La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XXX
CANTO XXX.
La misma lengua que antes me hirió, tiñendo de rubor mis mejillas, me aplicó en seguida el remedio: así he oido contar que la lanza de Aquiles y de su padre solia ocasionar primero un disfavor, y luego un buen regalo[1].
Volvimos la espalda á aquel desventurado valle, andando sin decir una palabra, por encima del márgen que lo rodea. Allí no era de dia ni de noche, de modo que mi vista alcan- zaba poco delante de mí; pero oí resonar una gran trompa, tan fuertemente, que habria impuesto silencio á cualquier trueno; por lo cual mis ojos, siguiendo la direccion que aquel ruido traia, se fijaron totalmente en un solo punto. No hizo sonar tan terriblemente su trompa Orlando, despues de la dolorosa derrota en que Carlo Magno perdió el fruto de su santa empresa [2].
A poco de haber vuelto hácia aquel lado la cabeza, me pareció ver muchas torres elevadas; por lo que dije:—Maestro, ¿qué tierra es esta?—Me respondió:—Como miras á lo léjos á través de las tinieblas, te equivocas en lo que te imaginas. Ya verás, cuando hayas llegado allí, cuánto engaña á la vista la distancia: así pues, aprieta el paso.
Despues me cogió afectuosamente de la mano, y me dijo:—Antes que pasemos más adelante, y á fin de que el caso no te cause tanta extrañeza, sabe que eso no son torres, sino gigantes; todos los cuales están metidos hasta el ombligo en el pozo al rededor de sus muros.
Así como la vista, cuando se disipa la niebla, reconoce poco á poco las cosas ocultas por el vapor en que estaba envuelto el aire, de igual modo, y á medida que la mia atravesaba aquella atmósfera densa y oscura, conforme nos íbamos acercando hácia el borde del pozo, mi error se disipaba y crecia mi miedo. Lo mismo que Montereggione[3] corona de torres su recinto amurallado, así, por el borde que rodea el pozo se elevaban como torres y hasta la mitad del cuerpo los horribles gigantes, á quienes amenaza todavía Júpiter desde el cielo, cuando truena. Yo podia distin- guir ya el rostro, los hombros y el pecho de uno de ellos, y gran parte de su vientre, y sus dos brazos á lo largo de los costados. En verdad que hizo bien la naturaleza cuando abandonó el arte de crear semejantes animales, para quitar pronto á Marte tales ejecutores; y si ella no se arrepiente de producir elefantes y ballenas, quien lo repare sutilmente, verá en esto mismo su justicia y su discrecion; porque donde la fuerza del ingenio se une á la malevolencia y al vigor, no hay resistencia posible para los hombres.
Su cabeza me parecia tan larga y gruesa como la piña de San Pedro en Roma[4], guardando la misma proporcion los demás huesos; de suerte que, aun cuando el ribazo le ocultaba de medio cuerpo abajo, se veia lo bastante para que tres frisones no hubieran podido alabarse de alcanzar á su cabellera; porque yo calculaba que tendria treinta grandes palmos desde el borde del pozo hasta el sitio donde el hombre se abrocha la capa.
—Raphel maì amech isabì almi[5], empezó á gritar la fiera boca, en la cual no estarian bien otras voces más suaves: y mi Guia le dijo:—Alma insensata, sigue entreteniéndote con la trompa, y desahógate con ella, cuando te agite la cólera ú otra pasion. Busca por tu cuello y encontrarás la soga que la sujeta ¡oh alma turbada!; mírala cómo ciñe tu enorme pecho.—Despues me dijo:—Él mismo se acusa: ese es Nemrod[6], por cuyo audaz pensamiento se ve obligado el mundo á usar más de una lengua. Dejémosle estar, y no lancemos nuestras palabras al viento; pues ni él comprende el lenguaje de los demás, ni nadie conoce el suyo.
Continuamos, pues, nuestro viaje, siguiendo hácia la izquierda; y á un tiro de ballesta de aquel punto encontramos otro gigante mucho más grande y fiero. No podré decir quien fué capaz de sujetarle; pero sí que tenia ligado el brazo izquierdo por delante y el otro por detrás con una cadena, la cual le rodeaba del cuello abajo, dándole cinco vueltas en la parte del cuerpo que salia fuera del pozo.
—Ese soberbio quiso ensayar su poder contra el sumo Júpiter, dijo mi Guia, por lo cual tiene la pena que ha merecido. Llámase Efialto, y dió muestras de audacia cuando los gigantes causaron miedo á los Dioses: los brazos que tanto movió entonces, no los moverá ya jamás.
Y yo le dije:—Si fuese posible, quisiera que mis ojos tuviesen una idea de lo que es el desmesurado Briareo.—A lo que contestó:—Verás cerca de aquí á Anteo, que habla y anda suelto, el cual nos conducirá al fondo del Infierno. El que tú quieres ver está atado mucho más lejos, y es lo mismo que este, solo que su rostro parece más feroz.
