Yo no le pienso ofender,
supuesto que sé por cierto,
por su palabra y concierto,
que es Sabina su mujer,
pues vivirá consolada,
por más que el vulgo la arguya,
con llamarse esposa suya;
aunque no perdiera nada
vuestro príncipe, por cierto,
en juntar su sangre noble
con nuestra humilde, que al doble
es más sabroso el injerto
que junta la noble rama
al tronco áspero y grosero,
y Amor, como es jardinero,
más estos injertos ama.
Pero no importa, decí
que goce a Octavia mil años,
pues agravian sus engaños
la casa Colona así;
y los ducados que ofrece
no los hemos menester,
que no se usa aquí vender
las honras, ni me parece
que juzgará el vulgo necio
bien de nuestro honor, si intenta
ponerle al príncipe en venta
y Sabina admite el precio;
que en la corte es cosa usada,
por más que el vulgo lo note,
el remediar con un dote
una mujer deshonrada.
Y si esto el mundo publica,
no es bien que esta fama cobre;
pues vale más la honra pobre
que la deshonra más rica.
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