La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XXXI
CANTO XXXI.
Si poseyese un estilo áspero y ronco, cual conviene para describir el sombrío pozo, sobre el que se apoyan todas las otras rocas, expresaria mucho mejor la esencia de mi pensamiento; pero como no lo tengo, me decido à ello con temor; pues no es empresa que pueda tomarse como juego, ni para ser acometida por una lengua balbuciente, la de describir el fondo de todo el universo.
Pero vengan en auxilio de mis versos aquellas Mujeres[1] que ayudaron á Anfion á fundar á Tebas, para que el estilo no desdíga de la naturaleza del asunto. —¡Oh gentes malditas sobre todas las demás, que estais en el sitio del que me es tan duro hablar; más os valiera haber sido aquí convertidas en ovejas ó cabras!
Cuando llegamos al fondo del oscuro pozo, mucho más abajo de donde tenia los piés el gigante, como yo estuviese aun mirando el alto muro, oí que me decian:—«Cuidado cómo andas: procura no pisar las cabezas de nuestros infelices y torturados hermanos.»—Volvíme al oir esto, y ví delante de mí y á mis piés un lago, que por estar helado, parecia de vidrio y no de agua. Ni el Danubio en Austria durante el invierno, ni el Tanais[2] allá, bajo el frio cielo, cubren su curso de un velo tan denso como el de aquel lago; en el cual, aunque hubieran caido el Tabernick ó el Pietrapana[3], no habrian causado el menor estallido. Y á la manera de las ranas cuando gritan con la cabeza fuera del agua, en la estacion en que la villana sueña que espiga, así estaban aquellas sombras llorosas y lívidas, sumergidas en el hielo hasta el sitio donde aparece la vergüenza[4], produciendo con sus dientes el mismo sonido que la cigüeña con su pico.
Tenian todas el rostro vuelto hácia abajo: su boca daba muestras del frio que sentian, y sus ojos las daban de la tristeza de su corazon. Cuando hube examinado algun tiem- po en torno mio, miré á mis piés, y ví dos sombras tan estrechamente unidas, que sus cabellos se mezclaban.
—Decidme quiénes sois, vosotros que tanto unís vuestros pechos, dije yo.—Levantaron la cabeza, y despues de haberme mirado, sus ojos, que estaban preñados de lágrimas, se derramaron en los párpados; pero el frio congeló en ellos aquellas lágrimas, volviéndolos á cerrar.
Ninguna grapa unió jamás tan fuertemente dos trozos de madera; por lo cual ambos condenados se entrechocaron como dos carneros: tanta fué la ira que los dominó. Y otro á quien el frio habia hecho perder las orejas, me dijo sin levantar la cabeza:—¿Por qué nos miras tanto? Si quieres saber quiénes son estos dos, te diré que el valle por donde corre el Bisenzio fué de su padre Alberto y de ellos. Ambos salieron de un mismo cuerpo[5]; y aunque recorras toda la Caina, no encontrarás una sombra más digna de estar sumergida en el hielo, ni aun la de aquel á quien la mano de Arturo rompió de un golpe el pecho y la sombra[6], ni la de Focaccia[7], ni la de este que me impide con su cabeza ver más léjos, y que se llamó Sassolo Mascheroni[8]: si eres toscano, bien sabrás quien es. Y para que no me hagas hablar más, sabe que yo soy Camiccione de Pazzi[9], y que espero á Carlino[10], cuyas culpas harán aparecer menos graves las mias.
Despues ví otros mil rostros amoratados por el frio, tanto que desde entonces tengo horror, y lo tendré siempre, á los estanques helados. Y mientras nos dirigíamos hácia el centro, donde converje toda la gravedad de la Tierra, yo temblaba en la lobreguez eterna[11]; y no se si lo dispuso Dios, el Destino ó la Fortuna; pero al pasar por entre aquellas cabezas, dí un fuerte golpe con el pié en el rostro de una de ellas, que me dijo llorando:—¿Por qué me pisas? Si no vienes á aumentar la venganza de Monteaperto[12], ¿por qué me molestas?—Entonces dije yo:—Maestro mio, espérame aquí, á fin de que este me esclarezca una duda: en seguida me daré cuanta prisa quieras.—El Guia se detuvo, y yo dije á aquel que aun estaba blasfemando:—¿Quién eres tú, que así reprendes á los demás?—Me contestó:—Y tú, que vas por el recinto de Antenor, golpeando á los demás en el rostro, de modo que, si estuvieras vivo, aun serian tus golpes demasiado fuertes, ¿quién eres?—Yo estoy vivo, fué mi respuesta; y puede serte grato, si fama deseas, que ponga tu nombre entre los otros que conservo en la memoria.—A lo que repuso.—Deseo todo lo contrario: vete de aquí, y no me causes más molestia, pues suenan mal tus lisonjas en esta caverna[13].—Entonces le cojí por los pelos del cogote, y le dije:—Es preciso que digas tu nombre, ó no te quedará ni un solo cabello.—Pero él me replicó:—Aunque me repeles, ni te diré quien soy, ni verás mi rostro, por más que me golpees mil veces en la cabeza.
Yo tenia ya sus cabellos enroscados en mi mano, y le habia arrancado más de un puñado de ellos, mientras él ahullaba con los ojos fijos en el hielo, cuando otro condenado gritó :—¿Qué tienes, Bocca? ¿No te basta castañetear los dientes, sino que tambien ladras? ¿Qué demonio te atormenta?—Ahora, dije, ya no quiero que hables, traidor maldito; que para tu eterna vergüenza, llevaré al mundo noticias ciertas de tí.—Vete pronto, repuso, y cuenta lo que quieras; pero si sales de aquí, no dejes de hablar de ese que ha tenido la lengua tan suelta, y que está llorando el dinero que recibió de los franceses: «Yo ví, podrás decir, á Buoso de Duera[14], allí donde los pecadores están helados.» Si te preguntan por los demás que están aquí, á tu lado tienes al de Beccaría[15], cuya garganta segó Florencia. Creo que más allá está Gianni de Soldaniero[16] con Ganelon y Tebaldello, el que entregó á Faenza cuando sus habitantes dormian.
