«Escusado es, amigos, que yo os diga
el peligroso punto en que nos vemos
por esta gente pérfida enemiga
que ya, cierto, a las puertas la tenemos;
pues el temor que a todos nos fatiga,
nos apremia y constriñe a que entreguemos
la libertad y casas al tirano,
dándole entrada libre y paso llano.
«¿A qué fosado muro o antepecho,
a qué fuerza o ciudad, a qué castillo
os podéis retirar en este estrecho,
que baste sola una hora a resistillo?
Si queréis hacer rostro y mostrar pecho,
desnudo le ofrecemos al cuchillo,
pues nos coge esta furia repentina
sin armas, capitán, ni diciplina.
«Que estos barbudos crueles y terribles
del bien universal usurpadores,
son fuertes, poderosos, invencibles,
y en todas sus empresas, vencedores;
arrojan rayos con estruendo horribles,
pelean sobre animales corredores,
grandes, bravos, feroces y alentados,
de solo el pensamiento gobernados.
Y pues contra sus armas y fiereza
defensa no tenéis de fuerza o muro,
la industria ha de suplir nuestra flaqueza
y, prevenir con tiempo el mal futuro;
que mostrando doméstica llaneza
les podéis prometer paso seguro,
como a nación vecina y gente amiga,
que la promesa en daño a nadie obliga,