Historia general de el Reyno de Chile/Libro I/XXI

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CAPITULO XXI.


Que en los Indios de Paz y sugetos a los Españoles se debe estorvar este uso bárbaro de matar a los cautivos con atrocidad, y de los daños que de él se siguen.


No es de admirar que los indios enemigos tengan este uso contra sus enemigos, principalmente contra los Españoles que les dañan.—Los que han muerto en los alzamientos.—La buena disposicion de algunos.—Quanto enciende el odio a los bárbaros el ver que los christianos hazen lo mismo.—Las razones por que se debe evitar en tierra de christianos.—Por la piedad.—Quando quieren lo estorvan y cuando ay interes.—Débese estorvar por ser contra la christiandad.—La importunacion de los indios en pedir indios cautivos para matar.—Facilmente se pueden vencer.—Los daños y castigos de Dios que se deben temer por no evitarlo.—Tratan de dar la paz los indios de Osorno.—Respóndenles a los embaxadores que se la admitirán, y van contentos con la respuesta.—Tratan de venir a dar la paz.—Piden los amigos un indio para matar, hijo del cacique mayor de la otra banda.—Procura librarle el autor y no puede conseguirlo.—Bautizóse antes de morir con gran fe.—Matan al indio a vista de los suyos.—Siéntenlo grandemente y determínanse a no dar la paz sino a pelear.—El escándalo de los enemigos.—Los daños que se siguieron de aver muerto a este indio.—Derrota el enemigo a los nuestros y muere la flor del exército.—Estubieron para rebelarse los amigos contra los Españoles, y de allí salió fraguado el alzamiento que se siguió.—Quieren paliar.—Compran los gentiles los esclavos para matarlos, comerlos y ensangrentarse en ellos.—Concurren todas las provincias en las fiestas grandes.


Que entre los Indios barbaros y reveldes dure hasta oy un uso tan bárbaro, no es de admiracion, pues obran como quien son y vengan sus agravios con estas muertes, assi en los indios que se muestran contrarios suyos, y por hazerse de parte de los Españoles niegan a los de su nacion, como en los Españoles que cautivan, por el odio que tienen a la nacion Española, por ver que se enseñorea de sus tierras, y aunque con fin y blanco de hazerlos christianos, no atendiendo a ese buen fin, los aborrecen, y por el mal que les pareze que se les sigue de su dominio. Y assi los matan en las borracheras en cautivándolos, assi para vengarse de ellos como para animar a sus soldados con aquellas ceremonias, y con cantar victoria a que peleen animosamente contra los Españoles en defensa de su Patria, de su vida y su libertad. Y llebados de este odio y furor, en los alzamientos generales han muerto a muchos españoles, y en este ultimo de el año de 1655 fueron mas de ciento y cincuenta españoles cautivos los que mataron en sus borracheras, assi capitanes como alferezes y soldados, llevando dos y tres a matar a cada borrachera para hazer mas solemne la fiesta y incitarse con mas ardor a pelear contra los christianos para acabarlos y echarlos de sus tierras. Y aunque muchos españoles morian haziendo en este trance grandes actos de contricion y muchos disciplinándose severamente en las espaldas y con su cruz en las manos, otros por no tener sacerdotes que les ayudassen, no se disponian tan bien como debieran. Y en fin, era una lastimosa carniceria de españoles en aquel tiempo la tierra de guerra, y siempre lo es, aunque no con tanta frecuencia.

De mas de el apetito de venganza que a esto les mueve y el ser de su natural feroces, no se puede dudar sino que les enciende el enoxo y los irrita la cólera el ver que los Indios amigos de los Españoles, y que muchos son ya christianos, y aunque no lo son viven con los christianos y tienen union de armas con ellos, hagan los indios de guerra que cogen lo mismo, matándoles a su barbara usanza, sacándoles el corazon, comiéndosele a vocados y haziendo flauta de sus canillas y huesos. Y assi, por no irritarlos mas y por la indecencia que trahe consigo el usarse en tierras de christianos una crueldad tan barbara, debian los Gobernadores, los Maestres de campo y sarjentos mayores no consentir mas en sus tercios semejantes atrocidades tan contrarias a la piedad christiana. Y aunque lo escusan con que los indios amigos se sentirán de que se lo estorven, no es razon que convence, que siempre he visto que quando lo han querido estorvar lo han hecho, y quando han querido conservar a un indio esclavo para servirse de él o para venderle, le han librado de la muerte, y aunque los indios le han pedido para matarle, con buenas razones le han conservado. Y los indios amigos son tan sugetos y tan convenibles que en dándoles una botija de vino y diziéndoles que maten a un perro negro en lugar de algun indio que han pedido para matar, le dexan y matan en su lugar al perro. Y siendo este uso gentilico y tan contra la christiandad y humanidad que professa la religion christiana, se debiera desterrar de las tierras de los christianos y no consentirse entre los vassallos de un Rey tan catolico y humano, aunque no fuesse sino por el exemplo de los barbaros y que conociessen por ay quanto se difierencia nuestra santa ley de la suya, y que si la suya se exercita en crueldades y en venganzas, la nuestra tiene por profession propria las piedades y el perdon de los enemigos.

