La araucana primera parte (Versión para imprimir)
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La araucana primera parte |
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PRIVILEGIO PARA EL REINO DE CASTILLA
El Rey
Por cuanto por parte de vos, don Alonso de Ercilla y Zúñiga, nos fue fecha relación que habíades compuesto la Tercera Parte de LA ARAUCANA y juntádola con la Primera y Segunda, en que se acaban de escribir las guerras de la provincia de Chili hasta vuestro tiempo, y por ser obra provechosa para la noticia de aquella tierra, suplicándonos os mandásemos dar licencia para imprimir las dichas tres Partes de las cuales hicistes presentación, y privilegio por veinte años o por el tiempo que fuésemos servido o como la nuestra merced fuese; lo cual visto por los del nuestro Consejo, por cuanto en el dicho libro se hicieron las diligencias que la premática por Nos fecha sobre la impresión de los libros dispone, fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra célula en la dicha razón, e Nos tuvímoslo por bien; por la cual, por os hacer bien y merced, os damos licencia y facultad para que vos o la persona que vuestro poder hubiere, y no otra alguna, podáis hacer imprimir y vender el dicho libro que de suso se hace mención en todos estos nuestros reinos de Castilla, por tiempo y espacio de diez años, que corran y se cuenten desde el día de la data desta nuestra cédula, so pena que la persona o personas que sin tener vuestro poder lo imprimiere o vendiere o hiciere imprimir o vender, pierda la impresión que hiciere con los moldes y aparejos della, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís cada vez que lo contrario hiciere, la cual dicha pena sea la tercia parte para la persona que lo acusare y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare y la otra tercia parte para nuestra cámara y fisco con tanto que todas las veces que hobiéredes de hacer imprimir el dicho libro, durante el dicho tiempo de los dichos diez años, le traigáis al nuestro Consejo juntamente con el original que en él fue visto, que va rubricado cada plana y firmado al fin del de Juan Gallo de Andrada, nuestro escribano de cámara de los que residen en el nuestro Consejo, para que se vea si la dicha impresión está conforme a él o traigáis fe en pública forma de como, por corretor nombrado por nuestro mandado, se vio y corrigió la dicha impresión por el dicho original y se imprimió conforme a él, y quedan impresas las erratas por él apuntadas para cada un libro de los que ansí fueren impresos, para que se os tase el precio que por cada volumen hobiéredes de haber, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en las leyes y premáticas de nuestros reinos. Y mandamos a los del nuestro Consejo y a otras cualesquier justicias que guarden y cumplan y ejecuten esta nuestra cédula y lo en ella contenido. Fecha en San Lorenzo, a trece días del mes de mayo de mil y quinientos y ochenta y nueve años.
YO EL REY. Por mandado del Rey nuestro señor. luan Vázquez.
