Soltad, Lisbella. No deis
lugar a algún disparate.
LISBELLA:
No he de hacello, aunque me mate
vuestra mano.
LEONARDO:
¿Qué queréis,
dar lugar a que me enoje,
con resistir la cadena?
Daisme a entender que es ajena
con eso.
LISBELLA:
Que así se arroje
vuestra lengua para hablar
cosas contra vuestro honor.
Soltadla, por Dios, señor,
que sí la quiero guardar.
No fue por daros pasión,
ni porque a mí se me diera
nada de que se perdiera;
mas téngole yo afición,
que quien nos daba sin pena
sortijas, manillas, broches,
estas tres o cuatro noches,
diera también la cadena;
que si yo la he resistido
fue por ser la primera cosa
que hizo fe de vuestra esposa
cuando fuistes mi marido.
Y así quise guardar esta,
por tener el fundamento
que hizo fe de un casamiento
que ya tan caro me cuesta.