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La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XIX

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CANTO XIX.

Cuarta fosa del octavo círculo, la de los adivinos.—Caminan hácia atrás con la cabeza vuelta al revés.—Tirésias, Aronte, Manto: Virgilio explica el orígen y el nombre de Mantua.—Euripilo, Miguel Scott, Guido Bonatti.—Los poetas continúan su viaje.

Mis versos deben relatar un nuevo suplicio, el cual servirá de asunto al vigésimo canto del primer cántico, que trata de los sumergidos en el Infierno.

Me hallaba ya dispuesto á contemplar el descubierto fondo, que está bañado de lágrimas de angustia, cuando ví venir por la fosa circular gentes que, llorando en silencio, caminaban con aquel paso lento que llevan las letanías en el mundo. [1] Cuando incliné más hácia ellos mi mirada, me pareció que cada uno de aquellos condenados estaba retorcido de un modo extraño desde la barba al principio del pecho; pues tenian el rostro vuelto hácia las espaldas, y les era preciso andar hácia atrás, porque habian perdido la facultad de ver por delante. Quizá, por la fuerza de la perlesía, se encuentre un hombre de tal manera contrahecho; pero yo no le he visto, ni creo que pueda suceder. Ahora bien, lector, ¡así Dios te permita sacar fruto de esta lectura!—Considera por tí mismo si mis ojos podrían permanecer secos, cuando ví de cerca nuestra humana figura tan torcida, que las lágrimas le caian por la espina dorsal.

Yo lloraba en verdad, apoyado contra una de las rocas de la dura montaña, de suerte que mi Guia me dijo:—¿Tú tambien eres de los insensatos? Aquí vive la piedad cuando está bien muerta[2]. ¿Quién es más criminal que el que se apasiona contemplando la justícia divina? Levanta la cabeza, levántala y mira á aquel por quien se abrió la tierra en presencia de los tebanos, que exclamaban:—«¿A dónde caes, Anfiarao? [3] ¿Por qué abandonas la guerra?»—Y no cesó de caer en el Infierno hasta llegar á Minos, que se apodera de cada culpable. Mira cómo ha convertido sus espaldas en pecho: por haber querido ver demasiado hácia delante, ahora mira hácia atrás, y sigue un camino retrógrado.

Mira á Tirésias[4], que mudó de aspecto cuando de varon se convirtió en hembra, cambiando tambien todos sus miembros, y hubo de abatir con su vara las dos serpientes unidas, antes que recobrara su pelo viril.

El que acerca sus espaldas al vientre de aquel es Aron- te[5], que tuvo por morada una gruta de blancos mármoles en las montañas de Luni, cultivadas por el carrarés que habita en su falda, y desde allí no habia nada que limitara su vista, cuando contemplaba el mar ó las estrellas.

«Aquella que, con los destrenzados cabellos, cubre sus pechos, por lo cual se ocultan á tus miradas, y tiene en ese lado de su cuerpo todas las partes velludas, fué Manto[6], que recorrió muchas comarcas, hasta que se detuvo en el sitio donde yo nací; por lo cual deseo que me prestes un poco de atencion. Luego que su padre salió de la vida, y fué esclavizada la ciudad de Baco[7], Manto anduvo errante por el mundo durante mucho tiempo. Allá arriba, en la bella Italia, existe un lago al pié de los Alpes que ciñen la Alemania por la parte superior del Tirol, el cual se llama Benaco. Mil corrientes, y aun más segun creo, vienen á aumentar, entre Garda, Val-Camonica y el Apenino, el agua que se estanca en dicho lago. En medio de este hay un sitio, donde el Pastor de Trento, y los de Verona y Brescia, podrian dar su bendicion si siguiesen aquel camino[8]. En el punto donde es más baja la orilla que le circunda, está situada Peschiera, bello y fuerte castillo, á propósito para hacer frente á los de Brescia y á los de Bérgamo. Allí afluye necesariamente toda el agua que no puede estar contenida en el lago de Benaco, formando un rio que corre entre verdes praderas. En cuanto aquel agua sigue un curso propio, ya no se llama Benaco, sino Mincio, hasta que llega á Governolo, donde desemboca en el Pó. No corre mucho sin que encuentre una hondonada, en la cual se extiende y se estanca, y suele ser mal sana en el estío. Pasando, pues, por allí la feroz doncella[9], vió en medio del pantano una tierra inculta y deshabitada. Se detuvo en ella con sus esclavas, para huir de todo consorcio humano, y para ejercer su arte mágica, y allí vivió y dejó sus restos mortales. Entonces los hombres, que estaban dispersos por los alrededores, se reunieron en aquel sitio, que era fuerte á causa del pantano que le circundaba: edificaron una ciudad sobre los huesos de la difunta, y del nombre de la primera que habia elegido aquel sitio, la llamaron Mántua, sin consultar para ello al Destino[10].

