Diferencia entre revisiones de «Página:Barreda Cronicas.djvu/194»

De Wikisource, la biblioteca libre.
Wikisource-bot (Discusión | contribs.)
Pywikibot touch edit
m →‎No corregido: Mejora de OCR + encabezado
Estado de la páginaEstado de la página
-
No corregido
+
No corregido
Cabecera (noinclude):Cabecera (noinclude):
Línea 1: Línea 1:
{{c|— 194 —}}
Cuerpo de la página (para ser transcluido):Cuerpo de la página (para ser transcluido):
Línea 1: Línea 1:
194
— 194—
..
cacidades insolentes, la
cacidades insolentes, la honrosa preferencia de ser el único
que descuartizarian despues de ser ahorcado; si, pues,
que descuartizarían después de ser ahorcado; si, pues,
después de muer to, la cebada... al rabo...
después de muerto, la cebada... al rabo...
Y en tanto los demás protestaban de su inocencia — ¡ino-
Y en tanto los demás protestaban de su inocencia-¡ino.
cente Juan de la Rosa Su*rez, degollador de aquella infeliz
cente Juan de la Rosa Suárez, degollador de aquella infeliz
mujer y verdugo de la banda! ..; iinocente Pedro Mereles
mujer y verdugo de la banda!..; jinocente Pedro Mereles
que se robo los cálices..., ¡sacrilego!; y todos los demás, el
que más y el que menos..., !si lo hubieran sabido sus jue-
que se robó los cálices..., sacrilego!; y todos los demás, el
que más y el que menos..., isi lo hubieran sabido sus jue-
ces!, cargándoles la mano al difunto Palomino y al «terrible
ces!, cargándoles la mano al difunto Palomino y al «terrible
Curú,» «que los llevaron á esos extremos contra toda su vo-
Curú,» «que los llevaron á esos extremos contra toda su vo-
luntad,»-el llamado Lorenzo Salay, taciturno, indiferen-
luntad,»
te, no pronuncio palabra que pudiera eliminarlo del cruel
te, no pronunció palabra que pudiera eliminarlo del cruel
castigo, teniendo su defensor de oficio que valerse de las
castigo, teniendo su defensor de oficio que valerse de las
declaraciones de los otros, que tanto lo favorecian, para
declaraciones de los otros, que tanto lo favorecian, para
que no pesara sobre él la culpa de los demás. ¡Pero, nada
que no pesara sobre el la culpa de los demás. ¡Pero, nada
le valieron esas declaraciones ni que las acentuara su dig-
le valieron esas declaraciones ni que las acentuara su dig-
no defensor, porque él, como Juan de la Rosa Suárez y los
no defensor, porque él, como Juan de la Rosa Suárez y los
otros bandoleros, fué condenado á, la horca y á que le cor-
otros bandoleros, fué condenado a la horca y á que le cor.
taran la cabeza y las manos .. para escarmiento publico
taran la cabeza y las manos para escarmiento público
y de otros malhechores, y que era la más afrentoga de las
y de
muertes!
muertes!
Y
Y ya hacia veinticuatro horas que el, como los otros,
ya
se hallaba en capilla, acompañado en los ultimos momen-
hacia veinticuatro horas que él, como los otros,
tos por su defensor cuando, acercándose á él el hermano
se hallaba en capilla, acompañado en los últimos momen-
mayor de la Santa Hermandad, para aconsejarle, piadosa-
tos por su defensor cuando, acercándose á él el hermano
mente, como á los demás, que tuviera resignación y no se
acordase de las cosas terrenales, para preparar su alma á
mayor de la Santa Hermandad, para aconsejarle, piadosa.
mente, como a los demás, que tuviera resignación y no se
la redencion de los fieles arrepentidos, le dijo, en tono
acordase de las cosas terrenales, para preparar su alma á
tranquilo é indiferente, con su lenguaje exótico:
la redención de los fieles arrepentidos, le dijo, en tono
— Hermano, yo estoy muy conforme con que la senten-
tranquilo é indiferente, con su lenguaje exótico:
cia que á
- Hermano, yo estoy muy conforme con que la senten-
aquel joven suma perplejidad.
cia que a todos nos condena es muy justa; pero...
— Yo d.escaria — añadió, después de un momento y
--Pero... ¿qué?--le preguntó el hermano, notando en
como si hubiera tomado una extrema resolución,— que an-
aquel joven suma perplejidad.
tes de que me lleven á la horca, me permitan testar.
Yo desearía - añadió, después de un momento y
— >Cómo!
como si hubiera tomado una extrema resolución, -que an.
giendo la mirada del defensor á los harapos que cubrian á
tes de que me lleven a la borca, me permitan testar.
-¡Cómo!.., itestar!-exclamó el hermano mayor, diri-
giendo la mirada del defensor á los harapos que cubrían á
Pie de página (noinclude):Pie de página (noinclude):
Línea 1: Línea 1:
<references/>

Revisión del 20:39 7 feb 2021

Esta página no ha sido corregida
— 194 —

194 .. cacidades insolentes, la honrosa preferencia de ser el único que descuartizarían después de ser ahorcado; si, pues, después de muerto, la cebada... al rabo... Y en tanto los demás protestaban de su inocencia-¡ino. cente Juan de la Rosa Suárez, degollador de aquella infeliz mujer y verdugo de la banda!..; jinocente Pedro Mereles que se robó los cálices..., sacrilego!; y todos los demás, el que más y el que menos..., isi lo hubieran sabido sus jue- ces!, cargándoles la mano al difunto Palomino y al «terrible Curú,» «que los llevaron á esos extremos contra toda su vo- luntad,»-el llamado Lorenzo Salay, taciturno, indiferen- te, no pronunció palabra que pudiera eliminarlo del cruel castigo, teniendo su defensor de oficio que valerse de las declaraciones de los otros, que tanto lo favorecian, para que no pesara sobre el la culpa de los demás. ¡Pero, nada le valieron esas declaraciones ni que las acentuara su dig- no defensor, porque él, como Juan de la Rosa Suárez y los otros bandoleros, fué condenado a la horca y á que le cor. taran la cabeza y las manos para escarmiento público y de otros malhechores, y que era la más afrentoga de las muertes! Y ya hacia veinticuatro horas que él, como los otros, se hallaba en capilla, acompañado en los últimos momen- tos por su defensor cuando, acercándose á él el hermano mayor de la Santa Hermandad, para aconsejarle, piadosa. mente, como a los demás, que tuviera resignación y no se acordase de las cosas terrenales, para preparar su alma á la redención de los fieles arrepentidos, le dijo, en tono tranquilo é indiferente, con su lenguaje exótico: - Hermano, yo estoy muy conforme con que la senten- cia que a todos nos condena es muy justa; pero... --Pero... ¿qué?--le preguntó el hermano, notando en aquel joven suma perplejidad. Yo desearía - añadió, después de un momento y como si hubiera tomado una extrema resolución, -que an. tes de que me lleven a la borca, me permitan testar. -¡Cómo!.., itestar!-exclamó el hermano mayor, diri- giendo la mirada del defensor á los harapos que cubrían á