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La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XXV

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CANTO XXV.

Octava fosa del octavo círculo, ó de los malos consejeros.—Están convertidos en llamas. Ulises refiere al poeta su vida errante y su muerte.

Alégrate, Florencia; pues eres tan grande, que tu nombre vuela por mar y tierra, y es famoso en todo el Infierno.

Entre los ladrones he encontrado cinco de tus nobles ciudadanos[1]; lo cual me avergüenza, y á tí no te honra mucho. Pero, si es verdad lo que se sueña cerca del amanecer[2], dentro de poco tiempo conocerás lo que contra tí desean, no ya otros pueblos, sino Prato[3]: y si este mal se hubiese ya cumplido, no seria prematuro. ¡Así viniese hoy lo que ha de suceder! pues tanto más me contristará, cuanto más viejo me vuelva[4].

Partimos; y por los mismos escalones de las rocas que nos habian servido para bajar, subió mi Guia, tirando de mí. Prosiguiendo la ruta solitaria á través de los picos y rocas del escollo, no era posible mover un pié sin el auxilio de la mano. Entonces me afligí, como me aflijo ahora, cuando pienso en lo que ví; y refreno mi espíritu más de lo que acostumbro, para que no aventure tanto que deje de guiarlo la virtud; porque, si mi buena estrella ú otra influencia mejor me ha dado algun ingenio, no quiero yo mismo envidiármelo[5].

Así como en la estacion en que aquel que ilumina al mundo nos oculta ménos su faz[6], el campesino que reposa en la colina á la hora en que el mosquito reemplaza à la mosca, ve por el valle las luciérnagas que corren por el sitio dónde vendimia y ara, así tambien ví resplandecer infinitas llamas en la octava fosa, en cuanto estuve en el punto desde dónde se distinguia su fondo. Y como aquel á quien los osos ayudaron en su venganza[7] vió partir el carro de Elías, cuando los caballos subian erguidos al cielo, de tal modo que no pudiendo sus ojos seguirle, solo distinguian una ligera llama elevándose como débil nubecilla, así tambien noté que se agitaban aquellas en la abertura de la fosa, encerrando cada una un pecador, pero sin manifestar lo que ocultaban.

Yo estaba sobre el puente, tan absorto en la contemplacion de aquel espectáculo, que, á no haberme agarrado á un trozo de roca, hubiera caido sin ser empujado.

Mi Guia, que me vió tan atento, me dijo:—Dentro del fuego están los espíritus, cada uno revestido de la llama que le abrasa.

—¡Oh, Maestro! respondí: tus palabras han hecho que me cerciore de lo que veo; pero ya lo habia pensado así y queria decírtelo. Mas dime: ¿quién está en aquella llama que se divide en su parte superior, y parece salir de la pira donde fueron puestos Etéocles y su hermano[8]? Me contestó:—Allí dentro están torturados Ulises y Diomedes: juntos sufren aquí un mismo castigo, como juntos se entregaron á la ira[9]. En esa llama se llora tambien el engaño del caballo de madera, que fué la puerta por donde salió la noble estirpe de los romanos[10]. Llórase tambien el artificio por el que Deidamia, aun despues de muerta, se lamen- ta de Aquiles[11], y se sufre además el castigo por el robo del Paladion[12].

—Si es que pueden hablar en medio de las llamas, dije yo, Maestro, te pido y te suplico, y así mi súplica valga por mil, que me permitas esperar que esa llama dividida llegue hasta aquí: mira cómo, arrastrado por mi deseo, me abalanzo hácia ella.—A lo que me contestó:—Tu súplica es digna de alabanza, y yo la acojo; pero haz que tu lengua se reprima, y déjame á mí hablar; pues comprendo lo que quieres, y quizá ellos, siendo griegos, se desdeñarian de contestarte[13].

Cuando la llama estuvo cerca de nosotros, y mi Guia juzgó el lugar y el momento favorables, le oí expresarse en estos términos:

—¡Oh vosotros, que sois dos en un mismo fuego! Si he merecido vuestra gracia durante mi vida, si he merecido de vosotros poco ó mucho, cuando escribí mi gran poema en el mundo, no os alejeis; ántes bien dígame uno de vosotros dónde fué á morir, llevado de su valor.