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PRIVILEGIO DE ARAGÓN
Nos Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de Aragón, de León, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Portugal, de Hungría, de Dalmacia, de Croacia, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Ocidentales, Islas y Tierra Firme del mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante, de Milán, de Atenas y Neopatria, Conde de Abspug, de Flandes, de Tirol, de Barcelona, de Rosellón y Cerdaña, Marqués de Oristán y Conde de Gociano. Por cuanto por parte de vos, Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, caballero de la Orden de Santiago, gentilhombre de la Cámara del Emperador, mi sobrino, se nos ha hecho relación que con vuestro trabajo e ingenio habéis compuesto un libro intitulado Tercera parte de La Araucana y que lo deseáis hacer imprimir en los nuestros reinos de la Corona de Aragón, suplicándonos os mandásemos dar licencia para ello con la prohibición acostumbrada y por el tiempo que fuéremos servido; e Nos, teniendo consideración a vuestros grandes servicios, valor y partes, habiendo sido reconocido el dicho libro por nuestro mandato, con tenor de las presentes, de nuestra cierta ciencia y real autoridad, deliberadamente y consulta, damos licencia, permiso y facultad a vos el dicho don Alonso de Ercilla y Zúñiga y a la persona que vuestro poder tuviere, que podáis imprimir o hacer imprimir al impresor o impresores que quisiéredes el dicho libro intitulado Tercera Parte de La Araucana, con las otras dos partes o sin ellas, en todos los dichos nuestros reinos y señoríos de la Corona de Aragón, y vender en ellos así los que hubiéredes impreso o hecho imprimir en los dichos reinos como fuera dellos en otras cualesquier partes y esto por tiempo de diez años; prohibiendo, según que con las presentes prohibimos y vedamos, que ninguna otra persona los pueda imprimir, ni hacer imprimir ni vender, ni llevarlos, impresos de otras partes a vender a los dichos nuestros reinos y señoríos sino vos o quien vuestro poder tuviere, por el dicho tiempo de diez años del día de la data de las presentes contaderos, so pena de docientos florines de oro de Aragón y perdimento de moldes y libros, dividiera en tres iguales partes: una a nuestros reales cofres, otra para vos el dicho don Alonso, y la tercera para el acusador; con esto, empero: que los libros que hubiéredes impreso y hiciéredes imprimir no los podáis vender hasta que hayáis traído en este nuestro S. S. R. Consejo, que cabe Nos reside, uno dellos, para que se compruebe con el original que queda en poder del noble don Miguel Clemente, nuestro protonotario, y se vea si la dicha impresión está conforme con el original que ha sido mostrado y aprobado. Mandando con el mismo tenor de las presentes a cualesquiera lugartenientes y capitanes generales, regente de la Cancellería, regente el oficio y portantveces de nuestro General Gobernador, Justicia de Aragón y sus lugartenientes, Bailes generales, Zalmedinas, Vegueres, Sotvegueres, Justicias, Jurados, Alguaciles, Vergueros, Porteros y otros cualesquier oficiales y ministros nuestros, mayores y menores, en los dichos reinos y señoríos de la Corona de Aragón constituidos y constituideros y a sus lugartenientes o regentes los dichos oficios, so encurrimiento de nuestra ira e indignación y pena de mil florines de Aragón, de bienes del que lo contrario hiciere exigideros y a nuestros Reales cofres aplicaderos, que la presente nuestra licencia y prohibición y todo lo en ella contenido os tengan, guarden y cumplan, tener, guardar y cumplir hagan sin contradición alguna, y no permitan ni den lugar que sea hecho lo contrario en manera alguna, si, demás de nuestra ira e indignación, en la pena sobredicha desean no incurrir.
En testimonio de lo cual mandamos despachar las presentes con nuestro sello Real en el dorso selladas. Dat. en el monesterio de San Lorenzo el Real, a veintitrés días del mes de septiembre, año del nacimiento de Nuestro Señor de mil y quinientos y ochenta y nueve.
YO EL REY.
V. Frigola Vicechancellarius. V. Comes, Generalis Thesaurarius. V. Quintana Regens. V. Campis Regens. V. Marzilla Regens. V. Pellicer Regens. V. Clemens pro Conservatore Generali. Dominus Rex mandavit mihi don Michaeli Clementi visa per Frigola Vicechancellarium, Comitem generalem Thesaurarium, Campi, Marzilla, Quintana & Pellicer Regentes Chancellariam, & me pro Conservatore Generali.
TASA
Está tasado en siete reales cada cuerpo desta Araucana, Primera y Segunda y Tercera Parte como consta, por la fee de tasa firmada del Secretario Juan Gallo de Andrada. Su fecha en Madrid a once días del mes de Enero de MDXC años.
