Diferencia entre revisiones de «Discurso de Cristina Fernández en el acto por el 30º aniversario de la guerra de Malvinas»

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Muchas gracias y ¡viva la patria!, como siempre.
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Revisión del 23:24 4 mar 2013

Eso me decía él siempre, que yo era una Presidenta malvinera.

Muy buenos días a todos y a todas.

Señora Gobernadora de Tierra del Fuego, Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur; señor Vicepresidente de la Nación; señor Vicegobernador; señor Intendente de Ushuaia; señor Gobernador de la provincia de Santa Cruz; señor Gobernador de la provincia de Santa Fe; queridos excombatientes de nuestras Islas Malvinas; legisladores y legisladoras; hombres y mujeres de este querido pueblo de Ushuaia: en este 2 de abril, instituido como “Día del Veterano y de los Caídos en Malvinas”, venimos a ofrecer reconocimiento a los hombres que sobre sus pechos lucen las medallas y las condecoraciones que supieron conseguir con honor y valor, en el campo de batalla. Pero venimos fundamentalmente también en memoria de los miles y miles de jóvenes, de los cientos de jóvenes, miles que vinieron a combatir aquí, en el territorio, en las Islas y a los cientos que dieron su vida.

¿Por qué será que la historia se lleva siempre a los más jóvenes en los momentos difíciles? Por eso mi reconocimiento a esa juventud que marchó a las Islas, sin preparación, sin los pertrechos suficientes, sin la formación, yo diría muchos también con miedo. ¿Quién no siente miedo de ir a la guerra? Los que no sienten miedo no son los valientes. Valientes son los que avanzan aún con miedo.

Esos miles de jóvenes, esos cientos de jóvenes que estuvieron en las Islas y que dejaron su vida allí, hoy tienen para siempre, no sólo nuestro reconocimiento, sino la memoria eterna del pueblo argentino.

Hoy leía, antes de venir aquí, una frase de uno de esos jóvenes que combatió en Malvinas y que luego devino en periodista, tal esté por aquí, Edgardo Esteban, y él decía -lo pude ver hoy en blanco y negro- que la gran derrotada en una guerra o por lo menos en esta guerra, es la verdad. Y si a la memoria entonces le agregamos la verdad, que fue la decisión que tomé cuando ordené desclasificar el Informe Rattenbach, porque los argentinos, la historia, los muertos, sus familiares y el pueblo nos debíamos la verdad acerca de lo que había sucedido y, además, que esa verdad fuera reconocida por la Argentina y por el mundo. Una verdad dolorosa, pero también una verdad encendida de gestos heroicos que se conocieron, de valores inenarrables y también de cobardías e injusticias inéditas, casi como una condensación de la propia condición humana revelada, no por dirigentes de partidos políticos, sino por militares que, con responsabilidad, hicieron el honor a la pertenencia de un ejército sanmartiniano y desprendiéndose de cualquier espíritu corporativo, escribieron la verdad para la historia, para sus propios compañeros de armas y para todos los argentinos y el mundo.

Esa verdad que revela que no fue una decisión del pueblo argentino la del 2 de abril, que ni siquiera estaba atrás de ella el intento válido de ejercer soberanía y rechazar el colonialismo, sino apenas un intento de lo que muchas veces nos acusan a los políticos que es de perpetuarse en el poder.

Ese informe también revela eso, las miserias, los dolores, las vergüenzas. Memoria y verdad, entonces y, fundamentalmente, que se descorra el telón que pretende hacer creer el Reino Unido, que aquella decisión fue una decisión del pueblo argentino.

Hoy leía que el Primer Ministro británico decía que se había atacado la libertad de los isleños. Parece ser que no estaba enterada que también estaba confiscada la libertad de todos los argentinos en esos momentos.

Tampoco teníamos libertad los argentinos.

Había presos sin nombre ni apellido en campos de concentración; había detenidos desaparecidos que nunca volverán a aparecer. Parece ser que no se dan por enterados. Es que tal vez sea el último justificativo que cada día resulta más absurdo, más ridículo, más inverosímil ante los ojos de un mundo que ve -y lo digo con orgullo- a este país, mi país, la República Argentina, por decisión política del entonces presidente Kirchner y también por la decisión de esta Presidenta, de convertir la política de Derechos Humanos en uno de los pilares de Estado.

No sé cuántos países del mundo pueden tener el orgullo que tenemos los argentinos, de que en ninguna parte del mundo, de que en ningún país ninguno de nosotros, puede ser acusado de haber cometido un crimen de guerra, la violación de un derecho humano, de haber invadido otro país. Somos desde 1983, por decisión soberana también de nuestro pueblo, una Nación que emerge con democracia, pluralismo y diversidad, con marchas y contramarchas, pero definitivamente en el camino de la libertad, de la democracia y de la dignidad.

Memoria y verdad entonces, y a esa memoria y a esa verdad, yo le quiero agregar la de justicia. Memoria, verdad y justicia, porque es una injusticia que en pleno siglo XXI todavía subsistan enclaves coloniales como el que tenemos aquí, a pocos kilómetros de distancia; solamente 16 kilómetros enclaves coloniales en todo el mundo y 10 de ellos son del Reino Unidos.

Justicia reclamamos también para que no sigan depredando nuestro medio ambiente, nuestros recursos naturales ictícolas y petroleros; justicia, para que se respete la integridad territorial.

Resulta absurdo pretender dominio a más de 14 mil kilómetros de ultramar, cuando claramente estas Islas integran parte de nuestra plataforma marítima; justicia también para los que aún no han podido ser identificados.

