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La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XXVII

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

chado! ¡Cómo me aterré cuando me agarró, diciendo:—«¡Acaso no creerias que fuera yo tan lógico!»—Me condujo ante Minos, el cual se ciñó ocho veces la cola en derredor de su duro cuerpo, y mordiéndosela con gran rabia, dijo:—«Ese debe estar entre los culpables que esconde el fuego.»—He aquí por qué estoy sepultado donde me vés, y por qué gimo al llevar este vestido.»

Cuando hubo acabado de hablar, se alejó la plañidora llama, torciendo y agitando su aguda punta.

Mi Guia y yo seguimos adelante, á través del escollo, hasta llegar al otro arco que cubre el foso donde se castiga á los que cargaron su conciencia introduciendo la discordia.


CANTO XXVII.

Novena fosa del octavo círculo, donde se encuentran los autores de escándalos, cismas y heregías.—Se ven acuchillados sin cesar por la espada de un demonio.—Dante observa allí el suplicio de Mahoma, Alf, Pedro de Médicis, Mosca y Bertran de Born.

¿Quién podria jamás, ni aun con palabras sin medida, por más que lo intentase muchas veces, describir toda la sangre y las heridas que ví entónces? No existe ciertamente lengua alguna, que pueda expresar, ni entendimiento que retenga lo que apenas cabe en la imaginacion.

Si pudiera reunirse toda la gente que derramó su sangre en la afortunada tierra de la Pulla[1], cuando combatieron los romanos durante aquella prolongada guerra en que se recogió tan gran botin de anillos[2], como refiere Tito Livio y no se equivoca, con la que sufrió tan rudos golpes por contrastar á Roberto Guiscardo[3], y con aquella cuyos huesos se recogen aun, tanto en Ceperano[4], donde cada habitante fué un traidor[5], como en Tagliacozzo, donde el viejo Allard venció sin armas[6], y fuera posible que todos los combatientes mencionados enseñaran sus miembros rotos y traspasados, ni aun así se tendria una idea del aspecto horrible que presentaba la novena fosa.

Una cuba que haya perdido las duelas del fondo no se vacía tanto como un espíritu que ví hendido desde la barba hasta la parte inferior del vientre: sus intestinos le colgaban por las piernas: se veia el corazon en movimiento y el triste saco donde se convierte en excremento todo cuanto se come.

Mientras le estaba contemplando atentamente, me miró, y con las manos se abrió el pecho, diciendo:—«Mira cómo me desgarro: mira cuán estropeado está Mahoma. Alí va delante de mí llorando, con la cabeza abierta desde el cráneo hasta la barba[7], y todos los que aquí ves, vivieron; mas por haber diseminado el escándalo y el cisma en la tierra, están hendidos del mismo modo. En pos de nosotros viene un diablo que nos hiere cruelmente, dando tajos con su afilada espada á cuantos alcanza entre esta multitud de pecadores, luego que hemos dado una vuelta por esta lamentable fosa; porque nuestras heridas se cierran antes de volvernos á encontrar con aquel demonio. Pero tú, que estás olismeando desde lo alto del escollo, quizá para demorar tu marcha hácia el suplicio que te haya sido impuesto por tus culpas, ¿quién eres?

—Ni la muerte le alcanzó aun, ni le traen aquí sus culpas para que sea atormentado, contestó mi Maestro, sino que ha venido para conocer todos los suplicios. Yo, que estoy muerto, debo guiarle por cada uno de los círculos del profundo Infierno, y esto es tan cierto como que te estoy hablando.

Al oir estas palabras, más de cien condenados se detuvieron en la fosa para contemplarme, haciéndoles olvidar la sorpresa su martirio.

—Pues bien, tú, que tal vez dentro de poco volverás á ver el sol, dí á fray Dolcin[8] que, si no quiere reunirse conmigo aquí muy pronto, debe proveerse de víveres y no dejarse rodear por la nieve; pues sin el hambre y la nieve, difícil le será al novarés vencerle. Mahoma me dijo estas palabras despues de haber levantado un pié para alejarse; cuando cesó de hablar, lo fijó en el suelo y partió.

