Historia general de el Reyno de Chile/Libro I/IX

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CAPÍTULO IX.


De la primera navegacion que hizo por el Estrecho de Magallanes Simon de Cordes, holandes, y de los infelices sucessos de su armada y su gente.
Inviernan en el Estrecho y mueren 120 hombres.—Matan al General los indios Araucanos.— Los de la Mocha les matan 60.—Da fondo en Chiloé Cordes.—Confedérase con los indios, y saquea la ciudad de Castro.—Mata con traycion algunos españoles de Chiloé.—Mátanle a Cordes 17 y váse de allí.—Mátanle a él y a su gente los portugueses en las Molucas.—Llega a Valparaiso Theodoro Gerard.—Theodoro informa que son católicos de Flandes.—Danle licencia para vender sus mercancias y entriega la nave.—Motivos de su rendimiento.


Con el exemplo de los ingleses, tan efficazmente se animaron a imitarlos los holandeses, que uniéndose los mercaderes de mayor caudal, abrieron sus cofres, y dando la superintendencia a Pedro Verangenio, echaron una armada para que passando por el Estrecho de Magallanes robassen en el mar de el Perú quanto pudiessen y despues se encaminassen a las Molucas: componíasse de cinco gruesas naves con cuatrocientos y ochenta hombres de guarnicion. Dióse autoridad de Capitan General a Jaime Mahubio y de Almirante a Simon Cordes. Salieron de Amsterdan a siete de Junio de 1598. Navegaron con porfiadas adversidades y otros muchos officiales y personas principales, soldados y marineros. Fué publicado por General Simon Cordes y por Almirante Gerardo de Buningen. A seis de Abril de 1599 tocaron en las primeras gargantas de el Estrecho, cerrólas el imbierno con furiosas tormentas, en que trabaxaron incesantemente a las inclemencias de llubias, granizo, nieve y durissimas heladas. Por espacio de nueve meses padezieron los rigores del imbierno, y sobre todo les aflixia la hambre, y para satisfacerla comian con las ensias el marisco y las yerbas crudas y bebian agua fría, por lo qual adolecieron muchos de idropecia y murieron mas de ciento y veinte. Entre otros acabó la vida Zebrian de Bocol, Capitan de la Fidelidad: fué recevido en su lugar, con general aplauso, Baltázar Cordes, muy cercano pariente de Simon Cordes.

Tambien tropezaban en tierra con fatales calamidades, porque los indios de el Estrecho, viéndolos esparcidos y ocupados en coger yerbas y marisco, los mataban, y lo que excede de toda ferocidad, desenterraban los cuerpos de los que murieron enfermos y los despedazaban y repartian como racion de carne y se los comian. Igual saña les mostró el mar Meridional, convatiéndoles con estrañas borrascas, que les desaparexaban y tronchaban los arboles. Andaban dentro del conves con el agua a la rodilla por no bastar los embornales a su desague, de que se originó corrupcion en el bizcocho y en los otros mantenimientos. Ultimamente todas las naves se perdieron de vista vnas de otras, sin que jamas pudiessen juntarse y hazer cuerpo de armada. La Capitana, intitulada Esperanza, de doscientas y cincuenta toneladas, arribó a los ultimos del año de 1599 a la punta de Lavapié, tres leguas de Arauco, y los indios, que entonces eran amigos de los Españoles, los recibieron con muestras de mucho regocixo y los abastecieron liberalmente de maiz y otras menestras. Con este zebo les armaron sutilmente el anzuelo; procedieron los holandeses incautos, y sin recelo entraban y salian con tanta seguridad y confianza como si estubieran en sus casas. Convidáronles a un banquete con mucha chicha, en que concurrieron las provincias circumbecinas de Arauco, y les persuadieron que aquel festexo era por su venida, y que avian de capitular confederaciones con su nacion. Y estando muy descuidados comiendo y bebiendo y cargando la mano en la chicha, les acometieron con vna fiera emboscada y mataron al General Simon Cordes, a otros veinte y seis; cogieron la barca y despojos militares; llevaron para triunfar las principales cabezas a la Ciudad de la Concepcion, donde a la sazon residia D. Francisco de Quiñonez, Gobernador de el Reyno de Chile, y se las presentaron para mostrarse amigos de los Españoles y enemigos de sus enemigos y de los que lo aun de la fee. En los de la nave cayó vn tan gran pabor y miedo, que zarparon anclas y largando velas no pararon hasta el Japon, a donde llegaron con solo catorce hombres de ciento y treinta que se embarcaron en Holanda. La Almiranta, llamada Caridad, de ciento y sesenta toneladas, tomó puerto en la isla de la Mocha, y los isleños les asentaron valientemente la mano, reciviéndolos con muestras de amor, y dexándolos descuidar les mataron sesenta hombres y cogieron las barcas y artilleria menuda que llebaban. Naufragó despues en Ternate.

