que un miércoles nací, que era a catorce
de diciembre, según solía mi madre,
que Dios haya, decirme, y ser el año
en que al mundo salí mil y quinientos
y veinte y uno; Félix solamente
en el nombre de pila, e infelice
en todo lo demás; pues no hay ventura
adonde siempre la pobreza dura.
Quedó suspenso, y arqueando
después las cejas, dando un grande grito,
"Félix," dijo, "las obras corresponden
con el nombre, de modo que tu dicha
tres coronas ofrece a tu cabeza;
si tomas una, con que serán cuatro.
En una religión estudia y deja
el rústico ejercicio, que las letras
prometen ensalzar tu nombre y fama.
En estrella naciste venturosa.
Ten cuenta con el miércoles, que es día
en que has de ser dichoso, sin que tengas
felicidad que en él no te suceda.
Tu ingenio fertiliza el cielo pio;
sigue las letras y el consejo mío."
Fuese. ¡Qué de suspenso volví a casa!
Y, cavando en aqueste pensamiento,
dispúseme, a pesar de la pobreza,
estribo vil de inclinaciones nobles,
a seguir del astrólogo el consejo.
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