La punta más elevada de la antigua llama[14] empezó á oscilar murmurando como la que agita el viento; despues, dirigiendo á uno y otro lado su extremidad, empezó á lanzar algunos sonidos, como si fuera una lengua que hablara, y dijo:—Cuando me separé de Circe, que me tuvo oculto más de un año en Gaeta[15], ántes de que Eneas le diera este nombre[16], ni las dulzuras paternales, ni la piedad debida á un padre anciano, ni el amor mútuo que debia hacer dichosa á Penélope[17], pudieron vencer el ardiente deseo que yo tuve de conocer el mundo, los vicios y las virtudes de los humanos, sino que me lancé por el abierto mar solo con un navío, y con los pocos compañeros que nunca me abandonaron. Ví entrambas costas, por un lado hasta España, por otro hasta Marruecos, y la isla de los Sardos y las demás que baña en torno aquel mar. Mis compañeros y yo nos habíamos vuelto viejos y pesados cuando llegamos á la estrecha garganta donde plantó Hércules las dos columnas para que ningun hombre pase más adelante. Dejé á Sevilla á mi derecha, como habia dejado ya á Ceuta á mi izquierda.—«¡Oh hermanos, dije, que habeis llegado al Occidente á través de cien mil peligros! ya que tan poco os resta de vida, no os negueis á conocer el mundo sin habitantes, que se encuentra siguiendo al Sol[18]. Pensad en vuestro orígen; vosotros no habeis nacido para vivir como brutos, sino para alcanzar la virtud y la ciencia.»—Con esta corta arenga, infundí en mis compañeros tal deseo de continuar el viaje, que apenas los hubiera podido detener despues. Y volviendo la popa hácia el Oriente, de nuestros remos hicimos alas para seguir tan desatentado viaje, inclinándonos siempre hácia la izquierda[19]. La noche veia ya brillar todas las estrellas del otro polo, y estaba el nuestro tan bajo que apenas parecia salir fuera de la superficie de las aguas[20]. Cinco veces se habia encendido y otras tantas apagado la luz de la luna desde que entramos en aquel gran mar, cuando apareció una montaña oscurecida por la distancia, la cual me pareció la más alta de cuantas habia visto hasta entonces. Nos causó alegría, pero nuestro gozo se trocó bien pronto en llanto; pues de aquella tierra se levantó un torbellino que chocó contra la proa de nuestro buque: tres veces lo hizo girar juntamente con las encrespadas ondas, y á la cuarta levantó la popa y sumergió la proa como plugo al Otro[21], hasta que el mar volvió à unirse sobre nosotros.»


CANTO XXVI.

Continuacion.—El conde Guido de Montefeltro.

Habíase quedado derecha é inmóvil la llama para no decir nada más, y ya se iba alejando de nosotros con permiso

    ba Francisco Guercio de la familia de Cavalcanti, á quien dieron muerte los habitantes del territorio de Gaville. En venganza de la muerte de este, sus parientes ejercieron terribles represalias contra aquellos. Para mayor claridad, nótese bien que Dante vé primero tres espiritus: Agnolo Brunelleschi, Buoso Donati y Puccio Sciancato. Luego viene Cianfa en forma de serpiente con seis patas, se arroja sobre Brunelleschi, y los dos se convierten en un solo mónstruo, que se va con pasos lentos. Llega despues, en forma de serpiente livida y negra, Guercio Cavalcante: pica á Buoso, le transforma en serpiente y él se vuelve hombre: Buoso huye silbando. Quedan solos en escena Puccio Sciancato, que no ha sufrido transformacion, y «aquel otro á quien llora Gaville;» es decir, Guercio Cavalcante.