Quiero decirles que el día viernes, en mi carácter de Presidenta de la República, he dirigido una carta al titular de la Cruz Roja Internacional para que tome las medidas pertinentes e interceda ante el Reino Unido para poder identificar a los hombres argentinos y aún ingleses que no han podido ser identificados, porque cada uno merece tener su nombre en una lápida, cada madre tiene el derecho inalienable, como Antígona, de Sófocles, viene desde el fondo de la humanidad, del fondo de la historia de enterrar a sus muertos, ponerle una placa y llorar frente a esa placa.

Cada hermana, cada viuda, cada padre tiene ese derecho y por eso hemos reclamado que la Cruz Roja Internacional interceda para que podamos realizar de la manera que ella lo disponga como autoridad internacionalmente reconocida por todos nosotros y lograr así la identificación de los que aún faltan, ingleses y argentinos, más argentinos que ingleses.

Pero la guerra no se debe conmemorar. Debemos también rendir homenaje a los que murieron del otro lado, porque eso nos convierte en ciudadanos universales.

Las guerras solo traen dolor, las guerras subvierten el orden natural que es el de que los hijos entierren a los padres; la guerra solamente trae atraso; la guerra solamente trae odio. Por eso, porque hemos sido víctimas los argentinos de muchas guerras internas y de las otras, es que nos hemos convertido en abanderados de la paz. Y pedimos justicia también para que se cumpla el derecho internacional; no es posible que solamente puedan violar los derechos los que son poderosos y están sentados en un sillón en el Consejo de Seguridad.

Jamás habrá orden internacional, jamás habrá derecho internacional, jamás habrá seguridad internacional hasta que todos y cada uno de los países que integran Naciones Unidas, respeten todas y cada una de sus resoluciones.

Parece ser que hay resoluciones de primera y de segunda: de primera, las que llevan adelante los países que se sientan en el sillón de los Consejos de Seguridad y, entonces, pueden ejercer el derecho de veto; de segunda, las órdenes que, a pesar de haber sido aprobadas en reiteradas oportunidades por la Asamblea General, a pesar de las resoluciones del Comité de Descolonización, se siguen incumpliendo. Va a ser muy difícil la paz en el mundo. Y por eso también, justicia para nuestra región.

Yo agradezco la presencia de todas las delegaciones hoy de los países de la UNASUR, porque queremos justicia para nuestra región y la justicia significa que esta región siga siendo lo que ha sido hasta ahora, una zona desmilitarizada. No queremos tambores de guerra ni cascos de guerra; los únicos cascos que queremos son los de trabajadores, que cada vez haya más trabajo para que haya más inclusión.

Y en cuanto a los que por allí muchas veces desde adentro, voces minoritarias pero voces con amplia repercusión mediática, intentan desmerecer el reclamo de soberanía, bueno, yo les digo que si fuera por cuestiones económicas es un argumento que no nos pueden aplicar a nosotros, sería mucho más aplicable al Reino Unido que a la República Argentina afortunadamente para todos los argentinos.

Por eso, esto que ha dejado de ser una causa nacional, esto que ha pasado a ser una causa de todos los argentinos pero también de todos los países de la UNASUR y de todos los países en el mundo que levantan el diálogo. No estamos reclamando ninguna otra cosa más que eso, el diálogo entre ambos países para discutir la cuestión de soberanía, respetando el interés de los isleños, tal cual reza textualmente la resolución de Naciones Unidas.

Nadie puede creer ni nadie puede hacerle creer a un solo argentino ni a un solo compatriota latinoamericano, que este pueblo argentino, que esta sociedad no respeta y no recibe con amor y cariño a todos y cada uno de los hombres y mujeres que han decidido habitar este bendito suelo.

Pueden dar cuenta de ello, no solamente los miles de ingleses que viven en la República Argentina, los miles de compatriotas latinoamericanos. Pocos países en el mundo, tienen la libertad migratoria que tiene la República Argentina.

Entonces, ¡cómo no vamos nosotros a respetar, no solamente los intereses de los isleños, sino los de todos los habitantes! No hacemos distinciones, para nosotros lo más importante es la dignidad de la condición humana, sea cuál sea su nacionalidad, su origen, su religión, cómo piensen. No nos interesa, solamente nos interesa que se respete la ley y la Constitución de nuestro país.

Por eso, digo entonces que esta no es una historia que empezó hace treinta años; esta historia el año que viene va a cumplir 180 años de usurpación. Por eso, y lo venía comentando recién en el viaje del Aeropuerto hasta aquí con la Gobernadora, tengo un gran deseo que nuestro Museo de Malvinas, a construirse en el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada pueda inaugurarse en el mes de agosto cuando se van a cumplir exactamente 180 años desde que el gaucho Rivero pudiera izar nuevamente el pabellón en aquel lugar.

Por eso digo que esta es una historia que lleva muchos años, que reconoció también otros intentos en 1806, en 1807, en 1845 y que entonces es una historia del colonialismo, una historia casi del siglo XIX que como rémora de ese pasado, aún subsiste aquí en nuestro territorio.

Finalmente, entonces, memoria y honor para quienes lucharon en el frente, para quienes murieron combatiendo; verdad para todos los argentinos y para todos los pueblos del mundo y justicia, para con nuestros derechos, justicia para con el derecho al diálogo, justicia para el cumplimiento del derecho internacional para que podamos tener un mundo mejor, más seguro y más justo.

Muchas gracias y ¡viva la patria!, como siempre.