Volví a buscarle, y hallé que era ya muerto;
pero no desmayé por eso un punto;
antes vendiendo mis humildes ropas
a los serranos de mi pobre sierra
y llegando también algún dinero
de lo que iba vendiendo cada día,
compré secretamente a un estudiante
este vestido, y de tu amor fiado,
ha ya cuatro años, con ayuda tuya,
cual ves, que en estudiante me transformo.
Bien es verdad que en nuestro pueblo el cura
a leer y escribir me enseñó un tiempo
y un poco de gramática, y con ella
aprovecho de modo en los estudios
que todos me celebran y respetan;
mas no porque ninguno hasta este punto
sepa quien soy; adonde vivo; adonde
me escondo, cuando salgo de sus cursos;
porque como me esperas aquí, y luego
me vuelvo a mis groseras antiparas,
de modo los deslumbro y causo espanto
que hay quien piensa que es todo por encanto.
Éste, Sabina mía, es el suceso
de mi historia.