Juan de Ferreras (Retrato)
JUAN DE FERRERAS.
[editar]En aquel tiempo en que las ciencias habían llegado en España á un grado de corrupción tan grande, y la literatura á perder totalmente el buen gusto, salió á la luz del mundo un Sabio, que pudo ser gloria de la nación mas culta. Don Juan de Ferreras fué quien á impulsos de su feliz ingenio, ni se sujetó á los nimios rigors de la Escuela en las ciencias superiores, ni se desdeñó de adornarse con las letras humanas. Nació este Sabio en la Bañeza, Villa de la Diócesis de Astorga, en el mes de Junio de 1652. Sus padres fuéron D. Antonio de Ferreras, y Doña Antonia Garcia de la Cruz, no ricos, pero nobles, los quales procuraron educarle de un modo que pudiese algun dia salir de tan buena semilla el sazonado fruto que vio Madrid. Estudió la Latinidad con los Jesuitas del Colegio de Monforte de Lemus, y con los Dominicos Trianos la Filosofía y Teología. Pasó á Valladolid á proseguir con esta ciencia, en que fué su maestro uno de los grandes Teólogos que se conocían Fr. Francisco de la Serna; y en los ratos de recreo se ocupaba en leer la Historia, aunque sin tener mas guia ni objeto que la diversion. De aquí se trasladó á Salamanca, en donde su constante aplicación, y deseo de aprender en la Filosofia, le hizo renunciar las Escuelas, y seguir á fuerza de trabajo las luces de la razón y la verdad. Ordenado de Sacerdote, obtuvo los Curatos de Santiago de Talavera, y sucesivamente el de Alváres en la Alcarria, y el de Camarma, y luego el de S. Pedro y el de S. Andrés de esta Corte. La cercanía de Alváres con Mondejar, adonde se había retirado D. Gaspar de Mendoza Ibañez de Segovia, Marques de dicho pueblo, fué causa de que Ferreras, advirtiendo la erudición, profundidad y buen gusto de aquel Señor, verdaderamente literato, buscase su amistad, que como tan digno de ella logró pronto. Dedicóse con él á estudiar la Historia, dirigido de la Cronología, Geografía y Crítica; y estas sabias lecciones produxéron luego la apreciabilísima obra que ilustra principalmente á Ferreras.
Movido el Cardenal Portocarrero de la fama de este Eclesiástico, le traxo á Madrid, dándole el Curato de S. Pedro, y haciéndole su Confesor: en cuyo tiempo mostró su sabiduria dirigiendo la conducta interior del Cardenal en los arduos y difíciles casos que ofrecian las circunstancias de aquella época; y su desinterés en el desprendimiento total que tuvo, así para su persona, como para los suyos. Ocupábase con zelo infatigable en el desempeño de su ministerio pastoral, y en predicar infinitos sermones á ruegos de todos los que conocían su mérito. Trabajó incesantemente como leal vasallo y como zeloso Sacerdote en exhortar á la debida obediencia y quietud á todos aquellos que en las revoluciones lastimosas de la guerra de succesion, fomentaban la discordia pasándose al partido opuesto: y en este tiempo escribió dos excelentes discursos, que intituló Desengaños, uno Católico, y otro Político, en donde enérgicamente prueba la obligación de la fidelidad, y utilidad del reynado triunfante. Movido del mismo zelo escribió la Paranesis á los Curas de Francia exhortándoles á la debida obediencia á la Santa Sede. Todo esto junto con los escritos teólogos que había compuesto, le adquirió gran crédito con el Nuncio Aquaviva, que se valió de su prudencia y sabiduría muchas veces; y el Papa Clemente XI le honró con algunos Breves y cartas del mayor aprecio. Pero lo que mas conocido le ha hecho en la república de las letras, es su Historia de España en diez y seis tomos, celebrada por todos los Sabios de Europa como la mas exacta, mas sabia, mas juiciosa y crítica, capaz de corregir con su lectura los descuidos y errores qua se hallan en las otras antiguas y modernas. Esta obra le hará inmortal, y da á conocer la superioridad de su talento en tiempos de la mayor decadencia. Esta superioridad fué la que le traxo á ruegos del Marques de Villena á ser uno de los fundadores de la Real Academia Española, á ocupar la plaza de Bibliotecario mayor de S. M. y á ser electo obispo de Monópoli y Zamora, cuyas dignidades supo renunciar con heroyco tesón y firmeza. No menos se aplicó al exercicio de las virtudes que á las letras; y si en estas dexó tantas pruebas de su ingenio y aplicación, en aquellas dió repetidos testimonios de su piedad y mortificación, ya en la conducta exterior é interior de su vida, ya en la resignación y paciencia con que entregó su espíritu al Criador el día 8 de Junio de 1735. Su Historia de España se imprimió varias veces en Madrid desde el año de 1700 hasta el de 1726, y posteriormente se espera otra nueva edición hecha por la Real Biblioteca.