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PRIVILEGIO DE PORTUGAL
Eu el rej fago saber a os que este albala virem, que eu ej por bem e me praz que pessoa alguã naõ possa em meus reynos e senhorios de Portugal, imprimir nem vender a Primeira, Segunda e Terceira Parte da Araucana, que dom Alonso de Erzilla e Çuñiga tem composto, e em que acaba de escreber as guerras da Provincia de Chili ate o seu tempo; nem as possa trazer de fora impressas, senaõ elle dito dom Alonso ou quem sua comissão, tiver, e isto por tempo de dez annos soomente, que se começaraõ da feitura deste em diante: sob pena de qualquer pessoa que imprimir ou fizer imprimir as ditas tres Partes da Araucana, ou trouxer de fora impressas ou vender sem consentimento do dito dom Alonso, perder todos os volumes que dos ditos livros tiver e que forem echados, e mais pagar sincoenta mil reis: a metade pera quem acusar. E mando a todas as justiças e oficiaes a que este albala for mostrado, e o conhecimento de le pertenecer, que o cumprão e guardem e façaõ inteiramente comprir como se nele contem; posto que naõ seja passado pela Chancelarja e o efeito dele aja de durar mai de h anno, sem embargo das ordenazões do segundo libro, titulo vinte, que o contrairo dispoem; e este albara se imprimira no começo dos ditos volumes, ou no cabo.-Antonio Moniz da Fonsequa o fez em Madrid, aos 0 de novembro de .-
REY.
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Si pensara que el trabajo que he puesto en la obra me había de quitar tan poco el miedo de publicarla sé cierto de mí que no tuviera ánimo para llevarla al cabo. Pero considerando ser la historia verdadera y de cosas de guerra, a las cuales hay tantos aficionados, me he resuelto en imprimirla, ayudando a ello las importunaciones de muchos testigos que en lo más dello se hallaron, y el agravio que algunos españoles recibirían quedando sus hazañas en perpetuo silencio, faltando quien las escriba, no por ser ellas pequeñas, pero porque la tierra es tan remota y apartada y la postrera que los españoles han pisado por la parte del Pirú, que no se puede tener della casi noticia, y por el mal aparejo y poco tiempo que para escribir hay con la ocupación de la guerra, que no da lugar a ello; y así, el que pude hurtar, le gasté en este libro, el cual, porque fuese más cierto y verdadero, se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos; y por esto y por la humildad con que va la obra, como criada en tan pobres pañales, acompañándola el celo y la intención con que se hizo, espero que será parte para poder sufrir quien la leyere las faltas que lleva. Y si a alguno le pareciere que me muestro algo inclinado a la parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentías más estendidamente de lo que para bárbaros se requiere, si queremos mirar su crianza, costumbres, modos de guerra y ejercicio della, veremos que muchos no les han hecho ventaja, y que son pocos los que con tan gran constancia y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son los españoles. Y, cierto, es cosa de admiración que no poseyendo los araucanos más de veinte leguas de término, sin tener en todo él pueblo formado, ni muro, ni casa fuerte para su reparo, ni armas, a lo menos defensivas, que la prolija guerra y los españoles las han gastado y consumido, y en tierra no áspera, rodeada de tres pueblos españoles y dos plazas fuertes en medio della, con puro valor y porfiada determinación hayan redimido y sustentado su libertad, derramando en sacrificio della tanta sangre así suya como de españoles, que con verdad se puede decir haber pocos lugares que no estén della teñidos y poblados de huesos, no faltando a los muertos quien les suceda en llevar su opinión adelante; pues los hijos, ganosos de la venganza de sus muertos padres, con la natural rabia que los mueve y el valor que dellos heredaron, acelerando el curso de los años, antes de tiempo tomando las armas se ofrecen al rigor de la guerra, y es tanta la falta de gente por la mucha que ha muerto en esta demanda, que para hacer más cuerpo y henchir los escuadrones, vienen también las mujeres a la guerra, y peleando algunas veces como varones, se entregan con grande ánimo a la muerte. Todo esto he querido traer para prueba y en abono del valor destas gentes, digno de mayor loor del que yo le podré dar con mis versos. Y pues, como dije arriba, hay agora en España cantidad de personas que se hallaron en muchas cosas de las que aquí escribo, a ellos remito la defensa de mi obra en esta parte, y a los que la leyeren se la encomiendo.