Sebaldo Werte se acogió a los canales del Estrecho, y corriendo por el mar ancho de el Norte halló, en 50 grados y 40 minutos, tres islas hasta entonces no conocidas, y de su nombre se dixeron Sebaldinas, como refiere Juan Laet. Perdidas las ancoras y muy rotas las velas, tiró la vuelta de Holanda, y de hambre y trabaxos se le murieron casi todos los compañeros, y aviendo sacado ciento y diez hombres, despues de veinte y cinco meses de navegacion. El Capitan Baltazar Cordes, manzebo de muy gentil disposicion y brios, lidiando valerosamente con los elementos, resistió las tormentas dentro de los puertos y bahias de el Estrecho, y mexorando el tiempo volvió al mar Austral, y por Mayo de 1600 dió fondo en la isla grande de Chiloé, en punta de Lacui, que dista veinte y cinco leguas de la Ciudad de Castro y oy se llama el puerto del Ingles, que en estas regiones no distingue el vulgo la differencia de las naciones setentionales de Europa, y el comun vocablo con que la plebe de las Ciudades de las Indias conosse a los estrangeros es con el nombre de Pichilinges; ademas, que como asta entonces no se avian visto en este mar sino los ingleses arriba referidos, los reputaban a los holandeses tambien, por ingleses, y a todos los llaman los indios, sin distincion, Moro-guincas.

La nave de Baltázar de Cordes era capaz de cien toneladas de carga; recibió en Holanda ochenta y seis hombres, y quando saltó en tierra en Chiloé se allí solo con treinta. Sacáronle los indios de Chiloé el vientre de mal año, y en recompensa los exortó a que sacudiessen el yugo de la obediencia a los españoles, prometiéndoles su industria y fuerzas. Tomaron su consexo como faciles, juntaron un buen esquadron, que con mucho silencio marchó por tierra, y Cordes por la mar se arrimó al puerto y ciudad de Castro. Enarvoló vandera de paz, y por ella le admitieron en la ciudad con toda su gente amigablemente. Manifestáronse los indios y luego les hizo la seña de su confederacion, saquearon el pueblo y le abrasaron con grande estrago de la ciudad. Retiráronse al navio y alli tomó Cordes a algunos vecinos principales que se avian opuesto con gallardia; dióles salvo conducto, y luego que los tubo en su poder los degolló y de nuebo se aloxó en la ciudad, muy contento de aver cometido tan detestable traicion y perfidia, propia de hereges que no saben guardar fe. Supo en Osorno lo que passaba el Coronel Juan del Campo, y aunque avian comenzado a revelarse los indios, acudió a socorrer a los Españoles de Chiloé con ciento y cincuenta soldados, y desaloxaron al pirata con muerte de diez y siete holandeses. Los demas con su Capitan Cordes se arroxaron al agua muy mal eridos, y si la varca no les favorece con tanta diligencia, peligran todos. No aguardó Cordes mas de la venganza de los Españoles, y temiendo su arresto, viró la mar afuera, y sin tocar en otro puerto destas costas, aportó a la Isla de Fidore, en las Molucas. Fué bien recevido de los Portugueses, los quales, asegurándole con disimulado agasaxo, le passaron a cuchillo a el y a sus compañeros, dexando vivos al piloto y a otros cuatro marineros de que se sirvieron en sus navegaciones. Este castigo refiere Ludovico Gotifredo, citado de Juan Theodoro Bry, que assi permite Dios que muera el traydor y pague por los mismos filos el mal trato que usó con los de Chiloé.