Otro, que tenia la garganta atravesada, la nariz cortada hasta las cejas, y una oreja solamente, se quedó mirándome asombrado con los demás espíritus, y abriendo antes que ellos su boca, exteriormente rodeada de sangre por todas partes, dijo:—¡Oh, tú á quien no condena culpa alguna, y á quien ya ví allá arriba, en la tierra latina, si es que no me engaña una gran semejanza; acuérdate de Pedro de Medicina[9], si logras ver de nuevo la hermosa llanura que declina desde Vercelli á Marcabó[10]; y haz saber á los dos mejores de Fano, á messer Guido y Angiolello, que si la prevision no es aquí vana, serán arrojados fuera de su bajel, y ahogados cerca de la Católica por la traicion de un tirano desleal[11]. Desde la isla de Chipre á la de Mallorca no habrá visto jamás Neptuno una felonía tan grande, llevada á cabo por piratas, ni por corsarios griegos. Aquel traidor, que vé solamente con un ojo, y que gobierna el país que no quisiera haber visto uno que está aquí conmigo, les invitará á parlamentar con él, y despues hará de modo que no necesiten conjurar con sus votos y oraciones el viento de Focara[12].

Yo le dije:—Si quieres que lleve noticias tuyas allá ar- riba, muéstrame y declara quién es ese que deplora haber visto aquel país.

Entonces puso su mano sobre la mandíbula de uno de sus compañeros, y le abrió la boca exclamando:—Héle aquí; pero no habla.»

Era aquel que, desterrado de Roma, ahogó la duda en el corazon de César, afirmando que el que está preparado, se perjudica en aplazar la realizacion de una empresa[13]. ¡Oh! ¡Cuán acobardado me parecia con su lengua cortada en la garganta aquel Curion, que tan audaz fué para hablar!

Otro, que tenia las manos cortadas, levantando sus muñones al aire sombrío, de tal modo que se inundaba la cara de sangre, gritó:—Acuérdate tambien de Mosca[14], que dijo ¡desventurado! «Cosa hecha está concluida.» Palabras que fueron el origen de las discordias civiles de los toscanos.—¡Y de la muerte de tu raza! exclamé yo. Entonces él, acumulando dolor sobre dolor[15], se alejó como una persona triste y demente.

Continué examinando la banda infernal, y ví cosas que no me atreveria á referir sin otra prueba, si no fuese por la seguridad de mi conciencia; esa buena compañera, que confiada en su pureza, fortifica tanto el corazon del hombre: ví en efecto, y aun me parece que lo estoy viendo, un cuerpo sin cabeza, andando como los demás que formaban aquella triste grey: asida por los cabellos, y pendiente á guisa de linterna, llevaba en una mano su cabeza cortada, la cual nos miraba exclamando:—¡Ay de mí!—Servíase de sí mismo como de una lámpara, y eran dos en uno y uno en dos[16]: cómo puede ser esto, solo lo sabe Aquel que nos gobierna.

Cuando llegó al pié del puente, levantó en alto su brazo con la cabeza para acercarnos más sus palabras, que fueron estas:—Mira mi tormento cruel, tú que, aunque estás vivo, vas contemplando los muertos: vé si puede haber alguno tan grande como este. Y para que puedas dar noticias mias, sabe que yo soy Bertran de Born[17], aquel que dió tan malos consejos al rey jóven. Yo armé al padre y al hijo uno contra otro: no hizo más Aquitofel con sus perversas instigaciones á David y Absalon. Por haber dividido á personas tan unidas, llevo ¡ay de mí! mi cabeza separada de su principio[18], que queda encerrado en este tronco: así se observa conmigo la pena del talion.