Grande es la importunacion de los indios amigos en pedir a los Gobernadores y demas ministros siempre algun indio de los que se cautivan para matarle a su usanza, por no ser menos en eso que los indios enemigos, que hazen con ellos lo mismo y assi mismo con los Españoles quando los cautivan. Pero esas importunaciones de los indios son faciles de vencer, y la condescendencia con ellos en eso, es dañosa, de mal exemplo y escandalo, y de que se pueden seguir grandes daños y inconvenientes, y que sin eso se puede con razon temer no nos castigue Dios con malos succesos por no ajustarnos con su santa ley y no hazer a los indios a la nuestra, sino que ellos nos hagan a la suya. Y para que se vea un castigo de Dios manifiesto y los daños que de matar los indios amigos de nuestro exercito a otro de el enemigo se siguieron en la lastimosa perdida de el rio Bueno, diré lo que passó, como testigo de vista, y fué: que aviendo ido por orden de el Gobernador, D. Antonio de Acuña y Cabrera, el año de 1654 el Real exercito con las mayores fuerzas que avia en el Reyno de españoles y amigos indios de Arauco, Boroa y la Imperial, al Rio Bueno a castigar a los indios de Osorno i Cunco, que solo eran enemigos, viendo desde la otra vanda de el rio los indios tan numeroso exercito, tanto movimiento de armas, tanto indio amigo confederado con el Español contra ellos, pues toda la tierra estaba de paz y de parte del Español, entraron en consejo y trataron de dar tambien ellos la paz y no quedar solos con tanta multitud.

Salieron conformes los pareceres de su consexo, y desde la otra banda de el rio, que es muy caudaloso y no tiene vado, llegaron algunos caciques de parte de los demas a dezir: como querian tratar medios de paz y que todos estaban muy dispuestos a darla, pues ya toda la tierra la avia ofrecido y no querian ellos ser singulares ni tener contra si el poder de los Españoles ni las armas de los indios sus amigos. Y que para tratar de este punto se llegasse a la orilla de el rio el capitan Baltasar Quixada, a quien conocian por aver estado en sus tierras. Fué el dicho capitan con orden del Maestre de campo don Juan de Salazar a tratar con ellos de las pazes, y respondióles a su embaxada diziéndoles: que de nuestra parte siempre se les admitiria la paz porque assi lo mandaba su Magestad, y que el Maestre de campo estaba dispuesto a recevírsela porque llebaba orden de el gobernador para admitirles la paz, si la quisiessen dar de buenas a buenas, y sino de pelear con ellos y hazerles la guerra. Con lo qual fueron estos mensajeros y caciques muy contentos a tratar con los demas que passassen todos de esta banda de el río a dar la obediencia a su Magestad y a ver al Maestre de campo y darse por amigos de los Españoles.

Mientras los caciques de Osorno i Cunco trataban de venir a dar la paz, piden los amigos que estaban de esta banda de el rio con el exercito español al Maestre de campo un indio para matarle a su usanza y animarse a passar el rio y pelear. Avian cautivado algunos cuatro o cinco indios de esta banda de el rio, y uno de ellos era hijo del cacique mas principal de la otra banda y que vivia al passo de el río llamado Guenu-Pillan. Pidieron señaladamente al hijo de este cacique, y un Español lo solicitó capitan de naciones, que no debiera, que despues lo pagó y muríó a manos de el enemigo por su solicitud y en castigo de su pecado: concediósele el Maestre de campo sin mirar a que se estaba tratando de pazes. Sentílo por extremo y hize quanto pude por estorvarlo y librarle, y no pude conseguir nada. Y aunque propuse lo que lo avian de sentir los indios de la otra vanda ver matar a su vista el hijo de su cacique y en tiempo que él estaba solicitando con los suyos las pazes y conciliando las voluntades, y que ya que ubiesse de morir alguno no fuesse aquel, no ubo remedio, sino que por el mismo caso avia de morir el hijo de el cacique para que con el sentimiento y con el miedo acabassen de venir a dar la paz o se quedassen enemigos. Viéndolos tan duros traté de catequizar al indio y disponerle para que muriesse christiano y reciviesse el santo bautismo, y hállele tan blando y que recivia las cosas de Dios con tanto affecto, que conocí que le tenia Dios predestinado para su gloria, y bautizóse con grande Fe y devocion, y abrazándose de mí le llebaron al lugar de el sacrificio.