Estábamos ya léjos de aquel, cuando ví á otros dos helados en una misma fosa, colocados de tal modo, que la cabeza del uno parecia ser el sombrero del otro. Y como el hambriento en el pan, así el de encima clavó sus dientes al de debajo en el sitio donde el cerebro se une con la nuca. No mordió con más furor Tideo las sienes de Menalipo[17], que aquel roia el cráneo de su enemigo y las demás cosas inherentes al mismo.
—¡Oh tú, que demuestras, por medio de tan brutal accion, el ódio que tienes al que estás devorando! Dime qué es lo que te induce á ello, le pregunté; bajo el pacto de que, si te quejas con razon de él, sabiendo yo qué crímen es el suyo y quiénes sois, te vengaré en el mundo, si mi lengua no llega antes á secarse.
- ↑ Las Musas. Cuéntase que Anfion, al sonido de su lira, hizo descender los peñascos del monte Citeron, los cuales por sí mismos se unieron y formaron las murallas de Tebas.
- ↑ Rio, que hoy se llama el Don.—Bajo el frio clima de la Moscovia.
- ↑ Tabernick, monte de la Esclavonia: Pietrapana, monte de Toscana al norte de Luca.
- ↑ «Livide insin là dove appar vergogna,Esto pasage ha sido interpretado de dos maneras. Unos entienden que Dante quiso decir, que las sombras estaban lividas hasta en el rostro, donde aparece ó se muestra la vergüenza. Otros le dan el sentido que va expresado en el texto, y se fundan en la gradacion de las penas impuestas á los traidores, que en el tercer recinto están sumergidos hasta el cuello y en el 4.° lo están totalmente; de lo que infieren que los del 2.° deben estar hundidos hasta el pecho, y los del 1.° hasta el ombligo; là dove appar vergogna.
Eran l' ombre dolenti nella ghiaccia.» - ↑ El Bisenzio corre por el valle de Falterona, entre Luca y Florencia.—En este valle tuvo sus posesiones Alberto degli Alberti. Muerto este, sus dos hijos Alejandro y Napoleon (nacidos de una misma madre) se disputaron la herencia, y el uno mató al otro á traicion.
- ↑ Mordrec, que habiéndose emboscado para matar á su padre Arturo, rey de la gran Bretaña, fué descubierto por él y traspasado de una lanzada; y como, segun cuenta la novela de Lancelote del Lago, á través de la herida pasó un rayo de sol, dice por eso Poeta, que un golpe le rompió el pecho y la sombra.
- ↑ Focaccia de Cancellieri, noble de Pistoya, el cual cortó una mano á un primo y mató á un tio suyos; cuyas crueldades dieron origen á las facciones de los Blancos y de los Negros, que primero empezaron en Pistoya, y luego se extendieron á Florencia.
- ↑ Sassolo Mascheroni, de Florencia, que mató á su tio. Otros dicen que, siendo tutor de un sobrino suyo, lo mató para apoderarse de la herencia.
- ↑ Camiccione de Pazzi, de Valdarno, el cual mató á traicion á Ubertino, su pariente.
- ↑ Carlino de Pazzi, entregó á traicion y por dinero en poder de los Negros de Florencia el castillo de Piano de Trevigna, situado en el valle del Arno; y puso en manos de sus enemigos á todos los Blancos que habia en él.
- ↑ Entran en la Antenora ó recinto de Antenor, donde están los traidores á su patria. Antenor hizo traicion á Troya, ocultando á Ulises en su palacio.
- ↑ Este es Bocca de los Abatti, florentino, que en la batalla de Monteaperto, y estando él en el ejército güelfo, ganado por los guibelinos, cortó traidoramente la mano á Jacobo Pazzi, que llevaba el estandarte de su partido. Los güelfos, aterrados por la caida de su enseña, huyeron y perdieron la batalla.—«Si no vienes á aumentar el castigo que sufro por la traicion de Monteaperto, dice á Dante, ¿por qué me molestas?»
- ↑ Los traidores no desean fama, sino antes bien el olvido de sus nombres.
- ↑ Buoso de Duera, de Cremona, el cual, mandando buenas tropas del rey Manfredo en el distrito de Parma, mercad al oro que le ofreció el conde Guido, dejó pasar el ejército francés de Carlos de Anjou.
- ↑ Don Tesauro de Bechería, ó Beccaria, de Pavia, abad de Vallombrosa, y cardenal legado del papa Alejandro IV, á quien cortaron la cabeza en la plaza de San Apolinar de Florencia, por haber tratado de quitar el gobierno á los güelfos para darlo á los guibelinos.
- ↑ Juan Soldanieri, que siendo del partido de los guibelinos, en Florencia, se pasó 'a los güelfos.—Ganelon, traidor, segun las crónicas de Carlo Magno, que vendió á Roldan, ocasionando la derrota de Roncesvalles.—Tebaldello de Manfredi, era un ciudadano de Faenza, que por traicion abrió de noche una puerta de la ciudad, entregándola á un francés, lugar-teniente de Martin IV.
- ↑ Tideo, hijo de Eneas, rey de Caledonia, y el tebano Menalipo, combatieron uno contra otro frente á Tebas; y habiendo quedado ambos mortalmente heridos, Tideo, sobreviviendo á su enemigo, hizo que le trajeran su cabeza, y la mordió de rabia.