que se nos quedaron pequeñas e, incluso se nos dañaron en el camino para hacer frente a un problema tan grave.

Tenemos problemas o teníamos problemas en la leyes, un marco jurídico que tenía una bola de agujeros por donde los narcotraficantes se nos metían, de tal manera que cuando se les arrestaba veíamos que al poco tiempo estaban otra vez en la calle cometiendo sus fechorías. ¿Por qué?, porque la ley era pensada para delincuentes comunes y corrientes, no para personas de esta calaña, ni para la gravedad del crimen que cometen.

Hemos promovido cambios en las leyes. Tenemos ahora una ley contra el crimen organizado que se está apenas aprendiendo a aplicar, a conducir, a utilizar y tenemos, también, como decía antes el problema de las instituciones, desgraciadamente este es un hecho y está perfectanente documentado, lamentablemente de años atrás.

El narcotráfico nos penetró a niveles secundarios en las propias instituciones, porque no pasa mes en que no se arreste a un policía, que de alguna manera u otra ha sido complice del narcotráfico, y esto es terrible, porque se supone que tenemos un instrumento, pero si ese instrumento nos lo está limitando, afectando, pudriendo el propio narcotráfico, pues estamos en una situación difícil.

Entonces, por eso estamos trabajando en la depuración de esos instrumentos. Reconociendo que ese es un problema muy serio, pero que vamos a ganarlo.

CONDUCTOR: Señor Presidente, habló usted de narcotráfico, de globalización. Eso me lleva a las relaciones con Estados Unidos. Y volvemos de nuevo a la frontera, problemas migratorios, pero, nada más que nada, en esta relación fatal, me refiero a que no puede ser de otro modo esta vecindad. ¿Dónde termina la globalización y dónde empieza la soberanía? O, ¿cómo pueden convivir una y otra?

EL PRESIDENTE ERNESIO ZEDILLO: Deben convivir. La globalización es un hecho tecnológico, económico. Y la soberanía es algo muy claro que tenemos los mexicanos, nuestra capacidad para tomar, a partir de nuestros intereses y de nuestra voluntad, las decisiones, las decisiones políticas fundamentales, la integridad de nuestro territorio, la vigencia de ciertos principios que, históricamente, hemos sostenido.

Por otro lado, hay un mundo que ha cambiado, un mundo con una economía global, que si bien entraña algunos riesgos, entraña muchas más oportunidades. ¿Oportunidades de qué? ¡Oportunidades de que haya empleos, oportunidades de que haya ingresos, oportunidades de crear riqueza para todos los mexicanos¡. Entonces, tenemos que ser muy inteligentes para aprovechar esta globalidad en beneficio propio nutriendo nuestros propios intereses , sin sacrificar aquellas cosas que la generalidad de los mexicanos consideramos inherentes al mantenimiento y al fortalecimiento de nuestra soberanía.

CONDUCTOR: Señor Presidente: déjeme hacerle tres preguntas: En los últimos meses ha aflorado que la corrupción no es como decían muchos "exclusiva del sector público", sino que siempre que hay un acto de corrupción en el sector público hay una contraparte en el sector privado. Estos últimos hechos que han aflorado, ¿cómo le preocupan al Presidente?

EL PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Tengo una consideración que es importante; esta no es una, digamos, revelación reciente, por definición, pues siempre que hay un corrompido debe haber un corruptor y viceversa. De lo que se ha hablado y lo que ha quedado establecido son relaciones entre una persona que desgraciadamente suponemos cometió actos de corrupción y personas del sector privado que tuvieron esa relación. Pero no debemos inferir que esas personas del sector privado, por el sólo hecho de tener una relación con esa persona que sí suponemos cometió actos de corrupción y que está en la cárcel, entre otras razones por ésa, ellos cometieron actos de corrupción.

Ahora, repito, la corrupción desgraciadamente es algo que no es nuevo en nuestro país. Ojalá que fuera nuevo, sería mucho más fácil corregirla, y ya mencionaba antes que los elementos deben llevarnos a corregirla, y uno de ellos, muy importante, es la cultura social de rechazar, repudiar la corrupción no nada más cuando nos afecta desfavorablemente, sino en todo momento. Como dije antes, no hay que dejar pasar una; pero no nada más el gobierno, sino también los ciudadanos.

CONDUCTOR: Señor Presidente, el uno de diciembre de 1994 usted se declaró insatisfecho, como todos los mexicanos, por la marcha de las investigaciones de los asesinatos políticos de 94. ¿Hoy se sigue usted sintiendo insatisfecho? Sé que en los próximos días, en esta semana, podría haber un anuncio que se ha llamado importante en relación a este tema.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Precisamente dije que haré un anuncio importante porque estoy en espera de un informe de la Procuraduría General de la República sobre el fallo absolutorio del señor Othón Cortés, y he preferido no emitir opinión ni tomar decisión alguna hasta no recibir ese informe de la Procuraduría General de la República. Una vez que reciba ese informe, de nuevo, evaluando con todo cuidado esa información, habré de tomar una determinación.

CONDUCTOR: Presidente, cómo se ve el futuro desde su oficina, acepta usted aquello que se dijo a la caída del Muro de Berlin, que con el fin de la Guerra Fría la historia se había terminado?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: No, la historia afortunadamente continúa. La historia se va a acabar por una de dos circunstancias: si se acaba el mundo se acabará la historia, espero que no se acabe el mundo, o cuando volvamos a la prehistoria, es decir, que no sepamos leer ni escribir los humanos, que espero que eso tampoco ocurra nunca.

CONDUCTOR: ¿Y cómo ve su futuro, el futuro de su oficina por esas ventanas, ¿se ve bien, cómo lo ve?

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: No. Yo creo que los mexicanos estamos trabajando con muchas ganas, y si seguimos echándole ganas vamos a salir adelante. Es más, estoy seguro que vamos a salir adelante.

CONDUCTOR: Señor Presidente, le agradezco mucho este tiempo, el espacio y esta disposición de usted.

PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO: Gracias a usted.

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