Mientras duerme quien me ampara,
montañas, cuya aspereza
tengo por naturaleza,
oid en lo que repara
del mundo la suerte avara;
porque entre el tosco sayal
nace la invidia mortal
y me causa esta inquietud;
que hasta la misma virtud
quieren que sea principal.
¿Qué diferencia el cielo hace,
--decid, encinas y robles--
entre villanos y nobles,
que tanto los satisface?
Llorando uno y otro nace
y con las mismas señales,
cayados y cetros reales,
lloran también al salir;
que en el nacer y morir
unos y otros son iguales.
No abate al roble la palma
por ser sus frutos mejores,
que las dotes que hay mayores
son sólo dotes del alma.
Con ellos mi dicha calma,
por faltarme los pequeños,
de quienes son otros dueños.
Penas, razón de esto os pido;
dádmela, aunque esté dormido,
si puede haberla entre sueños.
Duérmese sobre las peñas donde está escondida la tiara.