  1. Los que cita en el canto anterior.
  2. Los antiguos poetas han dicho que suele ser verdadero lo que se sueña al amanecer. Ovidio: «Sub aurora.... tempore quo cerni somnia vera solent.»—Horacio: «Quirinus, post mediam noctem visus, quum somnia vera.»—Dante quiere decir: «Si lo que he soñado antes de amanecer es verdad, como creo, pronto sufrirás los males que te desean, etc.»
  3. Es decir: los daños que, no ya otras ciudades, sino el pequeño pueblo de Prato te desea. Estos daños fueron la ruina del puente de la Carraia, el incendio de 1700 casas, y las terribles discordias ocurridas entre Blancos y Negros en 1301.
  4. ¡Ojalá hubiese caido ya sobre tí, Florencia, el castigo que mereces! supuesto que ese castigo ha de venir; y cuanto más tarde, mayor será el número de tus delitos; y á medida que yo envejezca, más tendré que sentir tu deshonra y tu expiacion.
  5. Estando Dante en la fosa donde se castiga á los que han hecho mal uso de su talento, manifiesta que enfrena el suyo más de lo que acostumbra, á fin de no ir tan adelante que se aparte del camino de la virtud, y no verse privado por su culpa de los buenos efectos de su ingenio.
  6. En el verano, que es cuando el sol está más tiempo sobre el horizonte.
  7. El profeta Eliseo, que viéndose escarnecido por una turba de muchachos, los maldijo, y á su maldicion salieron de una espesura dos osos y destrozaron cuarenta y dos de aquellos.
  8. Habiéndose colocado en una misma pira los cadáveres de los dos hermanos enemigos, Eteocles y Polinice, que se habian dado muerte el uno al otro, la llama, bifurcándose, reveló que su ódio duraba aun despues de su muerte.
  9. Estos dos griegos, airados contra los troyanos, causaron muchos daños y perjuicios á sus enemigos.
  10. Alude al caballo de madera que, por un engaño de Ulises, dejaron entrar los troyanos en su ciudad sitiada por los griegos, y del que salieron los guerreros que estaban ocultos en su interior, facilitando luego la entrada al ejército sitiador. Este engaño, que ocasionó la ruina de Troya, fué tambien causa de que su defensor Eneas pasara á Italia, teniendo en él origen la raza de los romanos.
  11. Deidamia, hija de Licomedes, rey de Scyro, fué amada de Aquiles, el cual, inciado artificiosamente por Ulises, se disfrazó de mujer y la hizo madre de Neoptolemo, abandonándola despues.
  12. Nombre de una estátua de Minerva que creian los troyanos caida del cielo, y á la que guardaban cuidadosamente, porque suponian que de su conservacion pendia la suerte de la ciudad. Ulises y Diomedes penetraron una noche en Troya y la robaron del santuario de la diosa.
  13. Entienden algunos comentadores que esta frase significa que, siendo Ulises y Diomedes griegos y altivos, quizá no hubieran hecho caso de Dante, que entonces no tenia talla fama como ellos.
  14. Supone que la punta más elevada de la llama sea la que oculta á Ulises, como hombre más famoso que Diomedes; y califica aquella de antigua, porque habia trascurrido mucho tiempo desde la muerte de los dos griegos.
  15. Circe, maga famosa y bellisima, que trasformaba á sus amantes en bestias. Algunos griegos amigos de Ulises sufrieron dicha trasformacion, por lo cual este la obligó con amenazas á devolver á aquellos su primitiva forma; pero enamorado ardientemente de ella, permaneció á su lado un año.
  16. El nombre de su nodriza, que fué sepultada alli.
  17. Nombre de la mujer de Ulises. Dice «las dulzuras paternales» por su hijo Telémaco.
  18. Es notabilísimo este pasaje por la idea que tenia Dante de la redondez de la Tierra, y de un mundo occidental que debia encontrarse siguiendo el curso del sol. Aunque supone inhabitado aquel hemisferio, las ideas del Poeta coinciden con las de Marco Polo, y con las que Colon tenia 190 años despues.
  19. Hácia el Sur; al Ecuador. Parece estar aquí trazando el rumbo que siguió Colon.
  20. Se hallaban cerca del Ecuador: por eso dice que se veian las estrellas del polo antártico, y que la del Norte apenas salia de la superficie de las aguas.
  21. Esto es, como plugo á Dios. Ulises calla el nombre, ó porque así lo requiere su condicion de condenado, ó porque no conoció al verdadero Dios.