¡Ay, esposo! Mis deseos
cumplió el cielo. Ya el rigor
que en mí vuestro padre emplea.
mi miedo y temor divierte,
que no temeré la muerte
como a vuestros ojos sea.
CÉSARO:
Contra su enojo crüel
pienso llevarte a Milán;
que allí mis deseos podrán
tener fin viviendo en él,
hasta que el paterno amor
venciéndole te reciba
por hija y mi esposa.
PASTOR:
¡Viva
tal firmeza y tal amor!
SABINA:
¡Camila!
CAMILA:
¡Sabina mía!
MARCO:
¡Césaro aqui!
CÉSARO:
¡Marco Antonio
en tal lugar!
MARCO:
Testimonio
de amor y su monarquía.
Abrasar vine a Montalto
y a dar muerte a la serrana
que os enamora, y su hermana
dió en mi libertad asalto,
pues cuando su hacienda y casa
quise abrasar, con sus ojos
el alma, cuyos despojos
la adoran, rinde y abrasa.
Será, Césaro, mi esposa;
que vuestra justa elección
me llama a su inclinación.