El más impetuoso terremoto no sacudió nunca una torre con tal violencia como se agitó repentinamente Efialto. Entonces temí la muerte más que nunca, y á no haber visto que el gigante estaba bien atado, bastara para ello el miedo que me poseia. Seguimos avanzando, y llegamos á donde estaba Anteo, que, sin contar la cabeza, salia fuera del abismo lo menos cinco alas[7].
—Oh tú, que en el afortunado valle donde Scipion heredó tanta gloria, cuando Anibal y los suyos volvieron las espaldas[8], recogiste mil leones por presa, y que, si hubieras asistido á la gran guerra de tus hermanos, aun hay quien crea que habrias asegurado la victoria á los hijos de la Tierra[9]; si no lo llevas á mal, condúcenos al fondo en donde el frio endurece al Cocyto. No hagas que me dirija á Ticio ni á Tifeo[10]: este que ves puede dar lo que aquí se desea[11]: por tanto, inclínate y no tuerzas la boca. Todavía puede renovar tu fama en el mundo; pues vive, y espera gozar aun de larga vida, si la gracia no lo llama á sí antes de tiempo.
Así le dijo el Maestro; y el gigante, apresurándose á extender aquellas manos que tan rudamente oprimieron á Hércules[12], cogió á mi Guia. Cuando Virgilio se sintió agarrar, me dijo:—Acércate para que yo te tome.―Y en seguida me abrazó de modo, que los dos juntos formábamos un solo fardo.
Como al mirar la Carisenda[13] por el lado á que está inclinada, cuando pasa una nube por encima de ella en senti- do contrario, parece próxima á derrumbarse, tal me pareció Anteo cuando le ví inclinarse; y fué para mí tan terrible aquel momento, que habria querido ir por otro camino.
Pero él nos condujo suavemente al fondo del abismo que devora á Lucifer y ȧ Judas; y sin demora cesó su inclinacion, volviendo à erguirse como el mástil de un navío.
- ↑ Cuentan los poetas que la lanza que Aquiles heredó de su padre Peleo, tenia la virtud de curar las heridas que habia causado. Así dice Dante que fué para con él la lengua de Virgilio.
- ↑ Alude á la derrota de Roncesvalles. Cuenta Turpin, que el sonido de la trompa de Orlando se oyó á ocho millas de distancia.
- ↑ Montereggione, castillo entre Stragia y Siena: conserva todavía sus muros circulares y sus torres, á la distancia de cincuenta brazas unas de otras.
- ↑ Una gran piña de bronce, que primero estuvo sobre la Mole Adriana; en tiempo de Dante estaba en la plaza de la antigua basílica de San Pedro en el Vaticano, y ahora está en el jardin que conduce al palacio de Inocencio VIII.
- ↑ Entre las varias opiniones acerca del significado de estas extrañas palabras, parece ser la más probable la que apunta Fraticelli, á saber: que cada una de las cinco voces pertenece á diferente lengua; la primera al hebreo, y las otras á cuatro de los principales dialectos derivados de aquella. Esta opinion parece confirmarla Dante, cuando dice más abajo: «Él mismo se acusa: este es Nemrod, etc.;» el que por haber querido construir la torre de Babel, produjo la confusion é hizo que en el mundo no se hable una sola lengua. En tal supuesto, y admitiendo la version del abate Giuseppe Venturi (aunque este dico que las palabras son siriacas), significarian: «;Poder de Dios! ¿Por qué estoy en está profundidad? Vuelve atrás; escóndete: pero perteneciendo á varias lenguas, serian como si traducidas en español, latin, aleman, francés & italiano, dijésemos: ¡Pardiez!—cur ego—hier?—Va-t-en;—t' ascondi.
- ↑ Nemrod, hijo de Chus, uno de los que trabajaron en la torre de Babel.
- ↑ Medida inglesa de aquel tiempo, calculada en 1 metro y 168 mm. Las cinco alas equivaldrian á unos 30 palmos.
- ↑ En la batalla de Zama.
- ↑ Los gigantes, hijos de Titan y de la Tierra.
- ↑ Otros dos gigantes.
- ↑ Dante puede daros lo que aquí deseais; esto es, fama en el mundo: por lo tanto, complácele y no hagas muecas de desden.
- ↑ Alusion á la lucha de Hércules con Anteo.
- ↑ Carisenda ó Garisenda, torre inclinada de Bolonia, llamada así del nombre de su constructor, y que hoy se llama la Torre Mozza. Tiene 130 piés de elevacion. Al que se coloca al pié de ella en el lado á que se inclina, mirando arriba cuando pasa una nube en sentido contrario á su inclinacion, le parece que la torre va á caerse.