  1. Afortunada: antiguamente significaba combatida de borrascas.
  2. La segunda guerra púnica, que duró tres lustros; durante la cual se dió la famosa batalla de Cannas, en la que se hizo tal matanza de romanos, que habiendo quitado los anillos á los caballeros muertos, Aníbal envió á Cartago, en prueba de su victoria, tres modios y medio de dichas alhajas.
  3. Roberto Guiscardo, hermano de Ricardo, duque de Normandía, que obligó al ejército griego, enviado por Alejo Comneno, á abandonar la Pulla y la Calabria de que se habla apoderado.
  4. Ceperano, lugar en los confines de la campiña de Roma hácia Monte Casino: los labradores encuentran aun los huesos de los que allí combatieron y murieron en la primera batalla entre Manfredo, rey de la Pulla y de Sicilia, y Cárlos de Anjou.
  5. Los habitantes de la Pulla abandonaron en la accion á su soberano Manfredo, que combatia contra Carlos de Anjou.
  6. En Tagliacozzo, castillo del Abruzzo ulterior, combatió Cárlos de Anjou, ya rey de Sicilia, contra Conradino, sobrino de Manfredo. Allard, caballero francés, aconsejó al rey Cárlos, que haþia perdido ya las dos terceras partes de su gente, que atacara con la restante al enemigo, que estaba desordenado ocupándose solo en recoger el botin. Cárlos, siguiendo este consejo, puso en fuga al ejército de Conradino con su sola presencia, por lo cual dice Dante que Allard venció sin armas.
  7. Ali, primo de Mahoma.
  8. Fray Dolcin predicaba, en las montañas de Novara, la comunidad de mujeres y de bienes. Habia logrado reunir más de 3,000 sectarios. Perseguido por las tropas del obispo de Benevento, falto de víveres y detenido por la nieve, cayó prisionero juntamente con su compañera Margarita, y fué quemado vivo en la ciudad de Novara, haciéndose notable por su heróico valor en los suplicios. Sucedió esto en 1307.
  9. Pedro de Medicina, llamado asi de la tierra de este nombre, situada en el territorio de Bolonia. Fué un intrigante que esparció la discordia entre sus conciudadanos por una parte y Guido de Polenta y Malatestino de Rímini por otra.
  10. La llanura de Lombardía.
  11. Guido del Cassero y Angiolello de Cignano, nobilísimos caballeros de Fano, los cuales, invitados por Malatestino para que acudieran á conferenciar con él en la Católica, se embarcaron, y cuando estuvieron á la vista de aquella ciudad, fueron arrojados al mar, segun lo dispuesto por aquel tirano.
  12. Focara, monte de la Católica, desde el cual soplan vientos borrascosos; por lo cual los navegantes hacian votos y oraciones al pasar por delante de aquella tierra.
  13. Curion, que aconsejó á César que pasara el Rubicon, dando así lugar á la guerra civil.
  14. De la familia de los Uberti ó de los Lamberti; el cual, ayudado por otros compañeros, dió de puñaladas á Buondelmonte para vengar el honor de los Amidei; pues habiendo prometido aquel casarse con una hija de la casa de estos, la abandonó para casarse con una de los Donati. Este hecho encendió la primera chispa de las discordias civiles en Florencia, la cual se dividió luego entre Güelfos y Gibelinos. Mosca fué quien propuso el asesinato en un consejo de los parientes de Amidei, pronunciando entonces las palabras que dice; esto es: Cosa fatta capo ha.
  15. El dolor que le causaban las penas del Infierno, y el que le producia el recuerdo de la extincion de su raza, ocasionada por las discordias civiles.
  16. Es decir, sus ojos le servian de lámpara para guiar sus pasos, y eran dos partes, cabeza y tronco de un solo cuerpo.
  17. Bertran de Born ó del Born, brillante poeta provenzal y bravo guerrero, que fué vizconde del castillo de Hautefort, en Gascuña, é instigó al hijo de Enrique II de Inglaterra á rebelarse contra su padre. Habiendo fallecido aquel principe, Bertran lloró su muerte, dedicándole una tristísima elegia, en la cual le llama l' jove rei engles (el jóven rey inglés). Algunas ediciones de la Divina Comedia dicen aquí: «dió malos consejos al rey Juan;» pero Dante, que debia conocer la cancion de Bertran, y que coloca á este, en su Volgare Eloquio, entre los ilustres poetas vulgares, no pudo decir al re Giovanni, sino al re giovane; tanto menos. cuanto que el principe en cuestion, que fué coronado á la edad de 15 años, se llamaba Enrique y no Juan, y le decian el rey jóven para distinguirlo de su padre, que tenia el mismo nombre.
  18. Esto es, del corazon.