Subieron todos los indios amigos a un cerrito para que los viessen mexor las tropas que se iban juntando de la otra banda de el rio, mataron al inocente indio, haziendo sus ceremonias como se dixo en el capítulo passado, y lebantando la cabeza en una pica cantaron victoria a vista de los enemigos, que mas fué pronostico de la que ellos avian de alcanzar de los nuestros. Quando los indios enemigos que estaban concertándose para venir de esta banda de el rio a dar la paz vieron que los nuestros avian muerto al hijo de su cacique y que con su cabeza cantaban victoria, que es probocar a la guerra, dixeron entre si: "¿qué pazes son estas? no quieren paz los Españoles ni los indios sus amigos, pues a nuestros ojos cantan victoria con la cabeza de nuestro cacique. Y pues no quieren paz, aqui les hartaremos de guerra, que tan valientes somos como ellos, y tan buenas manos tenemos y aun mexores. Ande la guerra y todo el mundo se aperciba para pelear." Aqui se ve bien el escándalo que causó al enemigo la muerte de este indio y los daños que causó, pues estorvó la paz de aquellos indios y la de toda la tierra, pues solos ellos faltaban para estar toda la tierra de paz i en el mexor estado que jamas se ha visto. Con que se estorbó la converssion de los infieles y la paz universal, y desde aqui se volvió a fraguar un alzamiento universal que ha costado hartas vidas, y haziendas, y hartas almas que miserablemente se han perdido, y todo se ocasionó de la desgracia que luego se siguió, que fué el castigo de Dios.

Passó nuestra gente a la otra banda de el rio a pelear con el enemigo, con mal orden y peor disposicion, y el enemigo dió sobre ellos con tan buen orden que luego los derrotó, y sin pérdida de ninguno de los suyos mató la flor de los nuestros, metiéndolos a lanzadas en el rio y atropellándolos unos sobre otros, quedando por señores de el campo y de las armas y municiones, y poniendo lo restante del exercito en peligro de degollarle, faltando bien poco para que los indios amigos se amotinassen contra los Españoles y uniessen sus armas con las de los enemigos, como lo intentaron, aunque no llegó a execucion por entonces hasta el año siguiente, que fraguaron el alzamiento general, siendo este mal succeso la levadura de el de revelion, llebándole desde aqui concertado. ¡Caso lastimoso que basta para confirmacion de los daños que se siguen de estas muertes atroces a la usanza, y de lo mucho que Dios se desagrada de ellas, por ser tan contrarias a la piedad christiana! Y aunque algunos las quieren paliar con dezir que se los dan a los indios aquellos cautivos, para que como ejecutores de la justicia y como verdugos, los castiguen, es razon paliada que el cautivo ya rendido y asegurado en nuestras tierras no se le mata a sangre fria ni se le quita la vida entre christianos, si no es en el furor de la batalla o quando en la marcha aprieta el enemigo y no se puede guardar sin recelo de fuga o que haga mayor daño. Pero trahido ya a nuestras tierras y asegurado en prision, es inhumanidad quitarle la vida, y la justicia no quita la vida a ningun delincuente con odio y comiéndole las carnes y relamiéndose en su sangre, como lo hazen los indios.

Lo qual no se debe en tierras de christianos consentir a los indios amigos que son ya vasallos de un Rey tan christiano, introduciendo en ellos la ley de la piedad y de la misericordia, y obligándoles a que degen la ley gentilica de el odio que usan los gentiles: que como barbaros y crueles, quando han de hazer una fiesta y borracheras, si no tienen en su tierra algun cautivo a quien quitar la vida para solemnizar la fiesta, van a la otra a comprarle, y las viejas y los niños han de comer de sus carnes y labar las manos en su sangre. Y quando es algun indio valiente y que en la guerra les ha hecho muchos daños, le suelen cortar a pedacitos sus carnes y obligarle a él que se las coma. Y en las juntas generales, que llaman Coyao, una provincia le corta la cabeza, otra le da con la maza en el celebro, otra le saca el corazon, y otra le corta las canillas para flautas, para que todas se ensangrienten por igual y todas coman de el corazon, aunque sea un pedacito pequeño. Y esto, aunque ellos lo hazen como barbaros, estrañan por que hagan lo mismo los christianos, que les venden bulas de piedad y la debieran exercitar para darles buen exemplo y obligarles con él a que dexassen su barbarismo.

Al Unicornio, que es semexanza de Christo, porque se desenvenen las aguas para que los demas beban, y de los Christianos, que deben dar a los infieles el agua de la doctrina y buen exemplo sin mezcla de veneno, le puso Dios el cuerno entre los dos ojos para que si castigase o hiriese a los demas fuesse a la luz de entrambos: que fué dar á entender a los Gobernadores y ministros christianos que con entrambos ojos han de mirar para el castigo y a dos luces han de executar el golpe, atendiendo a que se cumpla con la justicia y no se falte al buen exemplo, no haziéndola con atrocidad y modo gentilico. Que si bien en estas ocasiones los indios la hazen en los que assi matan, pero los españoles se los entriegan estando debajo de su potestad y pudiendo librarlos o mandar hazer justicia conforme a las leyes de la justicia.