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SONETO A DON ALONSO DE ERCILLA
Parten corriendo con ligero paso |
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SONETO DEL DOCTOR GERÓNIMO DE PORRAS, |
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SONETO DE LA SEÑORA DOÑA LEONOR DE YEIZ, |
CANTO I
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El cual declara el asiento y descripción de la provincia de Chile y |
CANTO I
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Chile, fértil provincia y señalada |
CANTO I
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Pues en este distrito demarcado, |
CANTO I
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CANTO I
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Tienen fuertes y dobles coseletes, |
CANTO I
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Del escuadrón se van adelantando |
CANTO I
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En torno desta plaza poco trecho |
CANTO I
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Después que cosa en contra no se halla, |
CANTO I
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Y cuando quieren dar una batalla |
CANTO I
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Son de gestos robustos, desbarbados, |
CANTO I
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Los promaucaes de Maule, que supieron |
CANTO I
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Con una espada y capa solamente, |
CANTO I
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La araucana primera parte |
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Una batalla tuvo aquí sangrienta, |
CANTO I
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El felice suceso, la victoria, |
CANTO II
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Pónese la discordia que entre los caciques de Arauco hubo sobre |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Esto verse podrá por esta historia, |
CANTO II
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De algunos que en la junta se hallaron |
CANTO II
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Tras éste a la consulta Ongolmo viene, |
CANTO II
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Así creció el furor, que derribando |
CANTO II
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«Alto, sús, que yo acepto el desafío |
CANTO II
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¿Qué furor es el vuestro, ¡oh araucanos!, |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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En la virtud de vuestro brazo espero |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Cayocupil al tronco aguija presto, |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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No se vio allí persona en tanta gente |
CANTO II
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Ya la rosada Aurora comenzaba |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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El carro de Faetón sale corriendo |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Es cosa en que mil gentes han parado |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Tres castillos los nuestros ocupados |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Sordos a las demandas y preguntas |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Viéndose en tanto estrecho los cristianos, |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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No porque tantos vengan temor tiene |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Los españoles, sin poder sufrillo, |
CANTO II
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La araucana primera parte |
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Valdivia, perezoso y negligente, |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Valdivia con pocos españoles y algunos indios amigos camina a
la casa de Tucapel, para hacer el castigo. Mátanle los araucanos,
los corredores en el camino en un paso estrecho y danle después
la batalla, en la cual fue muerto él y toda su gente por el gran
esfuerzo y valentía de Lautaro
¡Oh incurable mal! ¡oh gran fatiga, |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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¡Cómo de los que yerran abominan |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Bien conocéis la fuerza del Estado, |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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En esto a caso llega un indio amigo, |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Viendo Valdivia serle ya forzoso |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Contra el escuadrón bárbaro importuno |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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El enemigo hierro riguroso |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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No os desnudéis del hábito y costumbre |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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¿De quién prueba se oyó tan espantosa, |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Estaba el suelo de armas ocupado |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Pasa recio Valdivia y va furioso, |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Era la diferencia incomparable |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Cual suelen escapar de los monteros |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Así el determinado viejo cano |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Cuando la luz las aves anunciaban |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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«Menos que vos, señores, no pretendo |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Con atención de todos escuchada |
CANTO III
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La araucana primera parte |
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Por él las fiestas fueron alargadas, |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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Vienen catorce españoles por concierto a juntarse con Valdivia en
la fuerza de Tucapel; hallan los indios en una emboscada, con los
cuales tuvieron un porfiado reencuentro, llega Lautaro con gente de
refresco; mueren siete españoles y todos los amigos que llevan;
escápanse los otros por una gran ventura
¡Cuán buena es la justicia y qué importante! |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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No faltara materia y coyuntura |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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Conocen que la tierra está alterada |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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De tres dos escuadrones desviados |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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Era el sitio de lomas rodeado, |