El Patache nombrado Buena Nueva, o Corazon Volante, de 75 toneladas de buque, aviendo embarcado en Holanda cincuenta y seis hombres, dió fondo en Valparaiso con diez y seis o veinte, enfermos los mas, solo nueve con salud. Saltaron en tierra con su Capitan Theodoro Gerardo, natural de la Esclusa; traian vna vanderola blanca y en el navio tremolaba otra del mesmo color. Allábase entonces el Capitan Jerónimo de Molina, Corregidor de la Ciudad de Santiago, que avia ido a castigar algunos indios que en Quillota conspiraban para revelarse, y el Gobernador Quiñones le avia avisado de la venida de los Corsarios y de lo que les aconteció en Lavapié. Con esto se previno de quarenta hombres de a caballo, y viendo que los holandeses salian con prevension de armas de fuego y cuerda encendida, presumió era estratagema la seña de las vanderas de paz, y mas considerando el navio tan bien artillado y que parecian en el pocas muestras de gente, de que inferia que estaba oculta y disimulada para la ocasion. Fundado en este discurso, les echó una emboscada de veinte ginetes, que repentinamente los asaltaron y hirieron al Capitan y otros, con que se retiraron prestamente. El día siguiente los llamó el Corregidor Jerónimo de Molina con seña de paz, a que respondió luego Gerardo en la barca con vna carta escrita en portugues en que referia que eran mercaderes flamencos catolicos de las provincias leales al Rey de España, pedian, ser recevidos como fieles vasayos de su Magestad, y permiso para comerciar en la forma que se practica en los Puertos de España. Ofrecian desde luego la nave con la artilleria, armas y pertrechos de guerra para el servicio del Rey, y añadía el Capitan que desde su niñez se avia criado en Portugal y que assi no avia incurrido en la comun reveldia de Holanda.

A todo le dieron credito y el Corregidor le embió licencia para desembarcarse, y que pagando los derechos reales vendiesse sus mercancias, y para mayor seguridad le embió el passaporte con Antonio de Barrios Idalgo, portugues. Vino Gerardo a tierra, donde fué muy bien recevido y regalado del Corregidor y de todos los Españoles. Ospedáronle en Santiago a el y a los suyos con mucha generosidad y cortesia. La nave remitieron luego al Perú con la artillería al Virey D. Luis de Velasco, la acienda iba vendiendo en la Ciudad y poco despues la confiscaron los ministros reales, porque sus mismos soldados espontaneamente declararon que eran holandeses revelados, que avian passado a piratear a estos mares y entablar comercio en las Molucas, y que la necesidad les avia compelido a coger el puerto de Valparaiso, porque ni vna costra de viscocho tenian que comer y que muchos avian muerto de ambre, y su designio avia sido comprar vituallas con pretesto de mercaderes, y en consiguiéndolas tender las velas y robar quanto pudiessen, segun la proporcion de sus fuerzas, y vivian con esperanzas de hallar las otras naves de su armada y pedir socorro de gente; pero que como Molina los avia maltratado en la emboscada, resolvieron rendirse y entregar la nave y publicarse por leales y catolicos para que los agasaxassen como amigos y basallos de vn mismo Señor. Descubierto este engaño, pusieron en prision a Gerardo y a otros de su confianza, para inquirir de ellos los intentos de la armada e instrucciones que trahian de los Estados. Ultimamente les concedieron libertad y licencia para que se fuessen a donde gustassen. Este fin tubo la compañia de mercaderes y su armada, y dice Pedro Berangen, que es vna viva imagen de la inconstancia de las cosas del mundo, en donde los intereses se gozan divididos, y afligen muy unidas las penas [1].


  1. La relacion que el autor hace de la malhadada espedidon de Jacobo Maku y sns compañeros es sumamente interesante porque completa las que se tenia de otros oríjenes estranjeros.

    En jeneral es bastante exacta, pero hai algunos errores de detalles, principalmente en los nombres, incluso el del bravo coronel Francsico del Campo, a quien en esta parte el autor llama Juan. El almirante que los españoles llaman tambien Jaime Mahubio, es James Mahu, jefe de la espedicion; Zebrian de Bocol es Jurien Van Bokolt, y por último Teodoro Geraldo, el capitan del buque que aportó a Valparaiso desarbolado, i estuvo preso en Santiago, se llamaba Diriek Gerritz, nombre jenuinamente holandes.

    El nombre de este último buque era el Cerf vofant (volantín) y el autor lo hace Corazon volante, traduciendo coeur por cerf. Igual error cometió mas tarde el presidente Desbrosses en su Recueil de voyages aux terree australes.

    Jerónimo de Quiroga dice que ese mismo célebre barco solo se llamaba el Filibote, pero esta era solo la denominacion jenérica de esa clase de embarcaciones. El patache, es el aviso que hoi se denomina jeneralmente queche.