Y vos dando a los ojos
llanto que mis penas fragua.
PERETO:
¡Ay, Félix! no basta el agua
que derraman mis enojos
para que la mancha lave
de nuestro honor.
SIXTO:
¡Ay de mí!
Padre mío, ¿cómo ansí?
PERETO:
Sabina, tu hermana, sabe
el cómo. A Césaro ha dado
la joya de más valor
que heredó de nuestro honor.
Su padre, el príncipe, airado,
porque su mujer la llama,
dicen que le tiene preso,
y en venganza de este exceso
que dice ofende su fama,
fuego a mi casa pajiza
ha puesto, cuyas alhajas
por ser los techos de pajas
se han convertido en ceniza.
Pero no siento esto tanto
como mi perdido honor
y que quite de este error
fruto que aumente mi llanto.
Félix [hijo], Sabina está
preñada.