CANTO IV
Pág. 064 de 239
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La araucana primera parte |
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Calan de fuerte fresno como vigas |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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Otro, pues, que de Córdoba se llama, |
CANTO IV
Pág. 066 de 239
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La araucana primera parte |
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Con el cuello inclinado, adormecido, |
CANTO IV
Pág. 067 de 239
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La araucana primera parte |
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La gente una con otra se embravece, |
CANTO IV
Pág. 068 de 239
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La araucana primera parte |
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Y desde allí con lenguas injuriosas |
CANTO IV
Pág. 069 de 239
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La araucana primera parte |
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Lautaro así veloz por un repecho |
CANTO IV
Pág. 070 de 239
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La araucana primera parte |
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Tras él al suelo fue Diego García, |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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Muda el intento, muda la sentencia |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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De Juan Gómez la próspera ventura |
CANTO IV
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La araucana primera parte |
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El coronista Estrella escribe al justo |
CANTO IV
Pág. 074 de 239
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La araucana primera parte |
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La sangre les cuajó un temor helado, |
CANTO IV
Pág. 075 de 239
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La araucana primera parte |
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Ya la Fama, ligera embajadora |
CANTO IV
Pág. 076 de 239
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La araucana primera parte |
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Caudillo era y cabeza de la gente |
CANTO IV
Pág. 077 de 239
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La araucana primera parte |
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Un paso peligroso, agrio y estrecho |
CANTO IV
Pág. 078 de 239
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La araucana primera parte |
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Apenas el primer paso había dado, |
CANTO V
Pág. 079 de 239
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La araucana primera parte |
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En este quinto canto se contiene la reñida batalla que entre los
españoles y araucanos hubo en la cuesta de Andalicán, donde por
la astucia de Lautaro y el demasiado trabajo de los españoles
fueron los nuestros desbaratados y muertos más de la mitad
dellos juntamente con tres mil indios amigos
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CANTO V
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La araucana primera parte |
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Con nuevo encendimiento están bramando |
CANTO V
Pág. 081 de 239
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La araucana primera parte |
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Toman al retirar la vuelta larga, |
CANTO V
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La araucana primera parte |
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Pero por más veloz en la corrida |
CANTO V
Pág. 083 de 239
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La araucana primera parte |
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donde a pesar de tantos y a despecho |
CANTO V
Pág. 084 de 239
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La araucana primera parte |
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«¡Oh fieles compañeros vitoriosos |
CANTO V
Pág. 085 de 239
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La araucana primera parte |
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Tardaron poco espacio en concertarse |
CANTO V
Pág. 086 de 239
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La araucana primera parte |
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Andando envuelto en sangre a Torbo mira |
CANTO V
Pág. 087 de 239
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La araucana primera parte |
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Diego Cano a dos manos, sin escudo, |
CANTO V
Pág. 088 de 239
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La araucana primera parte |
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Dudan por ver al bárbaro tan fuerte |
CANTO V
Pág. 089 de 239
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La araucana primera parte |
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De la plaza no ganan cuanto un dedo |
CANTO VI
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La araucana primera parte |
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muertes que los araucanos ejecutaron en los vencidos y la poca
piedad que con los niños y mujeres usaron, pasándolos todos a cuchillo
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CANTO VI
Pág. 091 de 239
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La araucana primera parte |
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Así los enemigos apiñados |
CANTO VI
Pág. 092 de 239
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La araucana primera parte |
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Bernal hiere a Mailongo de pasada |
CANTO VI
Pág. 093 de 239
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La araucana primera parte |
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No atienden al huir ni se previenen |
CANTO VI
Pág. 094 de 239
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La araucana primera parte |
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El cual siempre les iba caza dando |
CANTO VI
Pág. 095 de 239
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La araucana primera parte |
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Torna la lid de nuevo a refrescarse |
CANTO VI
Pág. 096 de 239
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La araucana primera parte |
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Y así se contraponen, no temiendo |
CANTO VI
Pág. 097 de 239
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La araucana primera parte |
