¡Cielos, paciencia!
¿Qué enredos, qué confusión
rendir mi paciencia intenta?
Qué borrasca, qué tormenta
derriba así mi opinión?
¿Ya me tienen por ladrón,
cuando me juzgo por dueño
de Roma? ¡Por tan pequeño
gusto, afrentas, cielos, tales!
Despierto me dais los males,
y los bienes cuando sueño.
¡Ay de mí, cómo ha salido
el vil pronóstico cierto!
Ya experimento despierto
lo que me engañó dormido.
Las tres coronas han sido
aquéstas que mis quimeras
creyó gozar verdaderas.
¡Ay, desdichada ambición!
¡De burlas mis dichas son,
y mis desdichas de veras!