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Revisión del 20:37 7 feb 2021
180 pués, es la noble y singular actitud que asumiera el lla- marlo «Lorenzo Salay,» el que, con verdadera cnergia de mando y aun á riesgo de su vida, salvó, de aquellos forajidos, la de mujeros y niños, imponiéndosc a todos cllos. Frente à frente llegó å encontrarse con aquel malvado Juan de la Cruz Suárez, el más sanguinario de todos, mas aún que Palomino y su teniente, llamado «el verdugo de la banda,» el que, cuchillo en mano y con hidrópicos sen- tidos de alcohol y sangre, se preparaba á degollar, con grandes burlas y expresiones brutales, á una infeliz an. ciana. -¡Roba; pero no mates, bandido! - le grito Salas, pa. ralizando su acción desarmándolo, mientras su señalada victima huia. Y cuando el clamor del éxito vandálico volvió a re- unir la banda para distribuirse el producto del saqueo, Pa- lomino, el primero, lo incrcpó, con amenazas de muerte, su actitud de «marica,» sus inconcebibles impedimentos de que se llevara todo «å sangre y fuego,» arrogandose facultades de mando, estando él y Pereyra alli, ¡él, sobre todo!, cuyas únicas órdenes debían obedecer ciegamente; pero, fueron tan firmos y tan elocuentes que él expusiera, con la expresión y el gesto, más que con su lenguaje extraño, que comprendiendolo aquellos desalmadados, pro- dujeron en ellos, y especialmente en los que Iponá encar- gara de velar por su existencia, tanta admiración y respe- to, que muchos de ellos, a pesar del temor que Palomino les infundiera, opinaron: -¿Qué ventajas podrian traerle aquellos cobardes y repugnantes asesinatos ni aquellos incendios inútiles? Y tan irritados se pusieron los ánimos de los unos y los otros, que se hubieran ido a las manos, si el «terrible Curú,» comprendiendo y acertando en que la llevarian mal parada los que con el capitán estaban, no hubiera cortado la disputa, llamándolos a la «repartiña,» à la que acudieron como perros hambrientos. Y entonces si que fué su actitud más asombrosa para