«En otro tiempo fueron sus habitantes más numerosos, antes de que Casalodi se dejara engañar neciamente por Pinamonte[11]. Te lo advierto á fin de que, si oyes atribuir otro orígen á mi patria, ninguna mentira pueda oscurecer la verdad.»

Le respondí:—Maestro, tus razonamientos son para mí tan verídicos, y me obligan á prestarles tanta fé, que cualesquiera otros me parecerian carbones apagados. Pero dime si entre la gente que va pasando hay alguno digno de notarse, pues eso solo ocupa mi alma.

Entonces me dijo:—Aquel, cuya barba se extiende des- de el rostro á sus morenas espaldas, fué augur cuando la Grecia se quedó tan exhausta de varones, que apenas los habia en las cunas[12], y junto con Calcanta dió la señal en Áulide para cortar el primer cable[13]. Se llamó Euripilo, y así lo nombra en algun punto mi alta tragedia[14].

«Aquel otro que ves tan demacrado fué Miguel Scot[15], que conoció perfectamente las imposturas del arte mágica.—Mira á Guido Bonatti[16], y vé allí á Asdente[17], que ahora desearia no haber dejado su cuero y su bramante; pero se arrepiente demasiado tarde: contempla las tristes que abandonaron la aguja, la lanzadera y el huso para convertirse en adivinas, y para hacer maleficios con yerbas y con figuras[18].

«Pero ven ahora, porque ya el astro en que se ve á Cain con las espinas[19] ocupa el confin de los dos hemisferios, y toca el mar más abajo de Sevilla. La luna era ya redonda en la noche anterior; debes recordar bien que no te molestó á veces por la selva umbría[20]

Así me hablaba, y entre tanto íbamos caminando.

  1. Las procesiones de rogativa. Letanias es palabra griega, que significa ruegos, súplicas.
  2. Esto es: la piedad consiste aquí en no tener ninguna, porque no debe sentirse compasion al mirar en los pecadores los efectos de la justicia divina.
  3. Anfiarao, uno de los siete reyes que sitiaron á Tebas. Era adivino, y habia predicho que moriria en este sitio; y en efecto, en medio del combate, se abrió la tierra y se lo tragó con su carro.
  4. Tirésias, adivino tebano, que habiendo encontrado en un bosque dos serpientes unidas, las hirió con su báculo y quedó convertido en mujer. Al cabo de siete años volvió á encontrar y herir á las mismas serpientes, y recobró su primitiva forma pelo viril: la barba.
  5. Aronte, adivino toscano.
  6. Manto, maga, hija del tebano Tiresias. Despues de la muerte de su padre, abandonó su patria para huir de la tiranía de Creon, y tuvo del rio Tiberino á Ocno, el cual fundó una ciudad que llamó Mántua, del nombre de su madre.
  7. Tebas, ciudad consagrada á Baco.
  8. Es decir, que hay un punto en el lago donde los obispos de Trento, Verona y Brescia, podrian ejercer jurisdiccion. Este punto es aquel en que las aguas del rio Tignalga, entran en el lago de Garda.
  9. Llama feroz á Manto, porque se bañaba en sangre é inquietaba las sombras de los muertos.
  10. Dice que la llamaron Mántua sin consultar el Destino, porque cuando los antiguos edificaban una ciudad, solian echar suertes para darle nombre, ó bien consultaban las entrañas de los animales sacrificados, el vuelo de los pájaros y otros augurios.
  11. Pinamonte de Bonacarsi incitó á Casalodi á desterrar á muchos nobles á quienes temia, y despues arrojó fácilmente del trono al crédulo conde de Mántua.
  12. Por haberse marchado todos al sitio de Troya.
  13. Fué el que dió la señal para largar las amarras y hacerse á la vela la escuadra griega.
  14. La Eneida, á la que llama así por estar escrita en verso heróico.
  15. Sabio escocés, astrólogo del emperador Federico II.
  16. Adivino de Forli.
  17. Zapatero de Parma, que se hizo astrólogo.
  18. Se refiere á todas las mujeres que se dedicaron á la mágia, ó á las brujerías, en que creen aun algunas gentes. Hacian sus sortilegios con imágenes ó figuras de cera.
  19. El vulgo creia en aquel tiempo que las manchas de la luna eran Cain cargado con un haz de zarzas. Por esta razon debe deducirse de esta frase, que la luna estaba en el horizonte próxima á ocultarse detrás de Sevilla, ciudad occidental respecto de Italia.
  20. Debes recordar que la luna, como era llena, te ayudó alumbrando tu camino.