¡Gentil consejo ha juntado
para mi deshonra y fin
en la mesa de un jardín
de racimos coronado!
Tal es el efecto dél,
como la causa y el dueño;
pero pasaráse el sueño
y el pensamiento cruel;
que en despertando el amor
él me vengará de Asuero,
que con memorias espero
matarle a puro rigor.
¡Tomad allá la corona,
pues que la manda quitar,
que no quiero yo reinar
con quien su amor no perdona!
¡Puntas doradas, adiós;
que yo las liaré de acero
para el corazón de Asuero;
que no está el descanso en vos!
Confieso vuestra grandeza;
pero si sujeta está,
con más valor quedará
en libertad mi cabeza;
que quien manda que me quite
la corona del cabello,
me la quitará del cuello
para segundo convite.
Todos sabéis de que nace
este furioso rigor.