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Unos vienen al suelo mal heridos, |
CANTO VI
Pág. 098 de 239
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La araucana primera parte |
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Viendo los españoles ya cerrados |
CANTO VI
Pág. 099 de 239
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La araucana primera parte |
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A la siniestra mano hacia el poniente |
CANTO VI
Pág. 100 de 239
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La araucana primera parte |
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Sueltos iban caballos por el prado |
CANTO VII
Pág. 101 de 239
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La araucana primera parte |
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Llegan los españoles a la ciudad de la Concepción hechos
pedazos, cuentan el destrozo y pérdida de nuestra gente y vista la
poca que para resistir tan gran pujanza de enemigos en la ciudad
había, y las muchas mujeres, niños y viejos que dentro estaban, se
retiran en la ciudad de Santiago. Asimismo en este canto se
contiene el saco, incendio y ruina de la ciudad de la concepción
|
CANTO VII
Pág. 102 de 239
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La araucana primera parte |
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Puédese imaginar cuál llegarían |
CANTO VII
Pág. 103 de 239
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La araucana primera parte |
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Ya la parlera Fama pregonando |
CANTO VII
Pág. 104 de 239
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La araucana primera parte |
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Como las corderillas temerosas |
CANTO VII
Pág. 105 de 239
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La araucana primera parte |
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Doña Mencía de Nidos, una dama |
CANTO VII
Pág. 106 de 239
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La araucana primera parte |
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Volved a vuestro pueblo ojos piadosos, |
CANTO VII
Pág. 107 de 239
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La araucana primera parte |
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Ni a Paulo le pasó con tal presteza |
CANTO VII
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La araucana primera parte |
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Un bárbaro valiente que tenía |
CANTO VII
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La araucana primera parte |
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que el cuidoso Lautaro apercibido, |
CANTO VII
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La araucana primera parte |
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A vista de las casas ya la gente |
CANTO VII
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La araucana primera parte |
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No en colmenas de abejas la frecuencia, |
CANTO VII
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La araucana primera parte |
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Por alto y bajo el fuego se derrama, |
CANTO VII
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La araucana primera parte |
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Paréceles que es lento y espacioso |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Júntanse los caciques y señores principales a consejo general en el valle
de Arauco. Mata Tucapel al cacique puchecalco, y Caupolicán viene con
poderoso ejército sobre la ciudad imperial, fundada en el valle de Cautén
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CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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¿Quién podrá con el bando lautarino, |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Caupolicán, alegre, humano y grave |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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«Bien entendido tengo yo, varones, |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Ceja no se movió y aun el aliento |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Bien será que, señor, nos contentemos |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Peteguelén, la vieja sangre fría |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Debemos procurar con seso y arte |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Tucapel, que de rabia reventando |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Pero sin miedo el bárbaro sangriento |
CANTO VIII
Pág. 124 de 239
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La araucana primera parte |
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Baja Lautaro al campo y prestamente |
CANTO VIII
Pág. 125 de 239
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La araucana primera parte |
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«Invicto capitán, yo he estado atento |
CANTO VIII
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La araucana primera parte |
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Quinientos araucanos solamente |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Llegan los araucanos a tres leguas de la Imperial con grueso ejército.
No ha efeto su intención por permisión divina. Dan vuelta a sus tierras
adonde les vino nueva que los españoles estaban en el asiento de Penco
reedificando la ciudad de La Concepción. Vienen sobre los españoles, y
hubo entre ellos una recia batalla.
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v
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Y manifiesto vemos hoy en día |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Un miedo igual a todos atormenta; |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Que Dios quiere ayudar a sus cristianos |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Que la mar reprimiendo sus vapores, |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Luego a furor movidos los guerreros |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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mas, porque estando Arauco tan vecino |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Muy alegres los cuatro se partieron |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Al yermo Penco herboso habían llegado, |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Pero los españoles, de un amigo |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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La nueva claridad del día siguiente |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Apretándolos iban reciamente, |
CANTO IX
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La araucana primera parte |
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Y de rencor intrínseco aguijados |